Me encuentro de pie en frente de la puerta de los modelos, mirándome los pies. Respiro hondo y llamo a la puerta.
-¡No queremos servicio de habitaciones! -exclama creo que Dylan.
-¡Soy Lily! -grito, y una mujer se asoma de una habitación cercana.
Yo, como la persona educada que soy, le sonrío y la saludo, pero ella niega con la cabeza y se vuelve a meter en la suit.
Ups, quizá estaba durmiendo la siesta...
La puerta se abre y un Alex sin camiseta me sonríe.
-Sabía que no te resistirías a nuestros encantos -me dice, engreído.
-¿Qué hablas? Vengo a por mi maleta, Alexander.
Frunce el ceño y paso sin permiso, encontrándome a Dylan en las mismas condiciones que Alex, es decir, sin camiseta. Me miran curiosos y veo cómo una sonrisita pícara se forma en los labios de Dylan.
-¿Habéis visto mi maleta? -pregunto.
-Si es rosa, sí, está en el baño.
Suspiro y me dirijo al baño, pero, justo antes de que gire el picaporte de la puerta, esta se abre y aparece Ethan solo con una toalla en la cintura.
La madre que lo parió. ¿Pero qué tienen estos chicos con ponerse una camisetita?
Me mira de arriba a abajo y frunce el ceño cuando se detiene en mis ojos.
-¿Me dejas pasar? -pregunto, impaciente, y me mira extrañado.
Se aparta y observa cómo entro al cuarto de baño y ¡al fin! cojo mi maleta y me marcho de la habitación.
Una vez he acomodado mi ropa en el armario empotrado y llamado a mis padres para decirles que estoy bien, me tumbo un rato en la cama, y creo que me quedo dormida, porque unos golpes en la puerta me despiertan.
Bostezo y me levanto para abrir la puerta.
-¡Hey, Lily! -es Alex.
-Mmmmmm, estaba durmiendo -mascullo restregándome los ojos.
-Pues vístete... en condiciones, que nos vamos.
-¿Nos vamos? -pregunto, con la confusión de un recién levantado.
-A cenar -dice sonriendo.
¿Cenar? Pero si no he comido...
Miro el ventanal y, efectivamente, ya está anocheciendo.
-Uffff... vale, dame un segundo.
Y, sin yo darle paso, entra y se tumba en mi cama.
-¿Qué haces? -le pregunto, haciendo un gesto con la mano.
-Dándote un segundo -me lanza una de sus sonrisas perfectas.
-Cómo quieras -me encojo de hombros.
¿Lo bueno de ser modelo? No te avergüenzas de tu cuerpo y estás acostumbrada a que lo alaben.
Abro el armario y me quedo un rato pensativa.
-Venga, que vamos a cenar al restaurante del hotel, no a una pasarela -se ríe y me giro para mirarlo.
-Pues ven y dime lo que me pongo.
Divertido, se acerca y observa mi ropa. Entonces alarga la mano y saca un mono que me compré hace unos días, elegante pero a la vez casual. Me lo da y se vuelve a tirar en la cama. Mirándome en un espejo, me quito el vestido y me meto en el mono gris, a juego con mis ojos. Me pongo unas sandalias que combinan bien y me dirijo hacia el baño para arreglar un poco mi cabello, que está revuelto. Mientras me lo cepillo, capto a Alex en el marco de la puerta a través del espejo. Termino y paso por su lado para salir.
-¿Y los demás?
-Nos esperan abajo.
Asiento con la cabeza y bajamos en el ascensor.
-A Ethan no le caes bien.
-No lo había notado -digo rodando los ojos-. ¿Hay alguna explicación?
-De hecho, sí -suelta una carcajada-. Pero si te lo digo, promete que no se enterará.
-Lo prometo -digo riéndome.
-¿Pinky promise? -dice sin aguantar la risa.
-Pinky promise -digo, enrollando mi meñique con el de Alex.
El ascensor se abre y el modelo me guía hasta el comedor.
-Dice que le recuerdas a su ex, que le rompió el corazón -dice llevándose exageradamente las manos al pecho.
-Vaya... -digo, sonriendo de lado.
-¡Saca un tema, rápido! -exclama de repente.
-¿Qué? -digo, confusa.
-Ay, qué guapa eres -dice por la cara, dejándome más confundida-. ¡Ah, hola Ethan! -exclama dándole una palmadita en la espalda.
Ahora entiendo su estúpida reacción. Sonrío como si nada y nos vamos a buscar a Dylan, que está guardando la mesa.
Alex