Una mamá para navidad

Capítulo 1

 

Escocia - Glasgow, 10 de diciembre de 2019

Los pequeños pasos de la niña sonaron por toda la casa, la pequeña Damaris se acababa de despertar y bajaba rápido las gradas para poder desayunar con su padre.

—¡Pequeña dama! —hablaron las mujeres corriendo tras ella—, se puede caer.

La pequeña dama como todos la llamaban era una niña pequeña de unos 5 años aproximadamente, tenía unos hermosos ojos azules que heredó de su madre y su hermoso cabello rojizo ondulado, como el de su padre.

—¡Papi...! —corrió la pequeña a los brazos de su padre, cuando lo encontró en la sala leyendo algo importante en su tablet.

—Mi hermosa princesa —la recibió en sus brazos y le dio varios besos en sus mejillas.

Marco Campbell era un hombre alto de unos impresionantes ojos grises, de cabello rojizo como las llamas del fuego, pertenecía a una familia muy importante en toda la ciudad.

—¡Papi, hoy me llevaras al jardín! —hablo mientras lo abrazaba.

—Hoy no podré llevarte mi pequeña, tengo una reunión muy importante en la empresa —se disculpó mientras la acomodaba en sus piernas.

—Dijiste que me llevarías —hizo un puchero.

—Perdóname princesa —la dejo en el suelo—, pero te prometo que llegare para recogerte.

—¡Siempre me dices lo mismo —se cruzó de brazos—, a todos mis amigos le dejan sus papás en el jardín, pero tu nunca me llevas ni me recoges!

—Sabes que siempre cumplo mi promesa, cierto —soltó mientras la miraba.

—Cierto, papá siempre cumple sus promesas —añadió mientras colocaba su pequeña mano sobre el rostro de su padre.

—Eso es cierto —sujeto su manita y deposito un suave beso—. Nana, ¿cuándo es el festival de navidad?

—En vísperas de Navidad señor, la pequeña dama me indico que no iría ese día —hablo la nana mientras lo miraba.

—Hay algún motivo por el que no quieres ir —miro a su hija.

—Papi, todos mis amigos irán al festival de navidad con su mamá y papá. Como yo no tengo mamá, no quiero ir.

—Mi vida —hablo mientras se ponía en cuclillas para estar a la altura de la mujer que era dueña de su corazón—, tú sabes que mamá murió cuando eras aun un bebe. Pero aquello no significa que no tengas mamá. Aunque tu madre no esté en vida aquí con nosotros, ella está presente en nuestra memoria.

—Papi, ¿por qué no hay ni una foto de mi mamá en la casa? —se puso a señalar las fotos que habían de ella cuando era bebé.

—Teníamos muchas fotos, pero todas se perdieron cuando nos mudamos de casa.

Marco le había mentido, la verdad era que no tenían ninguna foto juntos, las cosas sucedieron demasiado rápidas que no llegaron a conocerse bien. El matrimonio forzado fue la peor decisión que tuvieron que afrontar.

—Pequeña dama —hablo la nana mientras miraba el reloj de su muñeca—, es hora de desayunar.

—La nana tiene razón —hablo Marco mientras se ponía de pie, sujeto la mano de la pequeña y se fueron al comedor—, es hora de desayunar.

—No olvide que a su maestra no les gusta que lleguen tarde —soltó la nana.

—Mi maestra es muy buena conmigo —soltó Damaris—, me dijo que soy una niña muy buena.

Marco se imaginaba como era la maestra de su hija, sin duda alguna era una gran persona para que su hija la alague tanto.

—Eso te dijo tu maestra —agregó Marco mientras la ayudaba a sentarse y se acomodaba a su lado.

—Si, no es cierto nana —vio a la mujer y ella asintió.

—La maestra es muy buena con la joven dama —añadió la nana—, tiene una gran paciencia no solo con ella, sino con todos los niños. En las reuniones del jardín, habla tan bien de todos ellos que los padres están maravillados con ella. Pero claro el señor no sabe nada de eso, ya que no va a las reuniones del jardín.

—Nana, ya entendí lo que tratas de decir —dejo la taza sobre la mesa y miro a la nana—, ¿cuándo es la próxima reunión?

—Esta tarde señor —agregó mientras miraba su agenda—, la reunión será a las 6 de la tarde.

—¿Dónde será la reunión? —la miro interrogante.

—Papi —lo miro su pequeña hija—, las reuniones siempre son en nuestros salones.

—Claro que si hija —le regalo una sonrisa.

—Y antes de que preguntes, mi salón es de las constelaciones.

—¿Constelaciones? —pregunto sorprendido.

Hace cinco años que no oía hablar a alguien de las constelaciones, la única persona que le hablaba de las constelaciones era ella, pero de ella no sabía nada.

—La maestra llamo así al salón. A cada niño les dio una constelación. La pequeña dama es la constelación de Fénix.

—Mi maestra dijo que mi cabello rojizo le recuerda a alguien muy importante de su vida —añadió sonriendo—, es por eso que cuando llego al salón, mi maestra me peina mi cabello, mi cabello es del color de las llamas del fuego.




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