Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Tina McCarthy....

— Es una pena que ese amigo tuyo se haya arruinado la vida por querer arreglar las cosas con violencia— dijo Sylvia.

— El es un hombre de suficientes recursos económicos, seguro usará cualquier opción para salir pronto— dijo Hafid. 

Después de un momento Sylvia preguntó:

— Hafid desde antes del secuestro surgió una situación y  quiero hacerte una pregunta, con todo lo sucedido, no había habido oportunidad— dijo ella. 

— ¿De qué se trata?— dijo Hafid con interés. 

— Hace unas semanas atrás, se me acercó una profesora de la Universidad, preguntando si te conocía— dijo ella— me dijo que  era tu pareja. 

—¿Como?— dijo él— mi pareja desde ahora eres tú, y antes, aunque he estado con alguna chica, no he tenido pareja ¿quien es esa loca?  Me gustaría conocerla, para que lo repita en mi presencia. 

— Cuando quieras vamos— dijo ella— no tengo problemas si vas a tener amantes, pero avísame para estar prevenida, al fin éste es un trabajo. 

— Te demostraré delante de ella que no tengo más mujer que tú— dijo él— por cierto, la próxima semana iremos juntos a la terapia,  la psicóloga lo pidió. 

— Con gusto te acompañare— dijo ella— le contaste que tu y yo, no somos un matrimonio convencional. 

— Si, ella conoce cada detalle de nuestra unión— dijo él. 

— Es bueno estar preparada, aunque me gustan las sorpresas,  también hay que estar prevenido— dijo ella. 

— Gracias por estar a mi lado en este proceso de terapia para mí— dijo Hafid— no tienes idea de la influencia positiva que has sido para mi vida, la de Amira y Farid. 

— Lo hago de todo corazón— dijo ella— amo a esos niños como si hubieran nacido de mi vientre. 

—Sé de lo genuino de tu amor hacia mis hijos— dijo Hafid— estoy orgulloso de que seas la madre de mis hijos. 

— ¡Gracias, eso me hace sentir bien!— dijo ella conmovida. 

— Compré algo para ti, espero que te guste— dijo él. 

Sacó un pequeño estuche con unos aretes, hermosamente elaborados  ella los recibió feliz por, aquel detalle espontáneo. 

— ¡Están bien hermoso, gracias Hafid!— dijo Sylvia depositando un beso suave en la mejilla de él. 

Él sonrió complacido de ver cómo se iluminaba su rostro ante un obsequio tan sencillo, era fácil de amar ésta chica maravillosa. 

Hafid había querido proponer la última vez un plan para ver si se enamoraban, tonto cuando ya estaba hundido en el amor por ella desde hacía mucho tiempo. 

Ahora sólo le quedaba ganarse el amor de ella, por eso quería enfrentar a esa mujer que insistía en que él era su pareja, ya le ajustaría las clavijas a esa loca. 

Estaba cansado de que estuvieran siempre metiéndose en su vida y en la de su familia. 

Al día siguiente quedó en ir y buscar a Sylvia a la Universidad, así vería quién se atrevía a autonombrarse su pareja. 

Bajó y vió cuando Sylvia venía con su caminar suave, pero firme, se acercó a él y le preguntó:

— ¿Vienes conmigo o la traigo hasta acá? 

— Vamos hasta allá— dijo él— quiero ver su cara cuando me vea llegar. 

La Universidad era muy grande y caminaron por largos  pasillos hasta llegar a una oficina, allí estaba una mujer de estatura alta, de buenas proporciones, estaba de espaldas hablando con otras colegas. 

—Buenas tardes profesora McCarthy— dijo Sylvia. 

Esta se volteó y se quedó mirando a Hafid con asombro y dijo:

— Si no es así, ¡no te veo, gran sinvergüenza!

— ¿Tina McCarthy?— dijo él— no tenía idea de que estabas por acá. 

— ¡Claro que no!— se dirigió a Sylvia— ¡

disculpas por decirte lo de ser pareja de éste grandulón, pero fue mi amigo en otra época. 

Sylvia sonrió un poco confundida, mientras Hafid y ella se daban un fuerte abrazo. 

Tenía más de diez años sin verte— dijo él— y solo a ti, se te ocurre decirle a mi esposa que éramos pareja. 

— Me imagino que te cayeron a sartenazos— dijo riendo— mucho gusto Sylvia, nuevamente me disculpo, Hafid y yo estudiamos juntos en la secundaria, es un gran amigo. 

— Ya me di cuenta— dijo Sylvia. 

— ¿Sabes una cosa Hafid?— dijo la profesora— Esta esposa tuya es una dama, me respondió con mucho aplomo: " Sería bueno reunirnos los tres y conversar" ¡Y lo cumplió! 

Rieron de buena gana, Hafid le dijo:

— No era más fácil decirle: " Sabes, estudié con tu esposo, saludalo de mi parte."

— Tú sabes, que me encanta amargar un poco la felicidad de otros— dijo Tina riendo de buena gana. 

— ¿Que vas a hacer ahora?— dijo Hafid— ¿podemos invitarla a almorzar, cariño? 

Sylvia al escuchar el trato de Hafid hacia ella se extrañó, pero su rostro impávido, no mostró nada, en cambio respondió:

— ¡Será un placer tenerla de invitada en casa! — dijo ella con amabilidad. 

— ¡Entonces vamos!— dijo ella— yo les sigo en mi auto. 

Salieron los tres como lo que eran, buenos amigos, en casa conoció a Amira y a Farid, Hafid se sintió aliviado con Sylvia. 

—Son hermosos vuestros hijos— dijo Tina— eres una madre muy joven, pero una chica muy madura, te felicito Hafid, por tan excelente elección. 

— ¡Gracias, también me siento afortunado por tenerla a mi lado— dijo él atrayendo a Sylvia por los hombros y pasando su brazo alrededor de su espalda. 

— ¡Hacen una linda pareja!— dijo ella. 

— ¿Dónde estuviste estos diez años Tina?— preguntó Hafid. 

— Estuve viajando con mi esposo por la India, Grecia, ciudades milenarias, ampliando mi cultura— dijo ella— tu sabes que me casé y de inmediato comencé a viajar. 

— Si, la verdad estuviste muchos años fuera, me alegra tenerte de nuevo acá— dijo él. 

— A mi me encanta tener a tu mujer en mi clase— dijo ella— aunque te amargué un poco los días. 

— No, no hubo amarguras, más preocupación que otra cosa— dijo Sylvia— Hafid me conoce y solo quería saber qué terreno estaba pisando, me gusta prevenir. 

— Excelente punto de vista— dijo Tina— les auguro muchos años de felicidad. 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.