Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

¿Cuándo, olvidé a Rachel?

— Me pregunté lo mismo mientras estuve encerrado— dijo él—  pero no doctora, me enamoré de ella, de Sylvia, la amo como jamás he amado a más nadie. 

— Imagino que aún tampoco le has dicho nada— dijo la psicóloga. 

— No, aun no le he dicho, pero estuvimos juntos— dijo él— ¡Fue maravilloso doctora! Además hay algo que necesita saber,  el porqué, me casé con ella— dijo Hafid. 

— Soy todo oídos— dijo ella. 

—Cuándo Rachel murió yo quedé devastado, dure semanas sin salir de la habitación,— dijo Hafid— no quería comer quería morir, me sentía tan culpable, no sabía que iba a hacer, con dos niños tan pequeños. 

— ¿Quién atendía a los niños?— preguntó la terapeuta. 

— Tenía una niñera que había sido la  alcahueta de Rachael.— dijo él— ella quedó al cuidado de los niños, yo la detestaba, porque descubrí que más de una vez llamé a casa para saber cómo estaba Rachel, siempre decía que no estaba, ella me ocultaba las salidas  de mujer con su amante. 

— Que feo es el engaño, es mejor hablar claro, pero siempre se prefiere engañar que enfrentar la realidad— dijo la psicóloga. 

— Después de dos semanas mi madre y mi hermana vinieron a hacerse cargo de mi casa y de mis hijos— dijo él— le dije a mi madre que cerraría la casa y me iría por el mundo a olvidar mi dolor, llevándome a mis hijos conmigo. 

— ¿Por qué no quisiste dejarlos con tu mamá y hermana? — preguntó ella. 

— Porque eran míos y de Rachael, quería mantener de alguna manera el recuerdo de ella al verlos cada día— dijo él— estaba obsesionado, a medida que pasaba el tiempo el dolor se fue mitigando. 

Hafid suspiró profundamente y continuó. 

— Los niños eran atendidos por el personal doméstico, todo iba bien al año, ya tenían dos años y medio y eran muy despiertos para su edad, un día mi madre llamó y ellos me preguntaron al verla por video llamada, quien era— dijo Hafid. 

Continuó la historia diciendo:

—Les expliqué que era mi mamá, quisieron saber que era una mamá y de manera sencilla les dije lo que era, me hicieron otra pregunta; y ¿dónde está la mamá de nosotros? Lo primero que se me ocurrió decir era que estaba de viaje. 

Hafid movió la cabeza de izquierda a derecha al recordar el momento, siguió contando. 

— A partir de allí, cada vez preguntaban; ¿cuándo viene mamá?  «Les respondía, pronto», pero la situación se volvió incómoda para mí y empezaron a dudar de mi palabra. 

— ¿Qué hiciste entonces?— preguntó la terapeuta. 

— Coloqué un anuncio en los clasificados de empleos, solicitando una niñera que estuviera dispuesta a viajar y sin familia— explicó Hafid— te juro que no pensé que encontraría a alguien, solo quería desestresarme y seguir con la mentira hasta que tuvieran edad para contarles la verdad. 

— Y apareció Sylvia— dijo ella— con todas las características que solicitabas.

— Sí, tan sólo llevaba dos semanas el anuncio y mi secretario, que hacía las entrevistas cada día, me llamó un día— dijo Hafid. 

Sonrío al recordar el día en que secretario le llamó y dijo:

— Ese día estaba bien estresado, los niños no tenían al borde de los nervios, y me dijo:

—  «Señor Aziz, hay una candidata a niñera, como usted la necesita». 

— No lo podía creer, le dije; «¿estás seguro?» Y me respondió: «Sí señor; ¿qué hago?» Le dije: «Vuelvela a citar, entrevista a esa chica exhaustivamente»—  

— Increíble, cómo actúa el destino— dijo la psicóloga.

Hafid continuó con su relato. 

—  Después de entrevistar a Sylvia, la llevó al lugar dónde hablaría conmigo— dijo él— cuando la vi, me dije "¡Esto es una niña!", la traté con aspereza  e increíblemente se defendió ante mí. 

Hafid estaba disfrutando al recordar cada momento vivido con Sylvia, la psicóloga se dió cuenta, en qué momento salió Rachael de la vida de él.

— Su pelo rojo tan llamativo me sorprendió, tenía tantas pecas en su rostro, y aunque en la primera impresión me pareció asustada— dijo Hafid— al hablar era tan osada y madura, me encantó. 

— Cuando vino la propuesta matrimonial— preguntó la psicóloga. 

— Allí mismo, recuerdo que le dije: "Si vas a ser la madre de mis hijos, también necesitas casarte conmigo", abrió sus hermosos ojos azul profundo y se resistió, pero después aceptó, la pobre no tenía ni dónde caerse muerta. 

— ¿Estaba dentro de los requisitos que debía ser tu esposa?— preguntó la doctora. 

— ¡Oh no!— dijo él— se me ocurrió cuando la vi allí tan vulnerable. 

— Ya te diste cuenta, ¿donde olvidaste a tu primera esposa?— dijo la terapeuta. 

— No— dijo él. 

La psicóloga sonrió y dijo:

— El mismo día que conociste a Sylvia olvidaste a Rachel. 

— No, cuando volví acá a América me emborrachaba pensando en ella,— dijo él— aun la amaba. 

— No Hafid, no era amor lo que sentías por Rachael, era el dolor el que hablaba por ti, por eso te emborrachabas, porque te daba rabia saber que habías sido tan tonto— dijo la terapeuta. 

— ¿Estás segura? — dijo Hafid incrédulo— allí en esos momentos Sylvia me escuchó, me consoló, se convirtió en mi mejor amiga, mi paño de lágrimas, me sentía relajado contarle mis penas. 

— Si vieras cómo se llenan de ternura tus ojos cuando hablas de ella— dijo la psicóloga— estás super enamorado de Sylvia, no hay ninguna duda. 

— ¿Qué debo hacer? — dijo él— tengo temor de su rechazo, al final es un contrato de matrimonio, no fue el amor lo que nos unió. 

— Empezaste a tener vida conyugal con ella— dijo la psicóloga— no creo que haya rechazo. 

— Bueno,funcionó en lo del sexo, pero aún tengo temor— dijo Hafid.. 

— Me gustaría hablar con ella en tu próxima cita— dijo la terapeuta— quiero verla, conocerla, no me gustaría que le hables de tu amor hasta que hablemos los tres. 

— Está bien—dijo él— estaré ansioso esperando el momento, ¿cuándo vuelvo a venir? 

— Como estás tan aprehensivo, ven en una semana— dijo ella— te espero con Sylvia. 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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