Una Misión Con Alas

3

Abrí mis ojos y me encontré en mi dormitorio, tenía la pijama puesta, me levanté, miré que era de noche, fregué mis ojos y las imágenes del accidente que tuve en la tarde vinieron dejándome mareada, me senté para no caer desplomada al suelo, todo estaba confuso, solo quería saber la verdad de todo, quería saber que era en realidad, ya que dudaba que fuera la misma de antes, tenía que tomar aire helado para enfriarme la cabeza, así que me puse un abrigo y salí suavemente del cuarto hasta la salida de la casa, abrí la puerta y recibí el aire de la madrugada, caminé hasta al frente que había un pequeño parque, no sé por qué, pero no sentía miedo estar en ese parque que parecía sacado de una película de terror, solo quería estar ahí, en la oscuridad de la noche para aplacar todo lo que estaba sintiendo dentro de mi corazón.

Cuando estaba en el parque caí al césped de rodillas, quedé mirando a la nada mientras el viento acunaba mi cabello, y de nuevo sentí la corriente tórrida que sentí en el primer accidente que tuve, mi corazón comenzó a latir con furor, la corriente se hacía más fuerte, algo quería expulsarlo, así que de nuevo sentí como se abría mi espalda, caí al suelo con la ropa hecha un harapo, mi cuerpo se tranquilizó. Miré con horror de nuevo las alas negras que salían a ambos lados de mi espalda, eran grandes, como las de un ave, especialmente las de un cuervo, eran de color negro puro, estaban extendidas maravillosamente, llevé mis manos temblorosas y las toqué, sentí la calidez de mis manos en ellas, y fue el detonante para entrar en pánico, de nuevo comencé a tener una hiperventilación.

─Tranquila, da miedo al principio pero luego te acostumbras.─ dijo alguien por detrás de mí. Claramente reconocí quien era la persona que me hablaba al verlo parado frente a mí, quedé estática y lívida.─ está bien Alyssia, todo está bien.─ trató de tranquilizarme.

Intenté respirar tranquilamente, quería preguntarle que hacía ahí y como podía estar tranquilo después de ver a una persona con un par de alas en la espalda.

─Demetri.─ susurré, mientras mi respiración volvía a la normalidad.─ como tú…

─Te lo explicaré claramente, pero necesito que te relajes.

─ ¡¿Cómo quieres que me relaje si tengo un par de alas negras detrás de mi espalda?! y ahora tú, estás aquí como si fuera cosa natural esto.─ señalé las alas negras.─ dime de una maldita vez que soy en realidad, porque déjame decirte que hace días era una chica normal como cualquiera, pero desde que sufrí ese accidente estoy así, ¡SOY UNA ANORMAL!

Me miró y soltó una risotada. Apreté los puños para no golpearlo, ¿Ahora se estaba riendo de mí?, ¿Se ríe de mi dolor? ¿De mi miedo?

─No me estoy riendo de ti.

Abrí los ojos sorprendida, ¿Acaso estaba leyendo mis pensamientos?

─No, no estoy leyendo tus pensamientos.─ dijo entre risas. Lo miré sin poder creerlo.

─Entonces como tú…

─Puedo leer tus emociones por tu rostro, pero no puedo leer tus pensamientos, tengo el don de leer tus ojos, además fue fácil imaginar que pensabas, estabas con el rostro sorprendido.

Me levanté y le cogí del cuello de la camisa fuertemente.

─ ¡Maldita sea!, ¡Dime de una maldita vez lo que está pasando!─ dije amenazándolo, las alas negras se pusieron muy extendidas como si fuera a comenzar a pelear como los gallos de pelea.

─Tranquila, no quiero pelear.─ dijo, intentando contener la risa. Se separó de mí y retrocedió varios pasos.─ lo que voy hacer a continuación te sorprenderá, quiero que guardes la calma.

Eso hizo que me desespere, tragué seco. Él me miró sonriendo, y de un segundo al otro, un par de alas negras aparecieron detrás de sus espaldas. Eso me dejó descoordinada, las movía como quería, las alzaba y las bajaba, las movía con vida propia. Tomó impulso y comenzó a volar en medio del cielo nocturno. Parecía un hombre ave, quedé sorprendida, callada y estática. Cuando bajó desapareció las alas de su espalda.

─ ¿Y qué te pareció?­─ preguntó con una sonrisa. Yo no podía articular palabra alguna.─ te dejé sin palabras.

─ ¿Qué somos?─ pregunté en voz de hilo.

─Primero desaparécelas.─ señaló a las alas de mi espalda.

─ ¿Cómo?

  • Solo desea que se vayan de tu espalda, hazlo con tu pensamiento.




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