Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Amar al dinero más que a la familia...


 

Sylvia al escucharlo pensó:

—"Si también me hubiera gustado, pero la vida no era tan gratificante de darte lo que deseabas”

Solo terminó diciendo:

— No sucede así, todo para por algo. 

— Eres una excelente compañera y admiro tu temple, tu manera de querer solucionar la vida sin complicarte,dijo él— eres genial. 

— Gracias Hafid, pero sólo soy un ser humano que luchó por sobrevivir en un mundo, que si no eras fuerte te arrastraba—  dijo Sylvia— no tuvo una madre que me defendiera, ni me abrazara, no tuve a nadie, aprendí a solucionar sola y a defenderme. 

— Sé que te tocó una vida dura, pero eres demasiada llena de sabiduría, y no llegas ni a veinticinco años— dijo él—  me encanta que seas la madre de mis hijos. 

Sylvia sonrió, miró su reloj y le dijo:

— Es hora de ir a cenar. 

Ella, salió seguida de su esposo, sentimientos encontrados la tenían sumida en sus pensamientos, esa noche no comió mucho, se sentía triste. Hafid la observó y una vez que estuvieron a solas, le preguntó:

— ¿Estás preocupada por algo? 

— Solo estoy pensando en la conversación de mañana—  dijo ella—

Me gustaría que fueras tú, quien hiciera la propuesta a los padres de Rachel, al final no soy nadie. 

— ¡Por favor no digas eso! ¡No tienes idea del cambio que has hecho en mi casa, en mis hijos, en mi vida con tu influencia—dijo el— eres parte fundamental en ésta familia. 

— "¿Y de tí? Soy parte de ti—pensó ella, no tienes idea de cómo me duele que te sea indiferente"

En cambio dijo: 

— Estoy cansada, voy a dormir. 

Y así se quedó todo entre ellos, Sylvia no deseaba seguir hablando con Hafid, iba a terminar llorando y tendría que dar explicaciones en las que no quería  pensar. 

Los días siguientes, como cada día, los niños iban a la escuela, ella tenía algunos trabajos de la Universidad atrasados y aprovechó para  enviarlos a través del correo. 

Después del almuerzo irían a conversar con los padres de Rachel, el momento llegó, ellos fueron puntuales a la cita, 

se encerraron en el estudio los cuatro. 

Hafid tomó la palabra y fue directo al grano. 

— Están acá  hoy, porque mi esposa Sylvia quiso ésta reunión,— dijo Hafid—  saben muy bien, que el día que Rachel decidió terminar con su vida, rompí cualquier contacto con ustedes. 

La madre de Rachel lo miró y después dijo:

— Cual es la propuesta o solución que tienes para nosotros—  la voz de la mujer era altanera. 

— No tengo ninguna obligación financiera con ustedes, lo saben muy bien— dijo Hafid—  ustedes siempre se han dedicado a lapidar el dinero, gastos a manos llenas, caracterizaban sus compras. 

Ella intentó levantarse, demostrando tener dignidad y no seguir escuchando y Hafid se quedó esperando, entonces la mujer preguntó:

— ¿Tenemos que soportar tus insultos?

— Allí está la puerta, si deseas salir— dijo Hafid. 

— Pensé que sería Sylvia que hablaría— dijo el padre de Rachel. 

— Decidí que yo resuelvo mis problemas— dijo Hafid—¿Desean escuchar o no?

Se sentaron de nuevo, al fin y al cabo con dignidad no se vestían ni iban a comer. 

— A partir del día de hoy, me ocuparé de sus gastos personales, revisaré cada factura, habrá una cuota mensual— dijo él— si se pasan de esa cantidad, hasta ese día los ayudo. 

— Tienes que ser tan humillante— dijo ella— yo tengo mi peluquero, mi modista, son gastos, me gusta comer bien en buenos restaurantes. 

— Te amoldas a éste nuevo presupuesto o tendrás que trabajar—dijo Hafid— hago ésto, por dos razones: primero porque Sylvia me lo pidió, segundo por consideración a los niños, al final son sus abuelos. 

— ¡Hasta que razonaste! — dijo la madre de Rachel. 

— No es razonamiento a ustedes, par de sanguijuelas, no les corresponde un centavo de mi dinero— la voz de Hafid fue enfática. 

— ¿Y por qué mejor no nos das el importe de la venta de la casa que vendiste y nosotros no molestamos más— dijo el padre de Rachel. 

— Si no los conociera, lo haría— dijo Hafid— pero sé que si les doy ese dinero que representa una buena cantidad al mes siguiente los tendría acá nuevamente rogando. 

— Lo toman o lo dejan— intervino Sylvia por fin. 

Ellos la miraron y después de un rato dijeron:

— Está bien, aceptamos— dijeron al mismo tiempo. 

Hafid se sentó en su escritorio y a través de su cuenta, les pidió para hacerles la primera transferencia, cada mes en ésta misma fecha él  les estaría transfiriendo. 

Ellos salieron del estudio, sin siquiera preguntar por sus nietos, todo lo que les importaba era el dinero  que pudieran obtener de Hafid. 

Al salir de la mansión el padre de Rachel dijo:

— No está nada mal la mensualidad que adquirimos, diez mil dólares, esa muchacha ha resultado una bendición a nuestras vidas.

— Si, pero me da indignación con Rachel, que nos reportaba más ganancia—dijo la mujer. 

— Tenías  que pensar mujer,  que el trabajo de nuestra hija no duraría toda la vida, en algún momento iba a declinar—  dijo el padre de Rachel— en cambio ésto es vitalicio. 

— Tienes razón, al final resultó ser un buen negocio— dijo ella. 

Se sentían satisfechos con el logro obtenido con Hafid, por fin habían logrado 

sacar algo de ganancia con la boda de Rachel y él. 

Eran tan inconscientes, que no pensaban en todo el dinero obtenido antes, solo que ahora muerta Rachel era más productiva que viva, habían logrado una pensión vitalicia. 

Solo eran un par de vividores que median al mundo por el dinero, les gustaba gastar sin medidas, viviendo de manera holgada y sin complicaciones. 

En casa Sylvia dijo:

— Ni siquiera preguntaron por los niños, solo les importa el dinero, que gente tan vacía. 

— Así son Sylvia, por eso no deseaba tener alguna influencia sobre Amira y Farid,— dijo él— solo son unas malas personas. 

— Ahora no debes preocuparte más por eso, veremos cómo les va en el primer mes— dijo ella. 



#983 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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