Una Navidad Con El Duque Amargado

Postulantes

—Joseph, recuerdame por que estoy haciendo esto — le pidio Franco Diprer, él duque de Dictom, mientras miraba cómo los carruajes que llevaban a las aspirantes a esposa dentro de su propiedad.

 

—Por que ya está por cumplir 38, no tiene esposa y mucho menos un hijo al cual darle su apellido y posteriormente su título, por lo tanto su tío ha reclamado que él tituló le sea cedido a su hijo Richard, ya que esté si está dispuesto a seguir con él linaje familiar — dijo con tranquilidad a unos pocos pasos de él — así que si no se pide la mano de ninguna de esas doncellas en los siguientes días, perderá su título de Duque y perderá todos sus privilegios y por supuesto está casa que era de su padre él antiguo duque — concluyo.

 

Y en todas y cada una de sus palabras tenía razón, si no conseguían una esposa pronto antes de navidad perdería todo lo que había mantenido a flote esos años. Su primo Richard era un desvergonzado que gastaba todo su dinero a manos llegas y cómo duque aún más, además claro que estaba dispuesto a tener hijos, tenía muchos hijos e hijos ilegítimos regados por todos lados.

 

Él por él contrario se había cuidado muy bien de terminar en dichos escándalos, y más aún de ser atrapado por cualquier doncella desesperada por una vida acomodada cómo la que finalmente tendrían siendo su duquesa. Al inicio eso no le molestaba, incluso le resultaba divertido y entretenido ver lo lejos que algunas señoritas de buena cuna estaban dispuestas ha hacer para llamar su atención, como se dijo el principio franco estaba muy divertido con la situación, pero después solo se decepcionaba cada vez de dichas doncellas.

 

— Debe bajar a recibirlas Duque — le aviso su mayordomo y amigo. Él asintió sin otro remedio más que hacer. 

 

No quería hacerlo, pero tenía que, tres doncellas habían respondido al anuncio, bueno, en realidad fueron muchas más, pero habían reducido la lista a las más educadas, bellas y con una buena reputación también, pero de eso último no se confiaba demasiado, él ya se había topado con, "doncellas" que en comparación que una mujer que vendía su cuerpo por dinero tenía. As decencia.

 

Más de una intento atraparlo con un escándalo diciendo que él se había preparado con ella, que él la había invitado a estar solo sin su dama de compañía presente, que él la había besado incluso. Él jamás haría una cosa así, jamás deshonraria una mujer de tal manera, ni por muy interesado que estuviera y lo estuvo en dos ocasiones, pero nunca permitiría que él honor de ninguna mujer fuera manchado por ningún chisme de tal clase, pero estaba seguro que más de una o las tres intentarían un escándalo como ese para hacer que le pidiera matrimonio.

 

Bajo junto con Joseph hasta él gran recibidor donde sus empleados que estaban ahí para recibir a sus invitados él, se quedó en él centro, junto a la mesa que antes siempre tenía flores, pero hace mucho tiempo que no las tenía. Tampoco había ningún tipo de decoración para las fiestas en todo él castillo, no celebraba la navidad, desde que sus padres fallecieron no tenía con quién celebrar y disfrutar dichas fiestas.

 

—Lady Dayan de Given y su hija, Lady Adelaila — anunció Joseph y dos mujeres llegaron, una mayor con un leve rastro de canas en la base de su cabeza, Franco enseguida pensó que de pintaba él cabello para que no se notara él paso de la edad, su hija, una joven, linda de pelo negro y ojos castaños, cuando su dama de compañia le quito él abrigo noto que tenía un abrigo muy inapropiado para él clima también frío que había hay, porque incluso dentro del castillo él ambiente no era demasiado cálido y siempre debían estar abrigados.

 

Ella tenía un vestido sin mangas, ajustado, que favorecía por completo su figura, era muy linda, no lo podía negar, pero nada del otro mundo. Además se notaba que estaba muriendo de frío, desde donde estaba podía ver cómo su piel se erizaba y temblaba levemente.

 

—Ladys, bienvenidas a mi hogar — dijo Franco haciendo una referencia.

 

—Gracias a usted por recibirnos duque — dijo Lady Dayan respondiendo la reverencia junto con su hija— mi hija y yo estamos muy felices de estar aquí — dijo ella que si estaba más abrigada, mientras su hija se congelaba, por supuesto solo estaba vestido así para tratar de impresionarlo.

 

—Por favor, vayan a la sala está más cálido — le dijo, la joven ni siquiera esperó a su madre y fue a donde le indico, no la culpaba para nada, él dio un paso atrás para recibir a las demás.

 

—Lady Mariam Delancy y su hija Lady Alicia — continuó Joseph. En está ocasión era una mujer un poco más robusta y su hija de muy generosas curvas que resultaban mucho en un vestido también inapropiado para un clima tan frío cómo él que había ahí, ella era una rubia de ojos muy azules.

 

¿Es que ni ellas ni sus madres pensaron en su salud primero? 

 

Se preguntó él mientras se acercaba a recibirlas y saludarlas. 

 

—Es todo un placer estar aquí y conocerlo duque — en está ocasión fue la misma Alicia quién se acercó a él coqueta agitando sus pestañas y pavonado sus atributos.

 

—Me alegra que se sientan bienvenidas, por favor, sigan — les pidió amable, aunque ya se sentía completamente arrepentido y aceptar que vinieran.

 

Por él rabillo del ojos mientras Lady Delancy y su hija, Lady Given y su hija estaban mirando a las que llegaban y serian su competencia, pero algo que le llamó la atención fue que ninguna de ellas ni siquiera se saludo, solo se quedaron mirando a la última quién llegaba como si fuera la más importante o quizás su mayor rival, ese le resultó muy interesante a Franco.

 

—Lady Esmeralda Lirtam y su hija Lady abigail — dijo Joseph, para sorpresa de Franco, está doncella si llevaba un abrigo más apropiado, y cuando le quitaron esté se quedó aún más asombrado.




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