Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Lo importante es, que ahora se mis orígenes

Con lo de la adopción de Melanie, tuvieron que quedarse un tiempo más de lo previsto mientras salían los papeles legales de la adopción, una semana se convirtió en varias semanas. 

Estando allí Hafid recibió un sobre cerrado en unos de los días que estaban allí, lo abrió y vió que se trataba de la investigación sobre el nacimiento de su Sylvia. 

Después de leer la información, decidió compartirla con ella, allí había una muy buena  recopilación de documentos acerca de donde estaba la familia de su esposa.

— Amor, ¿puedes, venir un momento por favor? — dijo Hafid llamando al cuarto de labores de ella. 

— ¿Qué sucede?— preguntó ella intrigada. 

Hafid le mostró un sobre y dijo:

— Acaba de llegar ésta correspondencia con información de interés para tí. 

— ¿De qué se trata?—  preguntó con ansiedad. 

— El detective ha hecho un muy buen trabajo— dijo Hafid. 

Le entregó el sobre y ella con los dedos temblorosos  empezó  tomar cada documento que contenía, los  leyó con grandes expectativas. 

— Está el nombre de mi madre Daphne Montgomery— dijo Sylvia. 

Las lágrimas de emoción corrían por las mejillas de Sylvia. 

— Dice que murió al momento del parto— dijo ella conmovida. 

— ¿Te das cuenta mi amor?— dijo Hafid— ahora ya no eres la chica del orfanato, tienes un apellido de sangre y es real. 

Sylvia se quedó mirando aquella acta de defunción donde aparecía el nombre de su madre biológica, sintió un sentimiento muy dulce, al menos no la habían abandonado, había sido una causa mayor. 

— Allí hay más información cariño— dijo él. 

— Está el nombre de mi padre, soy hija de una madre soltera y mi padre no quiso hacerse cargo de mí— dijo ella. 

— Tú decides si deseas ir y conocerlo y hablar con él, ver que piensa de tí ahora que eres una mujer adulta— dijo él. 

— ¡Se llama Ryan Norris Hafid! — exclamó ella. 

— Lo sé, leí la información primero antes que tú, no quería darte malas noticias, por eso me aseguré de que fuera una buena información— dijo él— ¿Quieres conocerlo? 

Ella lo vió con ojos llenos de sentimientos encontrados y con su cabeza hizo movimientos afirmativos. 

— ¡Si, me gustaría saber cómo es el hombre que me engendró!— dijo Sylvia. 

— Entonces hagamos planes para visitarlo, allí está la dirección— dijo Hafid— ¿Cuando deseas ir? 

— ¿Puede ser mañana?— preguntó ella con un hilo de voz. 

— ¡Claro que si mi amor!— dijo él— mañana salimos a hacer esa visita. 

Ese día Sylvia estaba llena de emociones encontradas, tenía alegría, tristeza y algo de temor por no saber cómo sería el encuentro con su padre biológico. 

Por la información que recaudó el detective supo que su padre tenía diecinueve años cuando estuvo con su madre, quien era una joven de dieciocho años. 

Daphne Montgomery se había embarazado y había vivido de manera precaria con sus padres quienes la echaron a la calle, en el momento del parto hubo complicaciones habiendo fallecido. 

Sylvia sintió triste imaginando las necesidades de su pobre madre, eran tan jóvenes, no tenía derecho a juzgarlos, pero tenía tantas preguntas por hacer. 

Al día siguiente dejó a los niños a cargo de la niñera y empleados, necesitaba hacer ésta visita solamente con Hafid, estaba nerviosa ante la idea de encontrarse con Ryan Norris. 

Vivía en un pueblo apartado de la ciudad principal, era una zona bastante pobre, Hafid y ella prefirieron ir en taxi para no llamar tanto la atención. 

Pronto dieron con la dirección del padre de Sylvia, se dirigieron a la pequeña casa donde vivía el hombre y llamaron a la puerta. 

Escucharon que alguien se movió dentro y vino para abrir, el corazón de Sylvia latía a mil por horas, casi que hiperventilaba a causa de los nervios que sentía. 

Un hombre de unos cuarenta y tantos años, ojos de un azul muy profundo, rostro triste, debió ser muy guapo, aún tenía rastros de un rostro hermoso, a pesar de la tristeza que lo acompañaba;abrió y preguntó:

— ¿Qué necesitan? 

— Es usted Ryan Norris— preguntó Hafid. 

El hombre arrugó el entrecejo y dijo:

— ¿Quien lo solicita? 

Sylvia dio un paso adelante y dijo:

— Hace ya veintitrés años, nací producto de un romance entre usted y Daphne Montgomery— dijo ella lo más calmada que pudo— soy Sylvia y él es mi esposo Hafid Aziz. 

El hombre se quedó mirando el rostro de Sylvia y después de un instante que le pareció una eternidad a Sylvia, dijo:

— Tienes el cabello del color que lo tenía Daphne, rojo intenso— dijo él con sencillez— entonces eres mi hija. 

— Así es señor y tengo muchas preguntas para usted— dijo ella muy solemne— ¿Podemos pasar, para hablar? 

El hombre sin decir nada se hizo a un lado y con un gesto los invitó a pasar, allí no había mucho mobiliario, una mesa, algunas sillas, una cómoda que había conocido mejores tiempos. 

Eso sí, todo estaba muy pulcro, se sentaron y el padre de Sylvia dijo:

— Quiero que sepas que era un muchacho cuando sucedió lo del embarazo de Daphne, no me sentía preparado para criar una familia. 

— Entiendo, pero yo no vengo a hacer reclamos— dijo ella— solo deseo saber cómo era, si era flaca, alta, risueña o triste. 

— Entiendo— dijo el hombre— Daphne era pelirroja, muy arrojada para hablar, testaruda, pero muy buena persona, muy bonita, te pareces mucho a ella, el cabello es del mismo color. 

— ¿Dónde se conocieron?— preguntó Sylvia. 

— Por ahí, no recuerdo bien, creo que la veía cuando venía de mi trabajo— dijo él— ella vendía flores en las calles, hablábamos cada día, nos hicimos novios y bueno allí sucedió. 

Sylvia sonrió con tristeza y preguntó:

— ¿Conoció a los padres de ella? 

— Nunca fui hasta donde vivía todo sucedió fuera de nuestras casas— dijo el hombre— un día me dijo: «Ryan estoy esperando un hijo tuyo» y no supe que hacer. 

— ¿Dejaron de verse?— preguntó Sylvia. 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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