Una Melodía Para Dos

Fin?

"Recuerdos"

Te miró, cual corazón de muerte;

Qué inverso se aleja, como los recuerdos.

Tan fríos, tan callados...

Tan mortíferos como la muerte,

Muerte... Es tan mística, como melancólica.

La vida muerte, tan misteriosa... Como macabra.

Digno ejemplo de tristeza... Cual perfecto recuerdo,

Qué desata el pasado... Tan enigmático... Tan cruel...

El reflejo falla, la cicatriz continúa...

El mundo se distorsiona... Siendo fatídico... El viento ruge, ante la impotencia de mí ser.

Aquél que arrebata... Y nace conmigo...

¡Vive!

Sin miedo a fracasar...

¡Muere!

Esperando vivir un poco más...

Llora... Cuando todo acabe...

Y al final,

Recuerda, lo que un día se fue...

Dejando vida, y... arrojando muerte.

Finaliza, con un nuevo amanecer...

Repleto de amor... Y... Esperanza.

A veces luchamos por sobrevivir sin saber por qué lo hacemos. Pero también nos olvidamos de vivir. Cada minuto es crucial para que algo cambie, ya sea para bien o para mal.

Elian:

—Les juro que no fue mi intención —Al pasar por el portal, lo primero que escucho es la voz de Alexandra la cual aprecia que estaba llorando —Deben creerme.

— ¿Qué haces aquí? —Estaba furioso, no puedo creer que después de secuestrarla tengas la el descaro de dar la cara.

— ¡Mamá! —Mía paso corriendo por mi lado y se dirigió a donde estaba una Levana desmayada.

— ¡Levana! —no sé cómo no la había visto.

Sin esperar más me dirigí a donde estaba ella, llevándome la peor sorpresa que pude haber tenido.

— ¡Mami! ¡Despierta! —Mía estaba desolada llorando al lado de Levana mientras le tomaba de la mano — ¿Por qué no despierta? ¿Por qué no respira? ¡¿Que le está pasando a mi madre?!

Mi padre se acercó de manera rápida hacia Levana y la empezó a revisar.

— ¿Qué le pasa a mi hija?

Mi padre se quedó estático por un momento y luego con un suspiro se levantó, pero aun así no levanto la mirada del suelo.

—Sera mejor que se lleven a Mía de aquí —dijo en un susurro, tanto así que era difícil escucharlo.

— ¿Qué? ¡No! ¡No me iré de aquí, hasta saber que tiene mi madre! —grito furiosa mientras abrazaba a Levana, sin importarle mojarse.

—Mía, cariño. Esta es una conversación de adultos, es mejor que salgas, ya luego te diremos que está pasando. ¿Sí? —Intentaba convencerla, pero sabía que era inútil.

—Escuchen bien, porque solo lo diré una vez —la mirada que tenía Mía era escalofriante —La única manera de separarme de mi madre es si estoy muerta.

—Creo que Mía tiene la capacidad de entender lo que sea que esté pasando —no podía estar más de acuerdo con mi madre —Cariño, sea lo que sea que esté pasando sería mejor que lo digas ya.

—Ella no está bien —dijo mi padre suspirando —Sus heridas son demasiadas profundas y aunque se esté curando, no es suficiente. Ha perdido demasiada sangre y su estado es como de una persona en coma, sus latidos y su pulso son casi nulos. Sinceramente dudo que sobreviva.

Al terminar de hablar todo quedo en un silencio intenso.

Eran demasiadas cosas que digerir en tan poco tiempo.

—No, ella se recuperara —Saúl fue el único que se atrevió a romper el silencio, ya hasta me había olvidado de él —Ustedes no la conocen como la conozco yo, ustedes no saben lo fuerte que es y lo decidida que ha sido siempre. Yo si la conozco, eh vivido con ella 17 años y puedo jurar que por más problemas le han pasado, nunca se ha rendido. Yo sí creo en ella, aunque ustedes no lo hagan.

Dicho esto, salió de la sala dejándonos a todos asombrados.

Era verdad, yo no la conocía lo suficiente, así que no podía decir nada de lo que él dijo.

 

—Creo que lo mejor será llevarla al hospital —dijo mí padre frotando su mentón algo preocupado llamó a una ambulancia, mientras sacaban a Levana para secarla y asi cambiar su transformación.

 

 

Minutos después la ambulancia llegó, Levana empezó a convulsionar por lo que los para médicos tuvieron que intervenirla rápidamente. Al llegar al hospital los doctores la llevaron a la sala de operaciones.

La tensión era notoria en aquellos instantes, las lágrimas de la madre de Levana se juntaban con los sollozos temerosos de Mía.

— ¡Maldita sea! ¿Por qué aún no nos dicen nada? —Alegó Elian muy molesto golpeando la ventanilla de la enfermera. — ¡Responda!

—Joven, por favor tenga paciencia. En unos minutos el doctor encargado vendrá a informarles de la situación. —Explicó la enfermera algo fastidiada.

Elian dio un último golpe y fue a su asiento. Mientras que Mía lo observaba decepcionada, él percibió aquello e intentó hablar con su hija.




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