Una Melodía Mortal

Capítulo 4

Krestel

Atravesar El bosque de los lamentos será una prueba difícil. No conozco a nadie que haya sobrevivido una vez que pise esas tierras. Es una trampa mortal diseñada para matar a sus presas. Los seres más viles y siniestros abundan en las profundidades. Almas rotas y traidoras que nunca tendrán descanso ni el perdón de los dioses. Almas condenadas a sufrir hambre y un dolor interminable que no se compara con nada en este mundo.

Cualquiera que se atreva a entrar en mi reino deberá estar dispuesto a enfrentarla. Es un escudo de protección que crearon mis antepasados ante la llegada de forasteros desconocidos. Los soldados y ella tendrán que pelear por la supervivencia. Qué divertido. Veremos si después aún está interesada en permanecer aquí.

Contemplo el cielo rojo con nubes grises cubriéndolo mientras bebo otro sorbo de sangre espesa. Me pregunto cuánto tiempo les costará llegar al castillo. Es un largo camino y agotador. La única ventaja es que envié a mis hombres más capaces para recogerla. Tienen órdenes estrictas de protegerla. ¿Podrá ella...?

Skar me mira desde la barandilla del balcón con intensos ojos rojos esperando alguna orden. No habla, pero sabe lo que pasa por mi mente. El murciélago me conoce muy bien. Es una criatura leal que jamás me abandonó desde que era un niño. El último recuerdo que conservo de mi padre.

—Ve por ella y asegúrate de que llegue intacta —demando.

Sin echarme otro vistazo, el murciélago despliega sus alas hacia el cielo y nunca mira atrás. ¿Dónde quedará la diversión si ella muere muy rápido? La necesito viva para torturarla y tener su sangre a mi completa disposición.

🦇

Raven

Hemos permanecido atrapadas dentro del carruaje en movimiento durante horas. A pesar de que es cómodo y espacioso no hay forma de que me sienta a salvo. La ventana enseña un escalofriante escenario que me hace contener el aliento.

Mi columna está tan rígida que parece como si estuviera a punto de romperse. La fina capa roja apenas es capaz de cubrirme del intenso aire helado que envuelve el bosque. Mi sangre licántropo nunca me ha permitido sufrir frío, pero ahora por primera vez en mi vida estoy temblando. Mi piel se llena de escalofríos.

Detrás de nosotras viajan los hombres de Krestel, la guardia real nos ha explicado Mirko. Ellos tienen el trabajo de llevarnos al castillo, pero dudo mucho que lleguemos completas. Hay algo en el ambiente que me mantiene alerta. ¿Cuántas horas ha durado el viaje? Perdí la cuenta. Nada está bien aquí.

—No —susurra Ava como si oyera mis pensamientos —. Puedo escuchar sus lamentos y sentir el sufrimiento.

Trago con dificultad.

—Pensé que llegaríamos antes del anochecer —digo, mi voz filosa e insegura.

La ventana se empaña cuando suelto un aliento tembloroso. No hay señales de animales o algún signo de vida. Solo árboles muertos con ramas sin hojas y niebla. Arrugo la nariz cuando el aroma a putrefacción sube a mis fosas nasales. ¿Dónde diablos estamos?

—Suponiendo que él no tuvo la amabilidad de venir por nosotras nos llevará más tiempo —Ava está molesta e irritada por primera vez desde que iniciamos esta locura —. Estamos en una zona dónde ni el diablo vendría.

—Dioses... ¿Qué es este lugar exactamente?

—El bosque de los lamentos —responde mi hermana —. Es el escudo de Arkos. Cualquiera que entre al reino deberá tener la valentía de pisar estas lúgubres tierras si quieren ingresar al castillo. ¿Has visto animales?

—No.

—Porque están muertos cómo los árboles—prosigue —. Aquí son enviadas aquellas almas pecadoras que traicionaron sus propias tierras. Los criminales más repulsivos del reino.

Mi estómago es una bola retorcida de miedo y ansiedad. Mi corazón late con perplejidad y la conmoción se refleja en mi cara. Ava saca una daga de su bolsillo que nunca había visto en mi vida.

—¿De dónde lo sacaste?

—Un regalo de mamá hace dos años —explica —. Ella sabía que debíamos estar preparadas.

—Yo no lo estoy.

—Lo sé.

—¿Al menos sabes usarla?

Su expresión es de puro aburrimiento. Robin está tranquilo en su jaula porque Ava se encargó de envolverlo con una manta de lana.

—Por supuesto que sí. ¿Dudas de mi capacidad?

—Nunca lo haría, pero espero que no sea necesario usarla —Toco la ventana con los nudillos y Mirko se acerca cabalgando y una sonrisa amable. No entiendo cómo pueden sobrevivir al clima de afuera. Hay aguanieve —. Disculpe, soldado.

—Alteza.

Odio esa palabra, pero no voy a corregirlo. Es mejor mantener las formalidades.

—¿Dónde pasaremos la noche?

—Su hermana y usted dentro del carruaje —dice —. Nosotros seguiremos con el viaje.

Miro con inseguridad el bosque rodeado de niebla y musgos.

—¿Cuánto tiempo nos tomará llegar al castillo?

La risa de Mirko me toma desprevenida. Es juvenil, dulce y despierta una especie de calidez en mi pecho. Ha tenido el valor de hablarme a pesar de que sus compañeros no lo aprueban. Los demás me miran como si fuera una deidad peligrosa que les arrancará los ojos.

—Dos días aproximadamente si tenemos suerte.

No reprimo el chillido horrorizado. ¿Dos días? ¡Oh, no! Será horrible viajar en este carruaje durante ese transcurso. Quiero bañarme, hacer mis necesidades y dormir en una cama cómoda.

—¿Qué?

—Ahora el principal objetivo es sobrevivir al bosque —Mirko inclina la cabeza, su voz se disculpa incluso cuando sus palabras hacen promesas—. No se preocupe, alteza. La mantendré a salvo con mi vida.

Me froto los brazos para calmar los escalofríos invadiéndome.

—¿Qué pasa con los demás? ¿Estarán bien?

Ralentiza los pasos de su caballo.

—Estamos cumpliendo con nuestro deber. El rey nos encomendó un trabajo y es un honor llevar a la futura reina de Arkos a la Fortaleza Markovic. No hay nada que temer.




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