Fui yo la culpable, desgraciada y estupida del amor puro de un chico; pero no fue solo mia la culpa, fue suya tambien, el testigo de mi desamor, mi más grande perdición, porque pude ser inocente al igual que él. Solo que me engatuso y me dejo llevar por sus planes idealistas del verdadero amor.
Y allí en la fiesta de fin de curso de todos los años, cometió el delito que inició el fin de nuestra amistad, juro que siempre fue mio embelesandome con las palabras de uno de mis autores favoritos, me conocía a la perfección, lo sabía todo de mí.
No me sorprendí, cuando me beso bajo el muerdago delante de todos.