-¿Que todo va a salir bien? -digo frenéticamente.
-Si te calmas, sí.
-No me digas que me calme. No te atrevas a decirme lo que tengo que hacer, joder.
Vale, necesito tranquilizarme. Pero que me lo diga él no hace sino empeorar la situación.
-Como quieras -dice levantando los brazos.
Comienzo a andar con paso rápido hacia el lugar donde iba a ser la sesión, con Dylan pisándome los talones en silencio.
-No te sientas culpable de lo que acaba de pasar, Lily. Si te sirve de consuelo, haré como si no hubiese sucedido nada -rompe ese silencio.
-No me hables de eso. Por favor. Soy lo peor -los ojos comienzan a escocerme.
Entonces me alcanza y rodea mi cintura con su brazo, parándome.
-Espera un segundo, solo un momento -me dice cuando intento zafarme de él-. No querrás que Ethan te vea mal, ¿verdad? -niego con la cabeza y me enjugo las lágrimas-. Eso es, Lily, suéltalo todo. Dime aquello que quieras decirme y desahógate antes de que lleguemos, te vas a sentir mejor.
-No hay tiempo para eso ahora, Dylan...
-Confía en mí, Lilian. Estás demasiado tensa -coloca sus manos en mi cuello y lo masajea levemente-. Vamos, di lo que sientes.
-¿Que qué siento? Creo que la pregunta es ¿qué no siento? Dejando el tema de mi hermana a un lado, está Ethan, estás tú....
-Sigue -me anima y sorbo por la nariz.
-Quiero a Ethan, pero a veces siento que es demasiado perfecto. Nunca hace nada mal, nunca puedo enfadarme con él. A su lado soy como una niña a la que se le dan mal las matemáticas. Siempre me equivoco, interpreto mal los números y no hago bien la operación, obteniendo una solución errónea. En este caso, tú eres esa solución equivocada.
-¿Algo más? -pregunta como si nada.
-Creo que... Creo que también siento algo por ti -la expresión del rubio se suaviza, como si estuviera esperando a que dijera eso exactamente-. Pero tú eso ya lo sabes. ¿Quién no lo sabe? Creo que te lo he dicho con anterioridad. También te he dicho muchas cosas más, que para lo único que servían era para hacerme sentir menos culpable por quererte. Como que solo eras un capricho. Me he dormido semanas y semanas repitiéndome esa puta frase a ver si se colaba en mi subconsciente y dejaba de ponerme nerviosa cuando te viera, sin éxito alguno. Pero, dime, Dylan. ¿Qué debo hacer? ¿Cómo hago para no desearos a los dos a la vez?
-Quizá la respuesta ya la tienes, o puede que le estés dando demasiadas vueltas a la cabeza. Sea lo que sea, lo tienes que averiguar tú sola. Mi ayuda no sería objetiva...
El móvil me suena de nuevo. Lo cojo. Charlie me dice que ya no están allí, me da la dirección del hospital y me asegura que no es demasiado grave.
-Voy a llamar a un taxi -dice Dylan, y se lleva su móvil a la oreja.
En menos de media hora estamos en el hospital.
Respiro hondo un par de veces antes de entrar a la habitación 606, donde me preparo para ver al pelinegro. Cuando cruzo el umbral, dos pares de ojos se dirigen directamente a los míos, haciéndome sentir muy pequeñita. Son los de una mujer de aspecto joven, rubia y de grandes ojos azules. No tardo en suponer que se trata de su madre. A su lado se encuentra un señor, tampoco muy mayor, de cabellos oscuros y ojos del mismo color que los de la mujer. Tampoco dudo en que es su padre.
-Hola -esbozo una sonrisa tímida, y seguidamente llevo la mirada a la camilla en la que se encuentra Ethan -Soy...
-Es Lily, mi novia -las palabras de Ethan me dejan fría por un segundo.
Los padres sonríen sorprendidos y me abrazan. Me acerco a mi chico despacio. El ojo del puñetazo sigue morado, y a ello se le suman numerosas contusiones en el cuello y un vendaje en la cabeza. Por no hablar de una pierna escayolada. Supongo que podría haber sido mucho más grave.
-¿Cómo fue? -le pregunto sentándome en la cama.
Los padres nos miran un momento y salen de la habitación, cosa que agradezco.
-Un gilipollas con la música a tope que no me vio cuando fui a cruzar por el paso de peatones.
-Vaya gilipollas.
-Eso he dicho yo -ambos reímos.
-¿Te duele? -le pregunto pasando levemente mis dedos por la venda.
-Qué va. Ha sido una tontería, pero la verdad es que no paraba de sangrar y tenía muy mala pinta.
-Joder... Es una cosa detrás de otra. Supongo que se habrán creído que esto también ha sido por el impacto -repongo tocándole la mejilla donde Dylan le dio el puñetazo.
-El médico me ha preguntado que si me he metido en alguna pelea -sonríe-. Le he dicho la verdad, pero ni mis padres ni Charlie han preguntado, así que voy a dejarles creer que sí, que ha sido por el accidente.
Entonces se incorpora y lleva sus labios a los míos, pero me aparto por acto reflejo. Mierda. Me mira interrogante.
-Es que... Necesitas descansar -le sonrío.
No puedo besarlo, no después de haber besado a Dylan.
-Ya he descansado bastante.
Me coge la cara y me planta un beso en la boca, del que sí que no puedo librarme.
-¿Qué te pasa, Lily? Te noto rara -pregunta cuando se separa de mí.
-No es nada, es que me había preocupado mucho. Eso es todo -contesto forzando una sonrisa.