Una modelo en apuros

25; Nuevo destino, más problemas

-Vamos, Lily -insiste Alex, pero yo no me muevo del sofá.

Retiro una lágrima de mi mejilla con furia, que es lo único que me queda. Después de las pruebas, los médicos le comunicaron a mis padres que no le darían aún el alta; por lo visto algo no iba bien del todo. Solo me queda un día de vacaciones, mañana tengo que viajar a Monterrey y no tengo ganas ni de respirar.

Alex me coge del brazo y me levanta, y yo ni protesto.

-Ethan está en el jardín. ¿Vamos? -me dice.

-Que no quiero. Déjame -digo con tono monótono.

El moreno me suelta y caigo de nuevo en el sofá. Entonces entra Ethan, mirándome triste con sus grandes ojos azules.

-Voy a preparar las maletas -digo levantándome y dejando a los dos chicos solos en mi salón.

Cierro la puerta de un portazo cuando entro a mi cuarto, y comienzo a sacar la ropa del armario y a meterla desordenadamente en las maletas. Ni siquiera presto atención a lo que me llevo, simplemente me muevo mecánicamente, como un robot. Cuando decido que he acabado, cierro los cajones, respiro hondo y salgo del cuarto.

(...)

Monterrey es más de lo mismo. Playa, hoteles y algún que otro tío bueno por la calle. Dejo mis maletas en recepción, y espero a que Charlie arregle el papeleo de entrada.

Mi humor no mejora. Lo peor es que en breve voy a volver a ver al rubio, y no sé cómo voy a actuar.

Como si los astros se hubieran alineado y mi pensamiento se hubiera manifestado, atisbo a Dylan cruzando el hall del hotel para dirigirse a Alex y Ethan, que charlan a un lado de este. Empieza a hablar con los chicos enérgicamente, pero entonces los tres dirigen su mirada hacia mí. El pelinegro se me acerca y puedo notar cómo sus ojos guardan entre rabia y preocupación. Justo en ese momento se acerca Charlie sonriendo, con las llaves de las habitaciones en las manos.

-Chicos y chica, dormiréis en habitaciones individuales de la tercera planta, reservada solo para clientes especiales -informa guiñando un ojo.

Como un robot, me dirijo hacia el ascensor sin esperar a ninguno de los modelos. Subo sola a la tercera planta y, cuando encuentro mi habitación, introduzco la tarjeta en la ranura y paso. Es de un estilo peculiar y moderno, de colores oscuros y apagados. La verdad, no me anima para nada. Entonces, mi móvil vibra con un mensaje de Charlie.

Mañana a las 9 en el hall. ¡Qué disfrutéis del hotel!

Suspiro y vuelvo a suspirar. No sé de dónde voy a sacar la energía para mañana. Miro el reloj: las diez y media. Sin siquiera bajar al buffet para cenar, compruebo que han dejado mi maleta en el lugar correspondiente y me voy a la cama.

(...)

- Lily, ¿quieres no mirar a la cámara? Ya te he dicho que tienen que parecer fotos desprevenidas.

Asiento pesadamente a las órdenes de Charlie, y aparto la mirada de la cámara con rapidez.

-Dylan, ponte un momento con Lily.

Mi respiración se para momentáneamente, y Ethan se gira. Vacilando, el rubio se acerca a mí.

-¿La puedes coger de la cintura un momento? Así. Muy bien chicos, ahora miraos un segundo.

Con todo el dolor de mi corazón, giro la cabeza y mis ojos se encuentran con los suyos verdes. Sus labios se crispan en una sonrisa amarga y arrogante. Suspiro con alivio cuando se separa de mí; la tensión entre nosotros se palpa en el aire.

Después de varias fotos más en las que poso con Ethan y Alex, volvemos al hotel con el reloj marcando la hora de comer.

-Alex, ¿te sientas conmigo? -le pido al moreno cuando entramos al buffet.

-¿Y dejo a Ethan solo con Dylan? De eso nada. Vamos a ponernos los cuatro en una mesa.

-No me apetece estar cerca de Dylan...

-No te preocupes, no hables con él y punto.

Resoplo y asiento. Cojo mi comida en una bandeja y me acerco con Alex a una mesa donde ya se encuentra Ethan sentado. Nos incorporamos y a los cinco minutos aparece el rubio. Se forma un incómodo silencio que se disipa cuando Alex vuelca sin querer su vaso de agua.

-Me cago en todo.

Empiezo a reírme cuando la gente lo empieza a mirar de reojo y lo ayudo a colocar servilletas encima de la mesa.

Después de eso, los tres chicos se sumen en una charla sobre motos en la que yo ni pincho ni corto. Cuando acabamos de comer, decidimos irnos un rato a la piscina del hotel, que es increíblemente grande.

-¿Te operaron de apendicitis? -le pregunto a Ethan cuando me doy cuenta de una cicatriz que asoma de su bañador.

¿Cómo no me habría dado cuenta antes?

-Sí, fue cuando tenia nueve años -comenta bajando ligeramente su bañador y dejando al descubierto la cicatriz.

Entonces Alex, totalmente mojado ya, se acerca a nosotros.

-Vamos, veníos al agua -nos pide.

En ese instante busco con la mirada a Dylan, y lo encuentro hablando en el bordillo de la piscina con una chica mulata. Ignoro su mirada de reojo, me levanto y agarro a Ethan de la mano para llevármelo al agua. Caemos entre risas a la piscina, y cuando salimos me da un corto beso en los labios. Al instante, el rubio se levanta del bordillo y, tirando de la muñeca de la chica, se van directos al baño.

Tras un rato de chapuzones con Alex y Ethan en el que logro olvidarme de todo, me salgo del agua y me tumbo en una hamaca mientras que los chicos van a por limonada. Pero cuando voy a bajar el cabecero de la hamaca, me corto con algo y comienzo a sangrar levemente por el dedo. Resoplo y ando hacia los servicios, donde me enjuago la yema del dedo y lo presiono con papel higiénico.



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En el texto hay: novela juvenil, verano, modelos

Editado: 12.11.2018

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