Una fría tarde de enero, las familias encerradas en sus hogares, Jillian observaba por la ventana a una madre llevando a su hijo a la escuela, deseando tener la oportunidad de tener uno para darle todo el amor y cariño que posee.
Habían pasado cerca de dos años desde que junto a su pareja se entero que es estéril, razón por la cual él la dejó, cinco meses estuvo con depresión, tomó licencia de su trabajo como maestra de niños especiales, se apartó de su vocación, del mundo, de la belleza de vivir, sin saber que conmovió el corazón de una joven ángel.