Una modelo en apuros

4; Bromas que no acaban bien

Trago saliva.

-¿La conoces o qué? -pregunta el modelo y asiento despacio, la rabia irradiando de los poros de mi piel.

-Demasiado. Fingió ser mi mejor amiga cuando más lo necesitaba y al final me clavó la espada por la espalda. Esa perra jugó sucio, muy sucio -mascullo despacio, deteniéndome en cada palabra.

-¿De qué hablas? -dice sorprendido.

-De que me usó y cuando ya me tenía como ella quería me quitó el puesto.

-¿Qué puesto?

-Mira, todo iba bien entre nosotras hasta que un día me llamaron a mí para desfilar y no a ella. Entonces, tan celosa como siempre, se enfadó mucho y lo consiguió. Consiguió salir en mi lugar.

-¿Qué hizo? -pregunta, confuso.

Suelto una carcajada.

-Me tiró por las escaleras y me doblé un tobillo. Tuve que usar muletas tres semanas.

-Tienes que estar bromeando -dice con la boca abierta.

-No lo estoy, créeme, ese desfile era muy importante para mí porque había presente gente de compañías muy grandes. Y ella se presentó como si nada, me empujó y ocupó mi lugar. Desde ese entonces la he odiado.

-Te comprendo, es una maldita zorra. Todavía me queda el recuerdo de la primera vez que nos dijimos "te quiero". Menuda mariconada -dice con asco y me río levemente.

-Tienes que olvidarla, ella no merece a alguien como tú.

-¿Como yo? No me conoces, Nicolle.

-No me hace falta conocerte para saber que eres mejor que ella -aseguro.

Ethan suspira y me mira por primera vez en toda la noche a los ojos. La luna se refleja en los suyos, haciendo que luzcan impresionantemente bonitos.

Entonces, de la nada aparecen Alexander y Dylan corriendo hacia nosotros.

-¡Parejita! -grita Dylan.

-¿Qué hacéis los dos solitos? -pregunta Alex alzando las cejas.

-¡Nada! -farfullo-. Sois unos malditos cotillas mal pensados.

-Ven un momento -me dice el moreno.

-¿Qué pasa? -digo confusa.

-Ven, ven -insiste haciendo un gesto con la mano.

Me acerco cautelosa al chico.

-Tienes algo aquí... ven -me insta a acercarme más a él.

-¿Dónde? -pregunto tocándome la cara.

-Aquí...

Y de repente, me coge como un saco de patatas y comienzo a gritar.

-¡Suéltame!

Me vuelvo más histérica cuando veo que se está dirigiendo hacia el mar. Las risas de Dylan resuenan por toda la playa.

-¡Por el amor de dios, Alexander Packwood, déjame en paz! -pataleo, pero no consigo liberarme.

Me quedo tiesa como un palo cuando la fría agua golpea todo mi cuerpo. Cuando noto que me estoy quedando sin aire, muevo los brazos y las piernas muy rápido, y salgo a la superficie gritando.

-¡Maldita sea! ¡Por tu culpa voy a coger una pulmonía, idiota! -chillo al moreno que se encuentra ya en la orilla.

Cuando digo esto, su expresión se torna preocupada, y mira a Dylan. En ese momento me doy cuenta de que Ethan a desaparecido.

Entonces empiezo a temblar y, cuando voy a moverme, no puedo, estoy congelada.

-¡Lily, vamos, no exageres, tampoco ha sido para tanto! -escucho la voz lejana, distante-. Ven aquí.

Pero algo me pasa. Tengo náuseas, y el estómago me da un vuelco, haciendo que me doble. Hago pie, pero el agua me agobia, y empiezo a respirar entrecortadamente. Escalofríos recorren mi columna vertebral y pinchazos, mi estómago.

-Lily, voy a por ti -dice Alex decidido antes de entrar en el agua y dirigirse hacia donde me encuentro.

Entonces me coge y todo se vuelve negro.



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En el texto hay: novela juvenil, verano, modelos

Editado: 12.11.2018

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