Una Melodía Mortal

Capítulo 17

Krestel

La gran figura de Skar vuela muy cerca del barco mientras Raven lo mira con una sonrisa. La falda de su vestido ondula con la fuerza del viento y alborota su largo cabello rojo. Estoy hipnotizado por esta mujer.

Cierro los ojos, inhalando su dulce aroma que perdura en el aire. El sabor de su sangre inunda mi lengua y tengo que contenerme para no consumir otra gota. Lo mezclé con la bebida más fuerte de Arkos en un intento de disminuir su fuerte adicción, pero ha sido en vano.

Anoche me aseguró que no está asustada de mi naturaleza, incluso se ofreció a darme el dolor que tanto anhelo. ¿Puede ser más perfecta? Ella también siente la fuerza del lazo, ese tirón que nos rodea como una soga al cuello que dificulta la tarea de respirar. Cuando no está cerca duele.

Y lo comprobé durante esa semana que me mantuve apartado de ella.

Mi piel zumba por el escozor que azotó mi espalda una y otra vez. La presión del látigo, los cortes severos que me ayudó a olvidar un segundo que soy un monstruo. Solo un segundo... Estaba acostumbrado al hambre y el sufrimiento que me impuso la maldición, pero desde que Raven ha llegado al castillo es imposible resistir a la tentación. Es un castigo. El karma personificado y yo una bomba que estallará en cualquier momento. ¿El resultado? Ella muerta.

No.

Ha sobrevivido semanas a mi lado y pude contenerme lo suficiente. Tengo que darle un poco de crédito a mi autocontrol. Aún respira y es una gran victoria. Si se tratara de cualquier donante estaría tres metros bajo tierra.

—Esa expresión en tu cara asusta como la mierda —dice Nikov.

Desvío mis ojos de Raven y tenso los labios para enfocarme en el idiota de mi primo. Por supuesto que no desperdiciará la oportunidad de recordarme que he sido atrapado.

—Vete a otra parte si te molesta.

Se ríe entre dientes.

—No me molesta, imbécil. Es divertido verte en tu faceta de cachorro domesticado. El strigoi más poderoso está enamorado.

Dejo escapar un resoplido.

—¿Enamorado? Es una palabra muy fuerte.

—Conmigo no hay necesidad de fingir —Apoya su cuerpo contra la barandilla, sonriéndome —. Ella te saca de tu zona de confort. ¿Vamos a quitarle el peso a lo que ha hecho? Saliste de tu cueva.

Los asuntos de la corona han estado pudriéndose durante años. Ordené que el Consejo se hiciera responsable mientras me hundía en la oscuridad cada día más. El pueblo no me importaba y a causa de mis malas decisiones los enemigos tomaron ventaja, pero ahora hay una gran diferencia. Quiero hacer las cosas bien. Su significado de la justicia es tan fuerte que no le quitaré peso. Ella ha huido de una guerra para venir aquí. No voy a perturbar su paz. Le daré cualquier cosa que me pida.

—¿Y qué si me gusta? —admito.

Me palmea el hombro.

—Vamos, no solo te gusta. Ella te vuelve loco.

Sí, definitivamente lo hace. Sobre todo cuando es tan combativa y no le da miedo de poner mi culo arrogante en su sitio. Me gusta cada versión que me ha mostrado: la dulce, descarada, valiente, seductora, amable, sensible, humana...

Nikov tiene razón.

Raven está más allá de gustarme.

Estoy obsesionado con ella desde que vi sus ojos azules y su cabello rojo en mis sueños hace años. Desde ese día he seguido sus movimientos, ansioso y asustado de tenerla finalmente conmigo.

No puedo creer que respiramos el mismo aire, está a mi alcance y puedo tocarla cuando quiera. Evité este momento porque nada me asusta más que tener una debilidad. Ella me impulsa a hacer cualquier cosa que la haga feliz. Muchas de mis acciones se han visto motivadas por ella.

El sonido de sus gemidos y la imagen de su cuerpo desnudo permanece en mi cabeza cualquier hora del día. Quema tan profundamente dentro de mi pecho que nunca podré olvidarla. Cada parte de ella se ha convertido en una obsesión: sus pecas, sus pestañas, la punta de su cabello, la forma que se sonroja cuando está nerviosa y sonríe.

Me pertenece.

Es mía.

Que me condenen en el infierno si no se volverá peor cuando la marque.

Nikov observa mi rostro y deja escapar un suspiro.

—Bueno, que me jodan —Se echa a reír —. Tus tendencias psicópatas están peor de lo que imaginaba. Ella te ha cautivado por completo. ¿Te has visto en el espejo hoy? Tu piel está más sana y has sonreído.

—Vete a la mierda o serás el próximo alimento del kraken.

Suelta una carcajada divertida.

—Si necesitas a la tripulación fuera del barco solo debes decírmelo —Me guiña un ojo —. Dudo que soportes un día más por la forma que la estás mirando.

—Apártate de mi vista si valoras tu vida —advierto de nuevo.

Nikov escapa fuera de mi escrutinio con otra carcajada y se une a los soldados. El capitán se asegura de que el barco no choque contra ninguna montaña de hielo y navegamos bastante rápido a pesar del clima congelado. Destapo la pequeña petaca y le doy un sorbo antes de volver a guardarlo dentro de mi abrigo. El sabor explota en mi lengua de la manera más deliciosa y me muerdo el labio para callar el gemido de satisfacción.

Es solo una gota... ¿Cómo se sentirá cuando beba de su cuello? El calor corre mi ingle y aprieto los dientes en señal de frustración. Mi suerte apesta. Estoy obsesionado con una mujer que representa a las escorias que he odiado durante toda mi vida. Admito que ni siquiera recuerdo esa parte de ella cuando la miro.

Solo la veo a ella.

Raven me observa por encima del hombro, notando el calor de mis ojos en su cuerpo. Su cabello rojo llega hasta su cintura y algunas hebras tocan la curva de su redondo trasero. Otra obsesión mía es amar ese precioso cabello. Pronto la envolveré con mi puño mientras la follo por detrás.

—Tienes esa expresión en tu cara —comenta —. Como si no pudieras tolerar respirar el mismo aire que yo.

Me acerco a su espacio, nuestros hombros tocándose mientras apreciamos el agua del océano. Ella no puede verlo, pero yo sí. Los cientos de criaturas marinas que brillan como la luna. Un espectáculo maravilloso que mamá adoraba apreciar.




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