Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Tendrás problemas, Amigo...

Al terminar  de comer el poco alimento que llevaba, reinició la caminata, los pies le dolían, llevaba más de cuatro horas caminando y no se veía un pueblo ni por asomo, ¿en dónde lo habían botado éstos desgraciados secuaces de Ahmed? 

Cuando llevaba una hora más caminando, vió que a lo lejos, venía un auto, se paró a esperar y pidió el aventón, ojalá se detuvieran, rogó Hafid. 

Así fué, dos personas venían a bordo del auto, un hombre mayor y una chica de unos treinta años,  se detuvieron y preguntó el hombre:

—¿A dónde  se dirige el caballero? 

— Al pueblo más cercano, estoy perdido, no sé dónde estoy— dijo Hafid— estoy caminando desde ésta mañana y estoy agotado, ¿me puede llevar un trecho? 

Los dos se quedaron mirando unos instantes con recelo y Hafid dijo:

— Le aseguro que no les haré daño, solo deseo descansar un poco y llamar a mi familia. 

La chica cabeceó afirmativamente y el hombre tomó la decisión. 

— Suba— dijo el hombre— lo dejaremos en el pueblo, vamos hacia allá. 

— Soy Hafid Aziz— dijo 

— Soy Palmer— dijo el hombre aún con recelo. 

— Sophie — dijo la mujer sin voltear. 

— Muchas gracias por decidirse a llevarme— dijo Hafid. 

— ¿De qué ciudad es?— preguntó el hombre— y qué hace acá. 

— Vivo en Nueva York, estoy acá contra mi voluntad— dijo Hafid— fui secuestrado y escapé. 

— ¿Dónde están sus captores?— preguntó el hombre. 

— No lo sé, me dejaron solo y me vine llevo caminando toda la mañana, necesito poner la denuncia y llamar a casa— dijo  Hafid. 

— Solo espero que no nos meta en problemas— dijo el hombre. 

— Les aseguro que eso no sucederá señor Palmer— dijo Hafid. 

Todos permanecieron callados, Hafid entendió el recelo de éstas personas, demasiado buenos fueron al recogerlo en la vía, una hora después estaban en el pueblo. 

— Bueno señor Hafid, acá está el pueblo, espero y resuelva su situación— dijo el hombre. 

La mujer nunca dijo nada, sino su nombre, eran personas desconfiadas, Hafid se dirigió a la estación de policía y al saludar dijo:

—Señor policía necesito poner una denuncia contra Ahmed Mubarak,— dijo él— quien me mantuvo retenido en una casa que está como a dos horas de este pueblo, por más de cuatro días. 

— ¿Quién es usted?— preguntó el agente policial. 

— Soy Hafid Aziz— dijo él— no tengo documentos, me quitaron todo y mi celular, necesito llamar a casa, ¿pueden ayudarme? 

— Siéntese caballero— dijo el agente— ¿De qué ciudad viene usted? 

— Soy de la ciudad de Nueva York— dijo Hafid. 

— Voy a ayudarle con la llamada para su familia— dijo el agente policial— mientras no tenga identificación no procede la denuncia. 

— Gracias, por lo menos hablaré a casa — dijo él. 

Marcó el número de su madre, porque imaginó que en su casa estaban intervenidas, por favor responde mamá, rogaba Hafid en su mente. 

—¡Alo, soy Hafid!— dijo—¿puede llamar a mi madre? 

— Buenas tardes,— dijo la empleada— la señora no está, está dónde la señora Sylvia, su esposa. 

Hafid se extrañó, entonces llamaría a su casa. 

— ¿Puedo hacer otra llamada señor agente?— dijo él. 

— Son costosas las llamadas señor— dijo el agente policial— sea breve. 

— Prometo pagarle los gastos— dijo Hafid. 

— Llame rápido— dijo el agente. 

Hafid ésta vez marcó el número de su casa, una empleada también respondió a la llamada de él. 

— ¡Aló, por  favor llama a Sylvia— dijo él— soy Hafid. 

La empleada buscó de inmediato a Sylvia, quien vino rápidamente a atender. 

— ¿Dónde estás Hafid?— dijo ella con voz ansiosa. 

Él le indicó dónde estaba para que llegara lo más pronto posible, no tenía documentos y necesitaba que vinieran para denunciar a Ahmed. 

Colgó la llamada y se sentó, se sentía mareado, el policía le preguntó:

— ¿Se siente bien? 

— Estoy mareado— dijo él. 

El agente fue y le trajo una bebida caliente y le preguntó:

— ¿Ha comido? 

— No mucho señor— dijo Hafid. 

En eso entró el hombre que dijo llamarse Palmer y le entregó una ración de comida caliente. 

— Coma ésto señor— dijo Palmer— debe tener hambre— pregunté en la ciudad de donde me dijo que venía y si a usted lo daban por desaparecido, ya les informé que estaba aquí y vienen para acá. 

— Muchas gracias, es un alivio que  me crean, necesito mis documentos, urgente— dijo Hafid. 

Agarro la comida y se sentó a comer, mientras el hombre le informó al policía que al parecer era un millonario al que  habían secuestrado. 

— Yo lo encontré en la carretera, venía caminando desde la mañana,— dijo el hombre— quizás me de unos dólares de recompensa. 

— Yo lo dejé usar el teléfono para llamar a su familia— dijo el policía— además de brindarle un buen café, oiga amigo, esperemos que nos de una buena recompensa. 

Hafid levantó la cara y sonrió. 

— ¡Cuenten con eso! — dijo. 

Se sintió mejor cuando ingirió la comida, porque a pesar de haber llevado dos sándwiches, que era todo lo que había en la despensa, no fue suficiente para nutrirlo. 

Una hora después Sylvia llegó, se dirigió a la estación de policía, Hafid al verla se acercó conmovido y la abrazó fuertemente, sintió tanto alivio de verla allí. 

—¡Gracias por estar acá!— dijo él emocionado. 

— ¡Estaba tan preocupada por tí!— dijo ella. 

— ¡Y yo, por ustedes! — dijo él

También las autoridades llegaron allí para constatar que era Hafid el que había aparecido al huir de sus captores, con muchos periodistas, esto armó un revuelo entre los habitantes del pequeño pueblo. 

Sylvia fue al auto y buscó lo que le había llevado hasta allí,  ropa y todo lo necesario para que él estuviera más cómodo, se dirigieron a un hotel para que pudiera asearse. 

Las autoridades necesitaban entrevistar a Hafid, acerca de su experiencia, él les estuvo narrando los hechos desde que recibió la llamada para la reunión de negocios, hasta que se escapó y llegó al pueblo. 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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