Tuve que correr como alrededor de dos cuadras, quería utilizar mis alas, pero no quería arriesgar a ser descubierta por algún transeúnte vagabundo que había por ahí, era como la media noche y yo la chica “cuerva” estaba persiguiendo de nuevo a un demonio, esta vez era un demonio de nivel medio, corría como si fuera un profesional, podía dar una maratón perfecta, pero lo que no sabía, era de que me había entrenado todos estos años en tratar con los de su tipo. Hice aparecer una espada de mi mano y salté en cada árbol. Di un giro en el aire aterrizando enfrente del demonio, pero al poner un pie, me dio un mareo que me hizo tambalear.
─Maldita sea.─ mascullé, tratando de estabilizarme. El demonio saltó por encima de mí, y de nuevo corrió.─ y ahí va mi presa
Volteé y comencé a correr hacia él, ignorando el mareo tenue que tenía. Salté de nuevo por encima de él, aterrizando a metros del demonio.
─Oye, deja de correr, ¿Acaso vas tarde para una cita con el psiquiatra?─ pregunté, mientras alzaba la espada.─ tengo que matarte rápido, antes de que mi hermoso esposo, se despierte y no me encuentre.
─Ángel caído.─ habló con voz rasposa. Se puso de cuatro patas, alistándose para saltar encima de mí, supe como esquivar los golpes, pero mis mareos eran un problema mayor. Me mareé y caí al suelo con el demonio encima de mí. Comenzó a olfatearme.─ tienes vida dentro de ti.
Lo pateé fuertemente, mandándolo lejos. Aparecí dos lanzas de mis dos manos y salté encima de él. Me miró con sus asquerosos ojos grandes, sabía que lo iba a matar.
─Adiós.─ y clavé las dos lanzas en su estómago. Gruñó y comenzó a desaparecer, dejando fangos de moscas y una pestilencia, eso hizo que me vinieran arcadas fuertes. Me levanté y boté toda mi bilis, era horrible, odiaba vomitar, pero tampoco podía detenerme y tragarme toda mi bilis, parecía la niña del exorcismo.
Duré unos minutos vomitando todo. Me levanté y me encaminé hacia la casa que había comprado Adrien, bueno nuestra casa, llevábamos un mes de casados, y éramos felices, él era doctor en un hospital y yo era diseñadora gráfica en una empresa, no podíamos quejarnos de nada, nos habíamos casado después de un mes que recordara todo, no podíamos esperar más tiempo. Nos amábamos a muerte.
Aterricé en el balcón, el ventanal estaba semi abierto. Abrí suavemente, mientras me escabullía por el dormitorio, no quería despertar a mi hermoso esposo, ya que sabía que me iba a dar una charla larga de reflexión, a veces pensaba que era un clon de mi madre.
La luz se prendió. Quedé estática, mirando al joven que estaba arrimado en la puerta con los brazos cruzados, estaba sin camisa, podía apreciar su cuerpo innato de Dios griego, era hermoso y demasiado sexy, solo tenía puesto su pantalón largo para dormir, sus ojos azules celestinos estaban adustos. Oh si, aquí venía la repelada.
─ ¿Qué haces despierta?
─ ¿Yo? Pues…..estaba contemplando la vista de la noche.─ sonreí, mientras me sacaba el abrigo. Adrien me frunció el ceño.
─ ¿Contemplando con la chaqueta puesta y la ropa de calle?
─Ah eso, pues…
─ ¿Cuantas veces tengo que repetírtelo?─ preguntó, mientras se acercaba a mí y me miraba de pie a cabeza, comprobando que no estaba herida.
─No estoy herida.
─Lyssi…─ soltó un suspiro profundo.─ no puedes hacer tus misiones, puede peligrar tu vida o la del bebé.
Toqué mi frente. Desde el día en que supe que estaba embarazada, Adrien aclaró que las misiones estaban suspendidas hasta que naciera el bebé, y eso, era muy difícil de cumplir, por Dios, ¡Tan solo tenía dos meses de embarazo!, aún ni se me veía la bola de panza que iba a tener.
─Lyssi….
─Bien.─ hice una gesticulación con la mano para que dejara de hablar.─ ¿Sabes que tu hijo me está dando problemas? Me mareé en plena pelea y vomité cuando aniquilé a mi presa.
Su ceño se hizo más profundo.
─Es por esa razón que no quiero que vayas a pelear.─ se acercó hasta mí y me envolvió en sus brazos.─ si te llegara a pasar algo a ti o nuestro hijo, yo…
─No nos pasará nada.─ cerré los ojos y lo abracé.─ ya no saldré a pelear ya que tendré que vomitar de nuevo, me quedaré en la cama con mi esposo, ¿Más tranquilo?
─Sí.─ se separó y me cargó en brazos. Me reí por su acción. Me recostó en la cama delicadamente, mientras comenzaba a quitarme los zapatos, para luego comenzar con mi ropa, quedé en ropa interior. Soltó mi cabello y me contempló con veneración.