Una Navidad a distancia

Nieve en Brooklyn

―Pasa ―Mary Anne abrió la puerta del consultorio para dejar entrar a su primera paciente de la tarde. Una chica pelirroja, menuda y con algunas pecas en la cara pasó, saludó desanimadamente y se sentó en el sofá de piel marrón.

La hervidora emitió un "click", finalizando el trabajo de calentar la leche. Mientras Coral se quitaba el gorro y la bufanda, Mary Anne puso dos esferas de chocolate en un par de tazas, tomó su libreta de cuero rojo y se sentó frente a la chica.

― ¿Cómo has estado? ―su paciente se encogió de hombros con un gesto triste ― ¿quieres que hablemos de lo que te tiene así o prefieres que retomemos donde nos quedamos la sesión pasada?

―Mamá me envió la foto que usarán como postal familiar esta navidad ―dijo Coral con desánimo y una triste sonrisa se formó en sus labios ―aún cuando estuviéramos enojados unos con otros, mamá siempre nos hacía sonreír para la foto "los demás no tienen por qué enterarse de nuestros problemas", decía ―suspiró ―pero esta vez, las sonrisas que tenían eran absolutamente genuinas.

― ¿Por qué lo dices? ―Mary Anne preguntó luego de hacer algunas anotaciones en su libreta.

―Porque mi cuñada está embarazada.

― ¿Tu cuñada? ―Era la primera vez que Coral llamaba así a Alicia, la esposa de su hermano. Mary Anne lo anotó y esperó la respuesta de la chica.

― ¿Para qué negarlo? ―dijo Coral, mirando sus manos enguantadas ―mi hermano decidió desposarla, eso la hace parte de la familia.

―Parece que ya no te opones tanto a esa idea ―acomodándose los lentes sobre el puente de la nariz, Mary Anne observaba a la paciente frente a ella. Cuando recién llegó a tomar sesión, vio a una chica parecida a muchas otras chicas que llegaron a pasar por su consultorio: de dinero, con una alta percepción de sí mismas y una pobre percepción de los demás. Pero al parecer, las circunstancias que motivaban su estadía en Brooklyn la estaban ayudando, a salir de ese lugar y empezar a empatizar con el resto de las personas a su alrededor.

―Es que, al final, yo no decido quién sí y quién no puede estar con mi hermano ―Coral se quitó los guantes ―muy a pesar de todas las actitudes groseras de... Mi cuñada, reconozco que quiere a mi hermano y que ha sido buena con él.

―Pero, volviendo un poco al tema de la foto, ¿cómo te hizo sentir?

―Me hizo sentir muchas cosas ―Mary Anne asintió ―sorpresa por el estado de Alicia, felicidad por mi hermano y por mis padres ―una de las comisuras de sus labios se elevó en un pequeño asomo de sonrisa ―ya estaban empezando a pedirle nietos... Y tristeza, porque la postal familiar era nuestra tradición, y la tomaron sin mí.

―Sabes que eso no significa que ya no lo puedas hacer en un futuro ¿cierto? ―Coral asintió sin dejar de mirar sus dedos largos y finos ―me comentaste que tu papá dijo algunas condiciones sobre tu estadía aquí, ¿cierto?

―Mientras asista a mis terapias y siga trabajando, puede que acorte mi estancia aquí.

―Yo te voy a ayudar en todo lo que pueda ―la pelirroja la miró desde el sofá ―pero sabes que también tienes que poner de tu parte ―la chica volvió a asentir. La psicóloga se levantó a preparar el chocolate ―cambiemos un poco el tema ―dijo dándole la espalda a Coral ―cuéntame sobre tu navidad favorita.

Se giró para entregarle a su paciente la taza donde la bomba de chocolate se había derretido, liberando cocoa en polvo, canela, azúcar mascabada y algunos bombones. El calor y el aroma del chocolate reanimaron un poco el ánimo de Coral y cuando le dio el primer sorbo, los recuerdos de una navidad, ahora distante, llegaron a su memoria.

―Tenía trece años ―dijo luego de limpiarse los labios con una servilleta ―mi hermano y Bruno, el hijo mayor del chofer iban en el último año de secuntaria y yo estaba en el segundo año junto con el hermano menor de Bruno, Julio.

Sus padres habían planeado algo más hogareño para ese año, ya que estaban planeando que para el otoño del siguiente año, sus hijos estudiaran en un colegio en el Upper East Side. Así que la cena fue planeada para ellos, para la familia de Aurelio, el chofer, doña Lola, el ama de llaves y el hijo pequeño de ésta.

Su madre, Julieta, había elegido para Coral, un vestido rojo que caía hasta sus rodillas y un collar de perlas. Jamás le había puesto perlas y ni hablar del vestido que, ahora no tenía volantes ni flores. Era sencillo pero elegante y abrazaba gentilmente sus incipientes curvas. Cuando Julieta terminó de arreglarla para la cena, Coral se quedó sorprendida al no encontrar en el espejo a la niña que había salido de bañarse, sino a una linda jovencita maquillada ligeramente con un poco de máscara de pestañas, algo de glitter sobre los párpados y un bálsamo para labios con color. Sus rizos ya no estaban acomodados en dos trenzas o en coletas, sino que estaban armoniosamente moldeados para caer en libertad sobre su espalda y sus hombros. El final del atuendo fueron unos zapatos color perla, con un pequeño tacón cuña que le agregaban unos seis centímetros a su altura.

―Y ¿por qué es tu navidad favorita? ―Preguntó la doctora. Mientras Coral se sumergía en sus recuerdos, ella seguía haciendo apuntes en su libreta.

―Porque fue cuando di mi primer beso ―Coral se ruborizó ante el recuerdo. En su memoria seguía guardada la expresión en la cara de Bruno cuando la vio junto al árbol de navidad. Su hermano Chris y ella les dieron la bienvenida a Lilia, Aurelio y sus dos hijos. Bruno se parecía mucho a Lilia y más porque ambos compartían los mismos ojos verdes y el lunar debajo de uno de ellos. Ambos niños tenían la piel apiñonada como la de su padre y también tenían la misma predisposición a la risa.

Pero la risa murió en los labios de Bruno cuando vio a un ángel vestido de rojo. Iluminada por las luces cálidas del árbol natural, se dio cuenta que no había visto a una niña más bonita que a la que tenía enfrente. Su hermano Julio se percató de las miradas entre los dos chicos y le dio un codazo en las costillas cuando vio que los padres de ambos se acercaban a saludarse. El resto de la cena se llevó a cabo en armonía, lleno de risas, de anécdotas y del calor que se debe de sentir en esas fechas. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.