Una Misión Con Alas

7

Me dispuse ir directamente a la iglesia, llevando conmigo como cinco botellas grandes vacías, bien, no niego que era muy quisquillosa, solo que tocar a un demonio era como tocar desechos de perro, así de asqueroso era, peor cuando la anterior noche estaba bañada de sangre negra, eso hizo que me pusiera muy mal para mi estado emocional, y ¿Mi estado físico?, no me interesaba, ya que era la anormal que se regeneraba, pero si dolía como un demonio cuando un filo traspasaba mi piel, cuando salía sangre como pintura de mi cuerpo, eso era más horrible, era como ver a un muerto viviente caminando por las calles, solo que un muerto viviente no tenía un par de alas negras.

Al llegar a la iglesia, me persigné, saludé al padre Francis que por cierto me saludó con una sonrisa cálida, al menos no me veía como una chica extraña. Le dije lo que quería, y aceptó de buena manera, estaba pensando que lo prefería así, antes de que sea de los que preguntaban demasiado. Nos dirigimos al patio donde un grupo de niños estaban jugando tenis, no podía ver bien por el resplandor del sol, solo se veía que el instructor era un chico que parecía que tenía mi edad, estaba de espaldas, solo se apreciaba su cabello castaño claro y sus fuertes hombros y brazos, tenía un cuerpo espectacular, como el de Adrien, o como el de Demetri.

─Tengo mucha curiosidad por preguntarte porque llevas agua bendita.─ dijo el padre Francis, lo miré con una cara “No pregunte para que es”.─ pero no te voy a preguntar, Alyssia.─ sonrió y yo suspiré aliviada sabiendo que no iba a preguntar lo que quería evitar.─¿Todas esas botellas?─ preguntó señalándolas. Asentí con la cabeza.

─Necesito mucha agua bendita.─ sonreí. Me miró con algo de recelo.─ no es eso padre.

Frunció el ceño.─ ¿Qué cosa?

─Está pensando que estoy llevando agua bendita para algo malo.─ encogí mis hombros. El padre Francis sonrió.

─Alyssia, el agua bendita no se puede utilizar para una cosa mala.

Buen punto.

─Bueno, entonces no estoy haciendo nada malo, ¿Verdad?

─Ciertamente no, no estás haciendo algo malo, solo me imagino que la utilizas para bendecir tu casa.

─No pregunte más padre, y es más o menos como dijo.─ me senté, mirando como el padre comenzaba a bendecir el agua, me sentí cómoda al ver que estaba rodeada de tierra santa, ahí no podía entrar ningún demonio, y también creo que ningún ángel caído como yo, estaba cien por ciento segura que si aparecía mis alas me desintegraba rápidamente como lo hacen los vampiros con la luz solar, o tal vez no.

─Bien, no preguntaré más, por cierto, toma.─ me entregó un papel que tenía un test. Miré el papel y luego al padre Francis.─ es un test sobre la religión.

─ ¿Y por qué quiere que llene esto?─ pregunté.

─Por nada en especial, solo quería saber que tan religiosa eres.─ sonrió. Le fruncí el ceño.

─Padre….

─Bien, te dejo, llénalo, me lo debes.

─Un momento, ¿Le debo?─ lo miré confundida. Me sonrió y me guiñó un ojo mientras se iba.

─Por el agua bendita, querida.─ dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Vaya, ahora estaba intercambiando favores. Sonreí y me dispuse a llenar el test de religión. Las preguntas eran “¿Qué tanto vas a la iglesia? Y venía sus alternativa: Siempre, A veces, nunca. Comencé a contestarlas, me detuve en la pregunta número seis, me pareció muy interesante, ¿Sabes de ángeles y demonios? Vaya, era una pregunta a mi medida, subrayé “Siempre”, estaba escribiendo mientras sentí que algo venía de frente a mí, y como arte de magia atrapé con la mano algo redondo. Miré que era una pelota de tenis, al alzar la mirada me encontré con un par de ojos verdosos pardos con motas de dorado que me miraban sorprendidos y confundidos, era el chico que estaba de espaldas jugando, era muy atractivo, tenía un cuerpo formidable, cualquier chica estaría a sus pies venerándolo.

─Este…. ¿Esta es tu pelota?─ pregunté. El me miró la pelota y luego a mí. En sus ojos tenía una sombra de nostalgia y tristeza.─ este….

─Gracias.─ sonrió radiante. ¡Oh mi Dios!, sí que tenía una sonrisa conquistadora, parecía una figura de arte con su sonrisa de ensueño, ni que hablar de su voz, era como un canto sublime.

Quedé mirándolo fijamente, se me hacía conocido.

─Lo siento, ¿Te golpee con la pelota?─ preguntó, mirándome preocupado. Negué con la cabeza.

─No, ¿Acaso no viste que la detuve con una mano?─ pregunté, sonriendo orgullosa por mi atrapada.




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