Una modelo en apuros

26; Reencuentros

Me separo al instante, en shock.

-¿¡Qué diablos te pasa!? -exclamo.

Él simplemente suelta una risa amarga.

-Es que no me puedo creer que Ethan y tú...

-¿Estemos saliendo? Dylan, no sé por qué demonios te importa, o por qué te sorprende tanto. Lo que menos me explico es lo que acabas de hacer. Me has besado -relato lo recién ocurrido, asimilándolo.

-Me apetecía, ¿vale? -espeta, con el mismo tono arrogante de siempre-. Y, respecto a eso de que no entiendes por qué me sorprende tanto, creo que lo sabes tan bien como yo.

Lo miro con furia.

-Mira, Dylan. Te tengo aprecio, más del que debería. Y sé que tú solo puedes hacerme daño. Dices blanco, y al segundo siguiente dices negro. Me rechazaste cuando más te necesitaba, y ahora que intento ser feliz y arreglar mi vida, vas y me besas. ¿Qué coño te pasa? -espeto, más que enfadada.

-Vale, relájate, solo ha sido un piquito de nada. Te juro que no va a salir de aquí.

Pero yo no puedo dejar de mirarlo llena de ira. Lo de este chaval no es ni normal.

-Y yo te juro que como vuelvas a hacer algo parecido...

Pero no me deja acabar, pues con un movimiento que no veo venir, me planta otro pico en los labios. Yo solo puedo mirarlo con los ojos abiertos de par en par, y empiezo a gesticular en el sitio, frenéticamente.

-Tienes un puto problema, Dylan -consigo decir-. En serio, esto -digo señalándolo a él y luego a mí-, lo que acabas de hacer, está mal. Muy mal. Tengo novio, joder. Tengo novio -repito pasándome las manos por la cabeza.

Él hace una mueca cuando pronuncio la última palabra. En realidad, no sé si Ethan me considera su novia, pero tengo que darle argumentos firmes al rubio para que deje de irrumpir en mis sentimientos, que, aunque no lo admita, siguen un poco patidifusos. Obviamente quiero a Ethan, bastante, pero a veces me cuestiono si lo suficiente.

Me doy un guantazo mental por pensar eso. Por supuesto que quiero al pelinegro, más de lo que he querido a cualquiera de mis pocos exs. El imbécil de Dylan es el que me esta mareando, tanto decir agua y luego fuego. Al final se va a quemar.

Entonces, la mulata que estaba con Dylan sale del baño de los hombres y se sorprende al ver que el rubio sigue aquí. Ato cabos y pongo los ojos en blanco cuando pasa por al lado de nosotros sin dejar de mirarme de manera extraña.

-O sea, que te acabas de liar con esa, o sabe dios lo que has hecho, y vienes a mí y...

-Shhhh -me acalla cuando escucho voces familiares.

-¡Lily! -me llama Alex, y pone cara de sorpresa cuando me encuentra en frente del rubio, que sostiene una limonada en cada mano.

Mordiéndome el labio, dejo solo a Dylan y me dirijo trotando hacia ellos. Ethan me tiende una de las limonadas y bebo por la pajita rápidamente, mojándome los labios con el contenido amarillo y helado.

-¿Estabas hablando con Dylan? -cuestiona Ethan penetrándome con sus ojos mar.

-No... Digo, sí. Solo me lo he cruzado cuando iba al baño. Es que me he rajado un poco el dedo -digo intentando desviar la atención del asunto principal.

-¿Quieres que vaya a buscar una tirita? -me pregunta Alex, y me niego amablemente.

A continuación, volvemos a las hamacas de nuevo.

(...)

Me despierto cuando unas manos rodean mi cintura. Parpadeo lenta y perezosamente, y los rayos de luz que se cuelan por la ventana chocan contra mis negras pupilas. Me giro despacio, poniéndome cara a cara con mi chico pelinegro, que duerme como un bebé. Una pizca de rabia retuerce mi estómago al recordar cómo Dylan me besó ayer. ¿Quién se cree? No sé ya cómo dejarle claro que mis sentimientos (o al menos la mayor parte de ellos) van dirigidos hacia Ethan.

-¿Qué hora es? -me sobresalta su voz ronca.

-Las ocho -contesto comprobando la hora en mi móvil y apagando la alarma programada para las ocho y cuarto.

Su ojos se cierran de nuevo y se estira de una manera que hace que me muerda el labio. Es tan sexy... Tiene el pelo completamente despeinado, los ojos ahora medio abiertos y sus labios comienzan a esbozar una media sonrisa.

-Me encantas -murmuro contra su boca.

Acto seguido, me coge ambas muñecas y se sienta encima de mí, provocando que las mariposas de mi estómago también despierten. Con una mano, comienza a subirme el fino camisón de pijama, dándome escalofríos.

-Ethan... tenemos que bajar a desayunar -medio jadeo, cautivada por su acertado tacto.

-Tienes razón... -suspira, no sin antes jugar un poco más con mi camisón, acariciando mi vientre.

Se aparta y me levanto estirándome como una gatita. A continuación, abro el armario y cojo un vestido suelto amarillo, que paso por mi cabeza tras haberme quitado el pijama bajo la atenta mirada de Ethan. Él también se viste con la ropa que trajo ayer, y andamos hasta la puerta. Con cuidado, me asomo para comprobar que no hay nadie en el pasillo. Ni Alex ni, por supuesto, Dylan, saben que hemos dormido juntos. Nos dirigimos hacia el comedor y allí desayunamos algo ligero antes de que Alex llame a Ethan por teléfono.

-Sí, estoy con ella. Ya vamos -dice antes de colgar-. Dylan y Alex están en el hall. ¿Has acabado? -repone cuando ve que me acabo mi última pieza de melón, y asiento.



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En el texto hay: novela juvenil, verano, modelos

Editado: 12.11.2018

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