Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

¿Que le sucede a éste hombre?


 

Halima y Abir, habían estado de viaje y tenían algunos meses sin ver a sus nietos, a Hafid y a Sylvia,  ese fin de semana irían a visitarlos y llevar regalos que les habían comprado en el último viaje. 

Mientras en casa de Sylvia se sentían nerviosos por la presencia intimidante de cuatro hombres que no se movían del interior de la casa. 

Sylvia les hablaba y los mantenía ocupados, para qué no se concentren en aquellos invasores de su hogar, ya había pasado un día desde que Ahmed los tenía retenidos en su propia casa. 

Ella no sabía donde  éste hombre tenía a Hafid, pero les había grabado un vídeo, ella imaginaba que era para intimidar o sobornar a su esposo. 

Ese día no pudo enviarlos a la escuela, la maestra si se preocupaba, quizás llamaría, intentó usar esa estrategia para mover las fibras compasivas de Ahmed, pero no había ido en toda la mañana. 

Cuanto  tiempo estarían aislados, quizás así la maestra se ocuparía en averiguar qué estaba sucediendo, sería ese día y el siguiente que estarían ausentes de clases. 

Sylvia esperaba que se pudiera encontrar la solución pronto si no, sería bien complicado para todos vivir de esa manera, no sabía hasta ahora que buscaba éste hombre loco con retenerlos allí. 

Rogaba a Dios que los niños no se fueran a enfermar o les sucediera alguna emergencia, porque el estrés podría hacer colapsar los nervios de los guardianes que había puesto éste hombre. 

Hafid estaba con el estrés muy alto, Ahmed no se había vuelto a comunicar con él, necesitaba saber de su familia, que estaba pasando con sus hijos y con Sylvia, caminaba de un lugar a otro, casi no había querido probar la comida que le suministraban. 

"Necesito calmarme, porque me voy a enfermar de los nervios" Se repetía  Hafid, "Lo menos que tenía ahora, eran ganas de hablar con Ahmed, lo que le provocaba era darle una zurra de golpes para hacerlo entrar en razón."

"Lo mejor era vivir viajando, así por lo menos hubiera estado lejos de Ahmed a la hora de que se volviera loco". Pensaba en Sylvia, tan racional y sabía a la hora de aconsejar, ojalá pueda lograr que su amigo Ahmed cambie de parecer. 

¿Qué estaba pasando con éste hombre? Se preguntó Sylvia, ¿acaso se había olvidado que ellos estaban allí? Necesitaba saber de Hafid, como lo estaban tratando, sentía una sensación de vacío en su estómago. 

Los niños estaban en el cuarto de actividades y Amira se acercó a ella y dijo:

— Mamá, ¿cuando vendrá papá a rescatarnos de éstos hombres malos? 

— Pronto mi amor, hay que ser pacientes, papá está buscando una solución inteligente con éstos señores— dijo Sylvia. 

— Mamita, cuando yo sea grande, seré policía para poner preso a los malos— dijo Farid. 

— Si mi amor, seras el mejor en todo lo que hagas— dijo Sylvia. 

— Mami, que quieren ellos? — preguntó

 Amira. 

— No lo se mi amor, pero hay que permanecer tranquilos para que ellos no se enojen— dijo Sylvia. 

— Quiero ir a mi escuela— dijo Farid. 

— Si mamá, mañana es viernes y tampoco iremos a la escuela— dijo Amira. 

— Vamos a tranquilizarnos y pronto todo volverá a la normalidad— dijo Sylvia— si éstos hombres nos ven asustados se enojan y nos tratan mal. 

— Esta bien mamá, avisa cuando llegue papá, para ayudarlo a sacar a los hombres malos— dijo Farid— porque  ahora yo soy el hombre de la casa. 

— Si mi cielo bello, tu eres el hombre de la casa, cuando papá no está— dijo Sylvia— así que tranquilo que pronto papá estará acá. 

Sylvia pensaba: 

"Ojalá, sea así, santo Dios, que Hafid venga y salgamos de todo éste lío".

Hafid estaba lejos de tener una solución, solo pensaba:

" Ahmed, porque no te has comunicado, grandísimo bastardo, mi paciencia se está agotando".

Como si sus palabras fueran mágicas, la pantalla automáticamente se activó y se reflejaba allí el interior de su casa, también la habitación de los niños, se veía en la pantalla. 

Éste desgraciado, había colocado cámaras en toda su casa, así lo quería mantener amedrentado,  era un asco de persona, su amigo. 

Después de un rato él ex amigo de Hafid le habló diciendo:

— ¿Comodo Hafid? ¿Has comido bien? Estas viviendo allí con lo mínimo, imagina como de sienten tus exsuegros con la miseria que tú los arreglaste. 

Hafid lo miró y luego le respondió:

— Si estás tan preocupado por ellos porque no los asumes como familia, al fin y al cabo amabas a Rachel, que muestra más grande de amor que darle todo lo que según tu criterio ellos merecen. 

— Ella era tu esposa, no la mía— dijo amargamente Ahmed. 

— Tú eras su eterno enamorado— que mayor gesto de amor genuino que ocuparse de ellos— recomendó Hafid— da la mitad de tus bienes a ellos, total no tienes familia, en cambio yo, tengo tres hijos y una esposa. 

— ¿Quieres zafarte de tú obligación?— dijo el hombre. 

— ¡Mi obligación es con mis hijos y mi nueva esposa!  Rachel está muerta, y nada de lo que hagas la va a revivir— dijo Hafid con resolución. 

— ¡Muerta por tú culpa!— dijo Ahmed. 

— Ya deja el drama, si la amabas tanto, porque no te encargas de sus padres, tienes tanto dinero como yo— dijo Hafid— cuando me comprometí con Rachel, sus padres no tenían un centavo. 

— Ellos siempre fueron gente de dinero—dijo Ahmed— gastaron su fortuna en médicos para curar a Rachel por la depresión que le creaste. 

— ¿Eso te dijieron ellos?— dijo Hafid— ¡Ay Ahmed, pensé que eras más inteligente! Ellos se arruinaron por mala administración, puedes averiguar por ti mismo, no seas ingenuo, se están aprovechando de tu buen corazón para manipularte. 

— ¡Acá el mentiroso eres tú Hafid Aziz!— dijo Ahmed— fuiste un infiel, mal marido y además la obligaste a dejar su carrera para embarazarla. 

— Nada de lo que yo te diga, va a servir para convencerte, yo te conté toda la verdad— dijo Hafid— pero prefieres creer a esos manipuladores y sanguijuelas, más que a mí. 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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