Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Lazos de amistad...


 

Después que Tina, aplaudió acerca de los logros de su amigo, se levantó para despedirse y dijo:

— Bueno, querido amigo espero que no sea la última vez que nos veamos,me alegré de verte, espero que no pasen diez años, para volver a encontrarnos. 

— No mi querida Tina  estaremos en contacto, lo prometo, ya tengo tu número— dijo Hafid— espero devolverte la visita e ir a tu casa, y así conocer a tu esposo.

— Será un placer recibirte en casa querido, voy a hablar con mi esposo para establecer una fecha,— dijo Tina— y hacer la invitación formal, para tenerte a ti y a tu maravillosa esposa, compartiendo un tiempo juntos. 

Después de tener esta invitada tan especial en casa, Hafid se sintió bastante relajado, no había sombras mientras esperaba el gran día para la reunión  con la terapéuta  y así terminar de proponerle a Sylvia, que le diera la oportunidad de conquistarla. 

Estaba bastante nervioso con el tema de tener que conquistarla, mientras tenía pequeños detalles con ella para mantenerla interesada. 

También Sylvia se sintió bastante tranquila al constatar que la supuesta pareja de Hafid, terminó siendo una muy buena amiga. 

Más tarde estuvieron su suegra y su cuñada, para saber cómo había terminado la situación con Ahmed, ya todo eso estaba solucionado, unos días más tarde, llamaron a la puerta y la empleada anunció que allí estaba nuevamente el amigo de Hafid. 

Hafid salió y lo recibió en el pequeño salón. 

— Hola Hafid, logré recuperar tus cosas — dijo Ahmed— además quiero agradecerte, el ser tan condescendiente conmigo,  fui tan duro juzgando tus acciones, también quisiera  retomar nuestra amistad. 

— Ya olvida ese tema Ahmed, intentaré hacer lo mismo — dijo él— somos humanos y eso nos hace cometer errores. 

— Si lo se, pero debí creer más en ti, no dejarme manipular por esos pillos, también me gustaría pedir disculpas a tu esposa— dijo Ahmed. 

Hafid mandó a llamar a Sylvia, unos minutos después ella se reunía con ella. 

— Hola, ¿cómo está Ahmed?— saludó Sylvia— que bien que todo se aclaró y usted esté libre. 

— Estoy bastante avergonzado contigo, permíteme el trato de confianza—dijo él— aun no estoy tan libre, pero pude hacer  tratos y acá estoy, pidiendo disculpas, fuí un idiota, pero espero puedas perdonar a éste humilde servidor. 

— Estamos en paz Ahmed, no existe rencor en nuestros corazones había tí— dijo ella— es un placer conocer a un buen amigo de Hafid. 

— ¡Gracias Sylvia!— dijo Ahmed— eso de "buen"— dijo ésto usando sus dedos para dibujar comillas en el aire— ahora debo empezar a demostrar, cuán buen amigo soy. 

— Siempre podemos aprender de nuestras equivocaciones, porque la vida se trata de eso— dijo ella— mejorar cada día y esforzarnos por no volver a cometer los mismos errores. 

— Es un buen consejo, cuidaré por ser más cuidadoso al juzgar acciones— prometió Ahmed. 

En ese momento entraron los niños con la chica que los cuidaba y Hafid dijo:

— Farid, Amira quiero presentarles a un amigo. 

— Hola señor, ¿cómo está?— dijo Farid. 

— Hola,— dijo Amira— ¿Usted vino a ayudar a mi papá a atrapar al hombre malo? 

— No, llegué tarde, él pudo atraparlo solo sin mi ayuda— dijo Ahmed— para la próxima le ayudo. 

— Yo también voy a ayudar a atrapar a los malos— dijo Farid— seré un policía para atrapar a todos los que se porten mal. 

— Oh, entonces cuidaré ser bueno siempre— dijo Ahmed. 

— Amira no quiere ser policía— dijo Farid. 

— ¿Qué vas a ser cuando seas grande Amira? — preguntó Ahmed. 

— Yo deseo ser bailarina— dijo la niña— mi mamita me lleva a las clases, me gusta mucho bailar. 

En ese momento se levantó en las puntas de sus pies, demostrando la habilidad que podía tener para bailar. 

— ¿Ves? Estoy aprendiendo a bailar así— dijo la niña. 

— ¡Que linda!— dijo Ahmed— serás una bailarina exitosa. 

— ¡Gracias señor!— dijo ella complacida. 

Bueno vayan a su salón de actividades— dijo Sylvia—  mamá y papá irán más tarde.

— ¡Adiós señor!— dijeron los dos al mismo tiempo. 

— ¡Hasta pronto jovencitos!— dijo Ahmed. — Son hermosos tus hijos Hafid, gracias por traerlos para conocerlos. 

—Ellos son muy genuinos— dijo Hafid. 

— Sylvia tienes un cabello que llama mucho la atención— dijo Ahmed sonriendo— Muchas gracias por no hablar mal de mi a tus hijos— dijo Ahmed. 

— ¡Gracias Ahmed— dijo ella— afortunado nunca te vieron acá. 

— Estoy sorprendido con éso, la verdad estaba pensando cómo justificar tus acciones ante ellos— dijo Hafid. 

— Los niños nunca vieron a Ahmed, después de su visita inicial, sólo estuvieron sus amigos y muy poco los saque hasta el salón— explicó Sylvia. 

— Tu mujer es una persona muy cuidadosa— dijo Ahmed. 

— Sylvia siempre piensa en todo— dijo Hafid complacido— Hablando de otro tema; ¿adivina quien estuvo por aquí? 

— ¿Quien?— dijo Ahmed. 

— ¡Tina McCarthy! — dijo Hafid. 

— ¡Oye, tengo años sin ver a esa muchacha! — dijo él. 

— Es profesora en la Universidad donde mi esposa estudia— dijo Hafid— y estuvimos recordando nuestros tiempos de adolescentes. 

— ¡Que bien, me hubiera gustado estar aquí y también rememorar esos bonitos tiempos! — dijo Ahmed— Sylvia, Hafid era intenso cuando le gustaba una chica. 

— ¡También tú!— dijo Hafid riendo— fue lo primero que recordó Tina. 

— Es qué fue un suceso inolvidable— dijo Ahmed— te cuento que era una muchacha que flechó acá a tu esposo, pero ella ni pendiente, eso era a toda hora; dile que quiero hablar con ella, invitala a tal sitio, menos mal que le duró como dos  semanas, pero nos obstinó a todos. 

— Eso solo fue esa vez— se defendió Hafid— después no moleste más. 

— ¡Claro, llegó Rachel!— dijo Ahmed—  revolucionó todo el lugar, y Hafid por supuesto como pavo real y yo muerto de envidia. 

— Desde que edad se conocen— preguntó Sylvia. 



#1642 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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