Definitivamente Hafid se sentía muy emocionado con el sentimiento que tenía por Sylvia, lo había pensado bien y lo mejor era conquistarla, ya era su esposa.
Sylvia estaba dormida, él entró y se quedó mirándola mientras dormía y ella descansaba, se veía tan hermosa y relajada, de repente la vio moverse.
Se dirigió hasta donde estaba su ropa para llevarla hasta su cuarto, Sylvia abrió sus ojos y preguntó:
— ¿Sucede algo Hafid?
— Solo estoy buscando algo de ropa para llevar a mi nueva habitación— dijo él— ¿puedo invitarte al teatro mañana en la noche?
— ¡Claro, estaré encantada de acompañarte— dijo ella— quería reconsiderar el de que duermas en otra habitación.
— Qué tienes que decir— dijo Hafid.
— No deseo crear traumas en los niños por vernos dormir separados— dijo ella— quédate a dormir acá.
— Recuerda que dormir juntos no era el asunto, era tener sexo— dijo él.
— Que suceda lo que tenga que suceder— dijo ella.
— No Sylvia, olvida esa propuesta, dormiremos juntos, pero seré un caballero, prometo no tocarte, ni hacer nada que tu no desees— dijo Hafid.
—¡Gracias, eso es de gran valor para mi!— fue la respuesta de Sylvia.
Fue gratificante para Sylvia tener esa expresión de cariño hacia ella, nunca hasta ahora se había sentido tan feliz, por recibir tanta consideración de éste hombre.
Le sonrió con ternura y eso derritió él corazón de Hafid, tendría que hacer acopio de gran concentración y valor para no tocarla, mientras dormía en la misma cama.
Hafid le confió que pronto estaría recibiendo terapia con una psicóloga, ya había apartado una cita; se sentía bastante cómodo conversando con ella.
Todos los conflictos irían reapareciendo, aún tenía mucho que recorrer, pero se sentía más tranquilo.
— Cuando haya pasado un tiempo de estar recibiendo terapia,me gustaría que me acompañes— dijo Hafid.
— Con gusto— dijo Sylvia.
Así empezaron a pasar los días para todos en la familia, Sylvia empezaría sus clases en la Universidad y los niños seguían avanzando en la escuela.
Unos días más tarde, Hafid le comunicó a Sylvia que estaría unos días de viaje, regresaría los más pronto que pudiera, ella se organizaba bien con la atención de los niños y sus clases.
Hafid se dijo que estaría varias semanas fuera de casa, era más fácil para él viajar que tenerla tan cerca y no poder tocarla,
Sabía que tendría que estar de regreso para convivir con su familia, pero mientras más retrasara su viaje y tardara un poco, era mejor, se sentía tan incómodo por tener que dormir con ella.
Esa noche después de estar cinco semanas fuera de casa se quedó pensando:
"¿Qué sucede contigo Hafid? Ahora no puedes dormir sino con una mujer, extrañas el calor del cuerpo de Sylvia; ¿cuando te volviste tan dependiente?
Estás demasiado sinvergüenza, déjate de cosas, si es tu esposa, pero tampoco es para que exageres "
Estas palabras se las repetía en su cabeza, increíblemente no podía dormir en las noches, daba vueltas en la cama, fueron las peores cinco semanas que pasó, sin estar en la misma cama y dormir con Sylvia.
Cuando llegó a casa de inmediato se dirigió a ver a sus hijos, se sentía cómodo al llegar a casa y ver a su esposa rodeada de sus dos hijos, tan relajada y llena de vitalidad.
— ¿Tú no te cansas de atender a estos chicos?— dijo él, por saludo cuando llegó a casa.
— ¡Hola papá! ¡Me siento feliz de verte!— dijo Farid..
— ¡Si papá, te extrañaba!— dijo Amira— ahora eres tú quien siempre está de viaje.
— ¡Ay cariño, lo siento mucho!— dijo Hafid —trato de venir lo más pronto que puedo.
— ¡Hola Hafid, que sorpresa!— dijo ella sonriendo— claro que me canso, pero soy mamá y es tan gratificante que estas pequeñas personas te retribuyan el cansancio, con sonrisas.
Dejaron a los niños entretenidos con sus actividades y se fueron hasta el Salón para conversar hasta que llegara la hora de la cena.
Eres una mujer única Sylvia— dijo él.
— Eso sí, jamás me voy a parecer a nadie— dijo ella.
— Lo sé, cada día me sorprenden tus dotes de madre— dijo Hafid.
Después ya en la noche que los niños habían ido a sus habitaciones a dormir, Hafid le dijo:
— Admiro tu temple Sylvia, cuando nacieron los niños, Rachael no sabía cómo atenderlos, vivía estresada, vino su madre a ayudar, nunca pidió ayuda a mi madre.
— No todos saben manejar sus emociones— dijo Sylvia— algunas personas son más frágiles.
— La cosa es que nunca hizo un esfuerzo, si su mamá no la ayudaba ella no lograba controlar a los bebés— dijo Hafid— opté por contratar una niñera y despedí a la suegra.
— Tampoco tú te llevabas con tu suegra— dijo Sylvia.
Ella no ayudaba a su hija, solo le daba la razón en todo— dijo Hafid— Rachel, después que llegó la niñera jamás se ocupó de los niños, era tan indiferente con ellos.
— Algo debió traumarla— dijo Sylvia— quizás por eso la madre la consentía.
Eso es lo que creo que enfermó a Rachel— dijo él— sus padres consintieron sus caprichos y yo continué con lo mismo, el miedo a perderla era desesperante para mí.
— Al final, de igual manera la perdiste— dijo ella.
— Si, no fuí más que un tonto— dijo Hafid— tampoco la ayudé mucho.
— Recuerda, que muy pocas veces los miembros de la familia reconocen cuando alguien está afectado de sus emociones— dijo Sylvia— deja de ser tan duro contigo mismo.
— Me gustaría tener la oportunidad de regresar el tiempo y hablar con ella— dijo Hafid lamentándose.
— Eso sería el ideal para todos, pero la vida es una sola, lo que sucedió es solo aprendizaje, lecciones de vida— dijo Sylvia.
— Eso estoy aprendiendo ahora— dijo Hafid— me gusta hablar contigo más que con la psicóloga.
— Lo bueno es que conmigo es totalmente gratis— dijo ella divertida.
— Serás una excelente terapeuta— dijo él— es relajante conversar contigo.