Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

¡Los amo a todos!..


 

La mujer que estaba adentro de la casa lanzó una exclamación y se apresuró a saber quienes eran aquellas personas que traían noticia de su única hija, a quien no veía desde hacía más de veinte años. 

— Buenas tardes— saludó la mujer— ¿Que saben de Daphne? 

La voz de la mujer estaba llena de ansiedad por querer saber. 

— ¿Podemos pasar?— dijo Hafid. 

— ¡Oh sí! ¡Qué descortesía! ¡Adelante y siéntense!— dijo la mujer. 

Se sentaron con rostros ansiosos por saber de su hija. 

— ¿Quienes son ustedes?— dijo la mujer— ¿Que saben de mi Daphne? 

— Señora Abigail, Soy Sylvia, hija de su hija Daphne Montgomery, lamentablemente mi madre falleció cuando nací y no pudo verme crecer.— la voz de ella estaba llena de emoción. 

— ¿Eres nuestra nieta?—dijo el hombre llamado Larry— nunca supimos más de Daphne, ahora sabemos porque. 

— La información que tengo es que al embarazarse huyó de casa y luego al momento del parto se complicó su salud y falleció— dijo Sylvia. 

La mujer empezó a llorar con un llanto silencioso, la lágrimas detenidas por tantos años empezaron a fluir sin que nadie las detuviera, su esposo la abrazó cariñoso, también estaba lleno de tristeza. 

Después de calmarse Abigail dijo:

Daphne era voluntariosa, quería vivir en la ciudad, "Ver otros paisajes más atractivos que éste pueblo sumido en la miseria" Según sus propias palabras. 

Cuando cumplió dieciocho años, quiso probar y vivir lejos de casa, a mi y a su padre se nos partió el corazón de dolor, no quiso escuchar razones, "Ella ya era grande y podría defenderse" Nos dijo.

— Convencí a Larry de que la dejáramos desplegar sus alas y conquistar la ciudad— dijo la mujer. 

— había pasado como unos cinco meses cuando regresó— dijo Larry— nos dijo que se había enamorado de un chico y esperaba un hijo, se veía felíz. 

— Estuvo dos semanas con nosotros y regresó a la ciudad, se reuniría con el padre de su hijo y vendría a casa para cuando naciera el bebé— dijo Abigail. 

— Nos pareció que no estaba bien que vivieran sin estar casados y ella respondió: "Lo importante es que nos amamos" Salió ese día por esa puerta y jamás regresó. 

— ¡Qué triste!— dijo Sylvia— yo soy ese bebé fruto de las relaciones de Daphne con Ryan Norris. 

— Así se llama tu padre— dijo Larry— ¿podemos abrazarte? 

Sylvia se levantó y se acercó a ellos abrazando a los dos al mismo tiempo. 

— Te ves tan fina y con dinero y nosotros somos muy pobres, no queremos llenarte de sucio— dijo Abigail— me alegra tanto que hayas conocido otros lugares y estés bien. 

— Abuela Abigail, abuelo Larry, lamentablemente no hay una historia muy linda detrás de mi nacimiento— dijo Sylvia— cuando nací, cómo ningún familiar me reclamó en el hospital, me enviaron a un orfanato. 

—¡Oh! ¿Cómo pudo haber sucedido eso?— exclamó Larry— ¿y tu padre?

Ahora fue Sylvia quien empezó a narrar la historia a sus abuelos, ellos escuchaban atentamente, luego que ella terminó con su narración Larry dijo:

— ¡Entonces ese sinvergüenza se burló de mi hija! 

— Tenía miedo y cuando se decidió a buscarla ya ella había fallecido— dijo Sylvia— se conocían muy poco entre ellos, él no supo dónde buscar, porque Daphne nunca le dijo nada sobre ella. 

— Así era Daphne— dijo Abigail— creía que todo lo solucionaba con querer, mi pobre hija, no la conociste entonces. 

— No abuela, tuve la dicha de casarme con éste hombre maravilloso, quien ha movido cielo y tierra para encontrarlos— dijo Sylvia— no fué fácil, pero acá estoy con ustedes y soy la mujer más feliz del mundo el día de hoy. 

Abigail se levantó y fue a un viejo armario y buscó un libro con muchos recuerdos plasmados en varias fotografías,  lo pusieron en una vieja mesa y empezaron a hablar de cada foto donde aparecía Daphne.

No eran muchas cuando era una bebé, en la escuela y cuando cumplió dieciséis, Abigail le contó que Daphne quería una hermosa fiesta, pero no había dinero para esos lujos y lloró mucho. 

— Pobre madre mía— dijo SylviaSylvia— era muy bonita, su cabello es rojo como el mío; tenía tantas ilusiones que no pudo llegar a plasmar, se fue tan joven. 

— Si, te pareces mucho a ella, solo tus ojos son diferentes; pienso que cuando su novio la rechazó le dió vergüenza volver y prefirió  quedarse a deambular por las calles, antes de venir y pedirnos ayuda— dijo Larry— gustoso hubiera dado mi vida por ella. 

— ¡Tengo los ojos como mi padre! ¡Oh abuelo! No sufras imaginando cosas, lo importante es que ella se llevó el amor de ustedes y ustedes la esperaron por siempre— dijo Sylvia— ahora estoy yo acá con ustedes, pidiendo que me amen ahora, ¿creen que puedan? 

—¡Mi pequeña niña, por el solo hecho de ser hija de nuestra Daphne, ya te amamos muchísimo! — dijo Abigail— estoy muy contenta de conocerte, pero tienes mucho dinero y nosotros tan pobres. 

— Abuela, ustedes ya no pasarán más necesidades, yo me ocuparé de todo lo que necesiten de hoy en adelante— dijo Sylvia— no se preocupen por nada, son mis abuelos y voy a velar por ustedes. 

— Esto es un verdadero milagro para nosotros hija,— dijo Abigail— Larry y yo no lo hemos pasado muy bien, somos muy adultos y solo tenemos una pequeña pensión. 

— Ya no habrá más ansiedad por tener carestía, nada les faltará se los prometo— dijo Sylvia— tienen bisnietos abuelos. 

— ¡Eso es maravilloso!— dijo Larry— ¿Cuando los conoceremos? 

— Hoy mismo— dijo Hafid— vienen con nosotros, vivirán en nuestra casa acá en Londres, vengan a casa conocerán al resto de la familia. 

Ellos estaban fascinados con todo lo  sucediendo, aquella casa era sumamente hermosa y llena de lujos que jamás pudieron imaginar, Sylvia y Hafid los llevaron de compras para mejorar la apariencia de sus abuelos. 

Los niños al verlos se emocionaron mucho y salieron al encuentro para abrazarlos y darle una efusiva bienvenida. 



#983 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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