Sylvia se sentía a éstas alturas privilegiada al ser una persona que se había criado en un orfanato, comprendiendo que al morir su madre todo lo sucedido en su vida había tenido el propósito de vivir las experiencias más maravillosas jamás imaginadas.
Tenía más de lo que había soñado, un esposo maravilloso a quien amaba, hijos, sabía quien era su padre y ahora lo tenía con ella aprovechando cada momento de esa maravillosa bendición.
Además tenía abundancia financiera, algo que nunca pasó por sus pensamientos, pero allí estaba viviendo holgadamente, podía ayudar a muchos niños sin hogar a través de fundaciones sin fines de lucro.
Se sentía muy útil, de alguna manera era un instrumento productivo para impulsar a otros a colaborar en éstas hermosas causas, también había averiguado sobre sus abuelos maternos.
La tarea no había sido fácil, pero tenía información, tenía sus nombres, era un avance gigantesco para ella, solo faltaba la dirección exacta, pronto iría a Europa para conocer a los padres de Daphne.
Antes su historia familiar estaba sumida en las sombras, pero ahora había una pequeña luz en su camino para lograr saber más sobre sus ancestros.
Hafid la había invitado a unas merecidas vacaciones, querían ir y disfrutar de una Luna de miel, nunca habían tenido desde que se conocieron una salida como pareja a solas.
Así que pudieron a Halima y Abir que les ayudaran con la atención de los niños para ellos estar una semana solos y así disfrutar de una especie de celebración conyugal.
Ya Randolph cumpliría un año, Amira y Farid tenían ocho años y medio, super responsables a la hora de contar con ellos para cualquiera complicidad con sus hermanos menores.
Sylvia se sentía tranquila al saber que sus hijos estarían bajo la vigilancia de su abuela paterna, quien estaba más que dispuesta a ayudar a que ella y Hafid estuvieran más unidos que nunca.
Hafid llevó a su mujer a disfrutar del sol en todo su esplendor y qué mejor lugar para eso que una hermosa playa, con los más hermosos paisajes que invitan al relax.
Sylvia pensó que aquel lugar, era como un paraíso terrenal, arena blanca y aguas muy azules la envolvían en un dulce sentimiento, si que estaba agradecida por la vida.
— ¿Qué está pensando la reina de mi corazón?— preguntó Hafid con voz llena de ternura.
Sylvia lo miró y dijo:
— En lo afortunada que soy por haberte encontrado en mi camino.
— Amor mio, es al revés— dijo él— yo soy el afortunado de tenerte, el haberte conocido y traído ese día a mi vida, fue una bendición, cada día doy gracias a Dios por ese día.
— Entonces los dos somos afortunados de tenernos el uno al otro— dijo ella— ¿para cuando vamos a conocer a los padres de mi madre?
— Pronto amor mio, para cuando regresemos de nuestro viaje de vacaciones,— prometió Hafid— el detective debe tener la información completa en esa fecha.
— Estoy demasiado ansiosa de ese encuentro, ellos deben tener alguna fotografía de mi madre,— dijo Sylvia— cualquier objeto que haya pertenecido a Daphne será valioso para mi.
— Te entiendo mi amor, me alegra tanto que estés armando las piezas del rompecabezas, que fue tu nacimiento hasta ahora— dijo Hafid.
— Si un rompecabezas es una excelente comparación— dijo ella.
— Quiero que te relajes y nos concentremos en disfrutar de ésta nuestra luna de miel tardía,— dijo Hafid— aunque yo te he disfrutado todo éste tiempo mi amorcito.
— ¡También yo te he disfrutado muchísimo!—dijo ella— pero una salida como ésta es maravillosa.
— Después vamos a venir con toda la familia para que conozcan este maravilloso paraíso— dijo Hafid.
— ¡Te amo amor! — dijo Sylvia.
Salieron del hotel y caminaron olvidando por un instante todo y solo se concentraron en ellos, como si no existieran más personas en todo el universo.
El mundo era para ellos y nadie más existía a su alrededor, solo aquella masa azul inmensa que no tenía fin, porque al final parecía unirse con la inmensidad de los cielos.
El día era espléndido y como si existiera una confabulación para que ellos estuvieran cómodos, todo el tiempo que estuvieron allí fue lleno de sol.
Sylvia y Hafid eran una pareja en luna de miel para todos los que los veían pasar, ellos demostraban con gestos todo el amor que sentían el uno por el otro.
Como cada noche en la suite que ocupaban en el hotel, el amor unido a la pasión y el deseo que sentían se desbordaba en aquellas cuatro paredes.
No había restricciones a la hora de demostrar todo lo que sentían, unían sus cuerpos ansiosos de ser complacidos; las manos de Hafid se movían con habilidad por cada rincón del cuerpo de su mujer.
Sylvia, también contribuía con sus caricias a dar placer a su esposo deseoso de ella, sus pezones se endurecian deseosos de ser tomados por la boca de su esposo.
Hafid la complacía de inmediato y ella arqueaba espalda preparando sus caderas para rdcibirlo, cuando hacían el amor se encendian al rojo vivo.
La semana había pasado rápidamente y ya era tiempo de volver a casa con la familia y continuar con las tareas de la cotidianidad, había sido una semana maravillosamente romántica para ambos.
Se sentían renovados como pareja y más enamorados que nunca, ya en casa los niños demandaban la atención de la madre y en eso Sylvia era como una "mamá gallina" Pendiente de cada uno de sus hijos.
Quería salir con ellos a un parque de diversiones, que disfrutaran de las atracciones y pasar una tarde con ellos, aunque después terminar rendida del cansancio.
Después de un fin de semana movido a causa de la actividad con sus hijos, ese lunes recibió la tan esperada noticia de tener la dirección de sus abuelos maternos.
Empezó a planificar el viaje, esta vez todos irían para conocer a estas personas tan importantes para la vida de Sylvia, hasta su padre Ryan estaría disfrutando de ese maravilloso encuentro.