::Lily PDV::
Abro los ojos despacio, sintiéndome abrumada por completo. Mi cabeza está a punto de explotar, pero lo peor es que no me encuentro en mi habitación. Estas sábanas tienen un peculiar olor a vainilla que tardo en reconocer.
Me levanto como un resorte, pero inmediatamente un pinchazo en mi cabeza hace que caiga de nuevo en la cama. Estoy sola en la habitación de los chicos, y por más que lo intento, no recuerdo apenas nada de anoche. Miro hacia mi cuerpo y veo que mi vestido no sigue ahí, y que una camiseta blanca lo reemplaza. Ruedo los ojos. Ya es la segunda vez que me pasa algo parecido.
De pronto, la puerta se abre y un Alex en pijama entra pasándose una mano por su cabello.
-Tu cama es cómoda -me dice sonriendo de lado.
-¿Has dormido en mi habitación? -pregunto, y mi voz se hace eco en mis oídos-. Mierda.
-Te dejaste el bolso allí, con las llaves de tu habitación dentro, así que cuando llegué con Dy, no tuve otra opción que dormir en tu cuarto, ya que tú ocupaste la cama de Ethan, este la de Dylan, y el último la mía.
-¿Entonces tú trajiste mi bolso?
-Claro, ¿si no cómo crees que entré en tu suit?
-Ah, vale, vale -murmuro cerrando los ojos.
Gruño y me estiro cual gatita recién levantada.
-Me han dicho que te pasaste con los chupitos -me dice divertido.
-Cállate -farfullo-. Por cierto, ¿qué tal te lo pasaste con la españolita? -lo interrogo haciendo uso de mis escasos recuerdos.
Su expresión se torna pícara al instante, y lo miro con una sonrisa.
-Bien -dice simplemente.
-¿Cómo que "bien"? ¡Cuéntame, hombre! -lo incito a que hable.
-Pues nada, lo pasamos bien y eso. Estuvimos bailando y poco más -pero qué mal mienteeeeeee.
Lo dejo pasar y cambio de tema.
-Mañana hay reportaje.
-¿Tienes ganas?
-Meh.
El moreno se ríe suavemente y se acerca a mí.
-Vamos, levanta; tienes que comer algo.
-No.
-Lily, no seas cabezona.
A regañadientes, me sostengo en pie con su ayuda y me dirijo a mi habitación, donde me visto y me lavo la cara. Alex me acompaña al comedor, que está a punto de cerrar, y ambos nos comemos un bol de cereales con miel.
-¿Dónde están los chicos? -le pregunto mientras vamos hacia mi suit.
-En la playa, supongo. ¿Quieres ir?
Suelto un suspiro.
-Es que tengo sueño y me duele la cabeza...
-Venga, Lily. El agua del mar lo cura todo -insiste poniendo ojos de cachorrito.
-Está bien, pero si me compras un helado -digo como si tuviera dos años.
-Pero si acabas de desayunar, por el amor de dios.
-Me da igual. ¿Hay trato o no?
-Como sea, ponte el bikini, te espero fuera.
Me pongo un bikini rosa y verde, y un vestido encima, antes de coger la toalla, salir, e irme con Alex. Caminamos un rato por la orilla hasta que encontramos a los chicos en una zona bastante apartada, aunque no con menos gente.
-¡Anda, pero si es la señora borracha! -grita Dylan cuando me ve-. Ven aquí, anda -dice acercándose a mí y plantándome un beso en la mejilla.
-¡Dylan! Suéltame -protesto y me deja libre.
Me acomodo en mi toalla al lado de Ethan y me relajo mientras escucho el sonido de las olas al romper en la orilla.
-¿Fuiste tú quien... me quitó el vestido? -le pregunto al pelinegro en voz baja.
-Ehhh, sí, lo siento, yo... -comienza a decir sonrojándose levemente, pero lo corto en seguida.
-Gracias -digo divertida, viendo como sus mejillas se tornan de un gracioso color rosado.
-Mañana viene otra modelo a participar en el reportaje -informa Dylan, haciendo que Ethan y yo le prestemos atención.
-¿Cómo lo sabes? -pregunto.
-He estado hablando con Charlie hace un rato.
Todos asentimos y la imagen de un helado de kinder pasa por mi cabeza.
-¡Alex! -exclamo, haciendo que los tres den un brinquito-. Mi helado de kinder.
El moreno suspira y se levanta sin mediar palabra.
-Ahora vengo -dice antes de marcharse hacia un kiosco cercano y sonrío satisfecha.
-Eres la única persona que consigue que Alex haga algo sin rechistar -habla Ethan.
-El poder de las mujeres... -dice ahora Dylan.
Al cabo de unos minutos, Alexander aparece con un vaso de Coca Cola gigante en la mano, y frunzo el ceño.
-Lo siento, Lily, pero no había helados.
-¿¡Qué clase de kiosco no tiene helados!? -exclamo, enfurruñada.
-El de ahí al lado -dice señalando un puestecillo.
Farfullo y cojo el refresco que me ha comprado. Cuando me lo acabo, le quito la tapa de plástico y me meto un hielo en la boca.
-Yo quiero -salta Dylan.
-¿Hiholo? -intento preguntarle sin que se me escape de la boca, y suelta una carcajada mientras asiente.
Mastico lo que queda y, sonriendo pícaramente, cojo otro y lo mantengo entre mis labios. El rubio me lee las intenciones y se acerca lentamente a mí.
-No te muevas -susurra, y obedezco divertida.
A los segundos noto cómo su nariz roza la mía y, despacio, me quita el cubito de hielo de la boca, nuestros labios casi rozándose, por segunda vez.