Una mañana mejor

One

Bob se levantó como todos los días. Miró el rostro de su esposa y se quedó observándola por unos minutos. Exactamente cinco minutos después el reloj comenzaba su sonido. Tenía un pequeño departamento en un edificio gigantesco repleto de pequeños departamentos, nada ostentoso, dos habitaciones, una cocina, sala comedor y un baño con cuarto de servicio. Como cada mañana Bob se dirigió al espejo del baño para ver su rostro.

Se vistió para salir a correr, fue un parque multifamiliar donde todos hacían diferentes tipos de actividades. Por suerte para él es un día sábado, sin prisas para correr diez minutos más y sobre pasar su récord que él mismo había fijado la semana pasada. Hasta llegar a una tienda de abarrotes muy bien surtida donde estaba en letras grandes “Tienda Smith”, la puerta automática se abrió indicado que él es el ganador de la carrera y único palpitante.

—Buenos días señor Brown, un nuevo récord mundial acaba de ser roto por usted.

—Buenos días Sharik, oye ya llevamos casi una década conociéndonos, creo que es tiempo de que me digas por mi nombre.

—Lo siento señor Brown, es una tradición que me dejó mi padre al fundar esta tienda, cuando llego a este país se dijo que sería símbolo de un ciudadano ideal sin olvidar las costumbres de su antiguo país.

—Bueno, si ese es el caso no puedo discutir con esa lógica. Dame nada más esto.

Bob había recogido unos huevos, verduras, leche y pan integral.

—Buena elección señor Brown, un desayuno equilibrado.

—Lo se Sharik. El cuerpo necesita los suficientes carbohidratos y proteínas equilibradas.

Al llegar a su hogar saludo a su esposa con un beso y todo un desayuno completo en una pequeña tabla con patas para que no tuviera que levantarse de la cama.

— ¿Pero qué es esto?, no íbamos a ir a desayunar fuera.

—Es más una disculpa que un desayuno, Peter me mandó un email si no podía ayudarle hoy con un trabajo, será rápido. Regreso para antes de las diez.

Bob no se quedó a desayunar, solo le dio tiempo para servirle a su hijo y darle un cálido beso en la frente, despidiéndose de él con mucho amor.

El camión como siempre puntual en la parada, saluda al conductor como todas las mañanas y a la gente que normalmente se encuentra los sábados que tiene que ir a trabajar.

—Si todos trabajamos como usted señor Brown, estaríamos en los primeros lugares de todo.

El sólo se pudo reír del comentario, se sentó en medio de una chica rubia que leía una novela y una señora mayora que leía la misma novela. Si sólo supieran una de la otra harían un club de lectura muy interesante pensó Bob.

En un instante todo pareció detenerse, Bob noto como el autobús giraba, un camión de basura impactó contra el camión de pasajeros estrellándose contra una pipa de gasolina, noto como los cristales se fragmentaron y como el fuego. Incluso noto el color azul de la anciana mientras ella se colocaba enfrente de él como escudo. La señorita del otro lado hizo lo mismo al igual que el chofer y el resto de los pasajeros, su cuerpo quedó completamente inmóvil a manera que no sufriera un daño grave mientras la piel de los pasajeros se derretía y solo quedaba el rostro intacto. Sus cuerpos adquirieron un rojo naranja, ardiendo por las altas temperaturas, resistiendo un vacío que protegía el cuerpo de Bob. Noto incluso una pequeña lagrima de la anciana brotar y quedar suspendido en el aire por unos segundos. Hasta que todo quedó en calma.

En el momento que todo paro cada mano que sostenía el cuerpo de Bob lo comenzó a soltar y todos los cuerpos comenzaron a enfriarse quedando un cuerpo de alguna especie de aleación de metal.

—Tranquilo Bob—, se dirigió una voz a su espalda, un cuerpo blanco y cromado se acercaba a él mientras que los transeúntes lo miraban sin ninguna expresión veían a Bob, como si fuera lo único que valía la pena su atención en ese momento. —Estamos aquí para protegerte.

Bob corrió a toda prisa a su casa, el tiempo pareció detenerse, las personas que quedaron observándose dejando hacer lo que estaba haciendo. Al llegar a su casa noto esa misma mirada en la cara de su esposa como si no tuviera sentimiento ni voluntad propia. Cuando giro en una esquina para pasar en la Tienda Smith, Sharik lo saludaba como siempre mientras sonreía al ver la cara de preocupación de Bob su rostro cambio a una de preocupación, en la mente de Bob se dijo “al menos no es en todas partes”.

—Hijo, ven.

—Bob, no hagas esto, estamos aquí para protegerte.

El mundo de Bob se quebraba. Desaparecía en cuanto le decían esas mismas palabras. Recogió a su hijo en brazos y mientras bajaban las escaleras, esas siluetas blancas y cromadas subían. En un movimiento desesperado provocado por el inmenso vacío en el cual se consumía, Bob decidió saltar al techo de la Tienda Smith. El salto fue observado por las siluetas y de igual modo saltaron para tratar de atraparlos, todos fallaron y Bob cayó en un sonido seco al asfalto muriendo con su hijo en brazos.



#26790 en Otros
#8383 en Relatos cortos
#4231 en Ciencia ficción

En el texto hay: amor verdadero, amor

Editado: 19.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.