Una modelo en apuros

10; Vodka y vainilla

¡¡¡Wooo wooo!!! Esa zorra se está metiendo en mi terreno, ejem. Bueno, en realidad, no me importa, que sigan con lo suyo.

Me dirijo con cautela de nuevo al jardín, donde todos están ya más que borrachos.

-¡Hey, Lily! -oigo que me llaman.

Me giro y veo a... ¿cómo se llamaba?

Bryan, eso.

-Hola -le sonrío y suelta una carcajada.

-¿Bailamos? -me pregunta.

La música resuena por todo el jardín, y me animo bastante.

-Vale -digo esperando a que se acerque.

Se aproxima y me coge de la cintura, arrastrándome hasta la multitud. Sus grandes ojos castaños brillan debido al efecto del alcohol, y me doy cuenta de que es bastante mono. No como mis queridos compañeros de trabajo, pero tampoco está nada mal. Así que, después de esta observación, me dejo llevar un poco.

Enredo mis manos en su cuello y ambos soltamos una carcajada. En ese momento pasa un camarero con copas, así que cojo una divertida. Él tampoco se resiste y alarga la mano para hacer lo mismo. El alcohol quema mi garganta al deslizarse por ella, provocando que arrugue la nariz.

Después de varios chupitos y copas más, se puede decir que el alcohol ha causado su efecto en mí. Empiezo, como siempre, a aburrirme, así que decido buscar a alguno de mis chicos.

¿He dicho mis chicos? Definitivamente es el alcohol.

Me pego al oído de Bryan y hablo.

-Voy a buscar a mis amigos, nos vemos después.

Este asiente y nos sonreímos. Echo a andar y los tacones comienzan a entorpecerme. Malditos.

-¡Dyyylaaaaan! -grito alzando la mano cuando veo al rubio rodeado de chicas.

Cuando me oye deja de prestarles atención a ellas y me sonríe. Punto para mí, zorras.

-¡Preciosa, ven! -dice y yo, como tonta, voy dando brinquitos.

Ya casi se me ha olvidado lo de la apuesta, al fin y al cabo, yo también lo besaría por una. ¿Quién no?

-¿Cómo estás? -me pregunta agarrándome de la cintura, y la mitad de las chicas me miran con el ceño fruncido y se van.

-Creo que borracha -le digo trabándome la lengua, a lo que suelta una carcajada.

-Eso no hace falta que lo jures -ríe y me da un toquecito en la nariz con su índice.

-¿Dónde está Ethan? -pregunto, acordándome de repente del pelinegro.

-¿Echas de menos a Scotty?

Asiento sin pensarlo. La verdad es que me apetece estar con él. Dy me coge de la mano y me lleva hasta dentro de la casa, donde mi cachorrito de husky habla despreocupadamente con varios chicos y chicas.

En cuanto ese pensamiento pasa por mi cabeza, empiezo a reírme descontroladamente. Dios mío, he comparado a Ethan con un cachorro de husky. Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, y los pulmones me duelen de tanto reír.

-¿Lily? -dice Ethan, frunciendo el ceño, cuando llamo su atención.

Paso una mano por mis mejillas e intento calmarme, sin mucho éxito. Cuando el chico se acerca a mí, abro los brazos y me enredo en su cuello, aspirando su olor a Vodka y vainilla.

-Ahí te la dejo -le dice Dylan a Ethan, y se marcha por la puerta.

-¡Dylan! ¿Qué demonios? ¡Espera!

Pero el rubio ya se ha ido.

-Ethan -me separo un poco de él y le sonrío.

-Dios, Lily, creo que es hora de volver al hotel.

En cuanto escucho esas palabras hago un puchero.

-¡No! Todavía tenemos que bailar. Y volar. Y nadar. Y comer. Y...

-¡Lilian! Por una vez en tu vida, hazme caso, ¿vale?

Su tono autoritario hace que asienta despacio, mis facciones tornándose serias por un momento. Pero la imagen de un husky viene a mi mente y se me escapa una risita.

Ethan, rodando los ojos, me coge de la mano y me arrastra al jardín, donde una fresca brisa pone mis vellos de punta. Después de que llame a un taxi, me pego a él y lo noto tensarse. Levanto un poco la cabeza y sus ojos me hipnotizan. Son los ojos más azules del planeta tierra, sin duda.

Al cabo de un tiempo, no sabría decir cuánto, el taxi llega y nos subimos a él, y Ethan le dice al conductor el nombre del hotel.

Apoyo la cabeza en su hombro y sonrío, ya que me está tratando como a un bebé.

Qué mono.

Suelto otra risita.

-Lily...

-Dime -digo aún con la sonrisa en la boca.

-Te has pasado con los chupitos.

-¿Cómo sabes que eran chupitos?

-Hueles a chupito -afirma, haciendo que vuelva a reírme-. Mañana no vas a acordarte de nada.

-Es verdad -digo sonriéndole y lo veo negar con la cabeza.

Entonces pasa su brazo por encima de mí, me atrae a él, y empieza a acariciar mi pelo suavemente, lo que hace que mis ojos se cierren solos.

Ethan PDV

Comienzo a acariciarle el cabello, a ver si se duerme de una vez por todas. Se ve tan inocente así... En cuestión de segundos la noto relajarse, y sus respiraciones se hacen cada vez más lentas y regulares.

El taxi frena y, tras darle el correspondiente dinero, salgo del auto con Lily en brazos. Ella es tan ligera como una pluma, y sus facciones tan delicadas como un suspiro en el aire. Cierto es que a veces puede ser cabezona e infantil, pero es la dulzura en persona.



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En el texto hay: novela juvenil, verano, modelos

Editado: 12.11.2018

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