Una mamá para navidad

Capítulo 3

 

—Llegamos señor —hablo el chofer.

—Gracias tío William —soltó la niña mientras salía del vehículo.

—Sea bienvenida pequeña dama —hablo la nana cuando la vio.

—Nana, hoy mi papá se encontró con su mejor amiga —Damaris hablaba contenta—, mi maestra es su amiga de la infancia.

—Pero que sorpresa —añadió la nana siguiéndole el juego a la niña.

—La verdad es que fue una gran sorpresa para mi —soltó Marco mientras se sentaba en el sofá.

—Papi la invitara a cenar con nosotros —la pequeña miro a su papá y el asintió.

—Desea que organicemos una cena —soltó la nana mientras sacaba su libreta para tomar apuntes—, dígame que desearía para cenar.

—Aún no sabemos si aceptara la invitación —miro a su pequeña hija y pudo ver cierta tristeza en su mirada—. Creo que debería invitarla mañana cuando te vaya a recoger.

—¡Si....! —gritó emocionada la pequeña—, mañana papá ira a recogerme.

—Mañana no tiene una reunión importante señor —soltó la nana.

—Descuida nana.

—Papi —soltó la niña.

—Dime princesa.

—Me gustaría regalarle algo a mi maestra —agregó mientras se sentaba a su lado—. Tú sabes que le gustaría.

—Recuerdo que le gustaba mucho los perritos —soltó Marco mientras recordaba el pasado.

—Nana, podemos ir a comprar un perrito —añadió la niña saltando del sillón y corriendo hasta su nana.

—Pequeña dama, lo mejor sería que adoptemos un cachorro.

—Adoptar —añadió mirando a su padre—. Se pueden adoptar a los cachorros.

—Claro que si hija —soltó su padre—, este fin de semana te gustaría ir a adoptar uno.

—Si... —volvió a gritar emocionada.

—Señor —hablo la señora Pots, una mujer gordita de edad, con cabello blanco como la nieve—, la comida esta lista.

—Señora Claus —hablo la niña—, ¿Cuándo ira al polo norte? —pregunto la niña.

—Mi pequeña dama, aun es muy pronto para que me vaya. Ya no quieres que este con ustedes.

—Claro que no, me gusta tu comida, solo quisiera saber si, cuando te vayas, puedes llevar la carta para Papá Noel.

—Claro que sí, yo sé la daré personalmente —respondió contenta y al mirar al señor de la casa vio una sonrisa en sus labios.

—Bueno —soltó Marco poniéndose de pie—, vayamos a almorzar.

La casa en la que vivía era demasiado grande para ella, desde el principio quiso vivir en un pequeño departamento, pero a Fabio no le gustó la idea.

—¿Por qué sigues con esa cara? —soltó Fabio molesto—, acaso sigues molesta por lo que dije.

—Cállate —soltó molesta Damiana.

—Vamos —Fabio le sujeto bruscamente de la mandíbula y la obligo a que lo mirara—, deberías estar tranquila ya que me comporte como debía. Debo decir que tener un amigo como Campbell te ayudara a saldar la deuda que tienes conmigo. Solo debes decirle que me apoye con un negocio.

—Estás loco —escupió molesta—, no puedo pedirle eso, además nos vimos después de años, es como un desconocido para mí.

—Yo sé que él está interesado en ti —escupió molesto—, y tu... no podías quitarle los ojos de encima.

—Estas equivocado.

—Solo espero que no tengas otro encuentro a solas con él.

—Está claro que me voy a ver con él, su hija es mi alumna.

—Cariño, no quiero pasar por lo mismo otra vez, no quisiera encerrarte en la casa, si deje que trabajaras fue porque me imploraste, y después de la perdida de nuestro bebe, accedí a tu petición.

—Quiero ir a casa —soltó cansada—, en la tarde tengo una reunión.

—Claro cariño —agregó mientras le sujetaba la mano y depositaba un beso en el dorso de su mano.

Las horas pasaron rápido, cuando llego la noche Marco sujeto las llaves de su auto y salió de la casa.

—¿Desea que lo lleve, señor? —pregunto el tío William

—No te preocupes —añadió mientras subía al auto—, ve a cenar y descansa.

—Claro señor —agregó mientras se daba vuelta e ingresaba a la casa.

El viaje transcurrió con normalidad, estaba nervioso por volverla a ver y una sonrisa se dibujó en sus labios cuando la vio bajar de su auto, estaba con un abrigo largo de color rojo, tenía unos guantes y un gorro blanco.

—Damiana —hablo cuando llego hasta ella—, ¿cómo estás?

—Marco —añadió nerviosa—, pensé que vendría la señora Ford.

—A partir de ahora yo vendré a las reuniones.

—Comprendo —agregó desviando su mirada de aquellos ojos que penetraban su alma. Cuando se disponía a caminar, un viento fuerte hizo que su gorro saliera volando por los aires y termino a unos metros de ellos. Sin dudarlo Marco camino lentamente y lo levanto entre sus dedos, pudo percibir un aroma familiar y sin pensarlo se llevó el gorro hasta la nariz y pudo disfrutar de ese aroma conocido para él. Saliendo de sus pensamientos, se levantó y camino hasta llegar frente a Damaris, sus manos actuaron por si solas y acomodándole el cabello le coloco el gorro y deposito un beso sobe su frente. Aquella acción la realizaba cuando eran pequeños, siempre estuvo pendiente de ella.




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