-Bueno, ¿qué os parece si jugamos a verdad o desafío? -se me ocurre de repente.
Ya hemos terminado de comer, y ahora estamos simplemente charlando.
-Eso es solo un juego de niños -replica Ethan, provocando que Dylan y Alex suelten una carcajada.
-Vale, pues entonces hagamos otra cosa. Nos presentamos y decimos algo de nosotros mismos, así nos conocemos mejor -repongo.
-Está bien -acceden los tres.
-Vale, mi nombre es Lilian Rose Nicolle, tengo dieciocho años y nací en Hollywood. Me gustan las fiestas, la playa, los perros y sobre todo me encanta escribir, aunque nunca nadie lea lo que escribo, lo hago por gusto. La primera vez que desfilé en una pasarela tenía cinco años, y desde entonces he estado en una de las más prestigiosas academias de modelos de California -recito, dejando impresionados a los chicos-. Te toca, Alex -le cedo el turno al moreno, que está a mi lado.
-Humm, soy Alexander Packwood, como ya sabéis -dice el egocéntrico-, tengo diecinueve y nací en Nueva York. Me gustan las chicas bonitas -me mira- y el fútbol. Mi primera sesión de fotos fue cuando tenía nueve años, y he posado para más de 40 revistas de moda. Tu turno, Collins.
-Pues me llamo Dylan Collins y tengo diecinueve años. Nací en San Francisco pero mi infancia la viví en Los Ángeles. Me encanta ver como las chicas se sonrojan cuando las miro o les guiño un ojo, y también me gusta andar por la casa sin camiseta. Mis aficiones son tocar la guitarra y ver la tele. Llevo en el mundo de la moda desde que tenía seis años, y me encanta eso de hacer reportajes con chicas guapas en la playa -sonríe divertido y le da un codazo a Ethan-. Te toca, Scotty.
-Yo paso -farfulla, dirigiendo sus ojazos azules a la mesa.
-Vamos, anímate, chico -lo alento.
-A ver, ya sabéis cómo me llamo...
-¿Cómo? -lo interrumpe el gracioso de Alex, haciendo que a Dylan se le escape una carcajada.
-Cállate, Packwood. Tengo dieciocho malditos años y odio a las chicas rubias.
-Vaya, eso me ha dolido -murmuro, tan teatral como siempre.
-No es nada personal contigo, preciosa -me dice irónicamente.
-Ah, ¿sí? ¿A qué se debe ese odio, entonces?
-Déjalo, no debería haber dicho nada -escupe antes de levantarse y salir por la puerta del comedor que da a la playa.
Miro a Dylan y a Alex y niego con la cabeza, antes de salir por la misma puerta que Ethan.
Las estrellas brillan formando dibujos en el cielo, y la arena de la playa se cuela entre mis sandalias, así que me las quito y las llevo en la mano.
Ando un poco más y encuentro al pelinegro sentado en la arena, mirando al mar. Yo, en silencio, me siento a su lado.
-Quería estar solo -masculla.
-No me voy a ir hasta que me cuentes por qué eres así conmigo -le digo tranquilamente y refunfuña.
-Lilian Rose, me recuerdas a mi ex novia, joder. Sois tan jodidamente parecidas que...
-Bueno, Ethan Scott, yo no soy tu ex, y deja de comportarte como si tuvieras doce años porque, a pesar de lo que sea que te haya echo esa perra, juraría que tú tampoco eres un santo. Tienes cara de heartbreaker -digo reprimiendo la risa.
Y milagrosamente, Ethan Scott Brenton se ríe. ¡He hecho reír a Ethan!
Me levanto y hago un ridículo baile.
-¿Sabes? He cambiado de opinión, no te pareces nada a Natasha.
Espera. Retrocede. ¿Qué?
-¡¿Natasha?! -ahogo un grito-. ¿Natasha qué? -pregunto rezando para que no diga Reynolds.
Me mira un poco asustado antes de contestar.
-Reynolds...
Dylan