Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Queremos la verdad...

Hafid y Sylvia se encerraron con Amira y Farid, no era fácil ésta conversación, aunque sabían que un día sucedería, no esperaban que pasara de ésta manera. 

Los niños tenían sus caras llenas de expectativas, no sabían qué era lo que estaba pasando, pero sus padres se veían preocupados y eso significaba que algo grave estaba pasando. 

Hafid se aclaró la garganta y empezó diciendo:

— Esa mujer que se les acercó, quién dijo llamarse Deborah, es nuestra prima, pero no es una buena persona. 

— Lo sabemos papá— dijo Amira— ¿Quién es Rachel? 

— Ésta conversación no debió suceder de ésta manera, pero Deborah con su mala intención la adelantó— dijo Hafid— antes de estar casado con Sylvia, estuve casado con Rachel. 

— ¿Y dónde está ella?— preguntó Farid. 

— Rachel falleció cuando ustedes eran unos bebés— dijo Hafid. 

— ¿Entonces ella es nuestra mamá?— preguntó Amira. 

— No hermana, nuestra mamá es Sylvia— dijo Farid. 

Hafid los miró y ellos se miraron entre sí, sin comprender la mirada de su padre. 

—Sylvia, llegó cuando ustedes habían nacido, Rachel, es vuestra madre biológica— dijo Hafid. 

— Si mis niños, cuándo yo llegué a la vida de ustedes ya estaban crecidos, pero los amé desde el primer momento. 

— ¿Por qué nos engañaste papá?— reclamó Amira. 

— Porque en ese momento eran muy pequeños y no iban a comprender— dijo él— pensábamos hacerlo cuando cumplieran doce años, pero Deborah con toda su maldad hizo que sucediera antes. 

— ¡Debiste decir la verdad siempre!— se quejó la niña. 

— Yo quiero mucho a mi mamá Sylvia, no deseo otra mamá— dijo Farid. 

— Quiero que se enteren que todo lo que hice fue por el bien de ustedes dos— dijo Hafid. 

— ¡Debiste decir que estaba muerta, para llevar flores a donde está!— dijo Amira. 

— ¡En ese momento quería ahorrarles cualquier sufrimiento, solo tenían dos años  y no sabía qué hacer!— exclamó Hafid. 

— Por favor entiendan que su padre estaba desesperado, cuando su madre falleció— dijo Sylvia. 

— ¡Tú no digas nada! ¡No eres nuestra madre!— estalló Amira. 

— No  le hables así a tu madre, quizás ella no los llevó en su vientre por nueve meses, pero los ha llevado en su corazón desde que los conoció— dijo Hafid— ¡Ni siquiera su madre biológica,los ha amado como lo ha hecho ella! 

— ¡No Hafid, no les digas eso por favor!— suplicó Sylvia. 

— ¡Que lo sepan todo de una vez, amor! — dijo él— después viene cualquier persona a decir cosas como no son y ya ellos se creen con el derecho de venir e insultar sin ningún fundamento. 

— ¡Papá yo estoy muy confundido, cuenta

toda la verdadera historia de esa Rachel que es nuestra madre, papá! — dijo Farid. 

— Conocerán toda la verdad sobre Rachel— dijo Hafid. 

— Voy a salir— dijo Sylvia— no me siento muy bien. 

— ¡No mamita! — dijo Farid— ¡Quédate por favor! 

—Si amor, por favor quédate, eres parte fundamental de nuestra vida— dijo Hafid— y aunque éstos niños están ansiosos por saber de su madre biológica, ellos te aman. 

Ella movió su cabeza afirmativamente y se sentó nuevamente. 

Hafid comenzó su relato para sus hijos con las palabras más sencillas, para que ellos no tuvieran complicaciones ni ninguna confusión en sus mentes. 

— Rachel y yo nos casamos y dos años después vinieron ustedes, ella no se sentía contenta por tenerlos, su trabajo le exigía estar bella en todo momento— dijo él— Rachel viajaba mucho por sus contratos de trabajo, pero no era muy feliz, un día salí de casa, y en el trabajo me llamó la niñera de ustedes, informando que había fallecido. 

Amira y Farid eran chicos muy inteligentes, sabían escuchar y prestar atención, de vez en cuando abrían los ojos sorprendidos ante las revelaciones que escuchaban. 

Después de escuchar por un buen rato se quedaron callados y Hafid les dijo:

— ¿Algo que deseen decir?

 Amira quién era la más afectada, se quedó pensando unos instantes y luego dijo:

— ¡No entiendo mucho de lo que dices, papá! ¡Todavía, no entiendo porque no nos dijiste la verdad! 

— Sí,  tampoco entiendo  muchas cosas —dijo Farid. 

— En ese momento estaba muy enojado, aunque son situaciones que ya he superado, gracias a esta maravillosa dama que ha estado presente en nuestras vidas— dijo él. 

— ¡A mi me gusta mi mamá Sylvia!— dijo Farid— no debiste engañarnos. 

— Lo hemos hecho juntos, amor— dijo Sylvia. 

En ese momento la voz de Amira interrumpió la conversación y preguntó:

— ¿Tienes fotos de mamá? Me gustaría saber cómo era. 

— A mí también, aunque me siento confundido— dijo Farid. 

— Yo entiendo que esto no es fácil para ustedes, quizás haya alguna fotografía por allí, hay que revisar— dijo Hafid. 

— ¡Hazlo pronto! — dijo Amira— y no más engaños papá.

— Si, también me gustaría conocerla— dijo Farid triste. 

— Está bien, denme un tiempo para revisar y encontrar— dijo Hafid. 

— ¿Podemos ir a nuestras habitaciones papá?— preguntó Amira. 

Hafid los dejó ir sin ninguna objeción, era bueno que pensaran un poco a solas, Sylvia se sintió devastada. 

— Ni siquiera volvieron a mirarme— dijo ella— me ignoraron por completo. 

— Da un poco de tiempo, ya se les pasará éste primer impacto— prometió Hafid— aunque el niño está reacio a aceptar a Rachel, está confundido y Amira, enojada. 

— Tengo temor que ya no deseen nada de mí— dijo Sylvia. 

— Amor, ellos te aman y desde que recuerdan tu eres la única que ha estado dándole todo lo que ellos han necesitado a nivel emocional— dijo Hafid. 

Se dedicaron a buscar en los álbumes de fotografías que estaban almacenados en una cómoda de la habitación de la biblioteca, empezando a buscar alguna foto de Rachel. 

Después de algunas páginas encontraron algunas, las sacaron para mostrarlas a los niños. 

— Ve tu amor— dijo Sylvia— te corresponde a tí pasar por ésto con ellos.



#1642 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.