Una Navidad Con El Duque Amargado

Chisme

Unos toques se escucharon en la habitación de Abigail, ella aún dormía, pero ya casi no había rastro de fiebre en ella lo que tenía a su madre mucho más tranquila de no fuera nada grave.

 

—Duque, buenos días — saludo Esmeralda fue ella quién abrió la puerta pensando que era la ama de llaves.

 

—Buenos días, espero no ser inoportuno — dijo él

 

—No para nada — susurró ella dejándolo entrar — mi hija aun duerme — le aviso para que mantuviera la voz baja.

 

—¿Aún muestra fiebre? — le preguntó con interés mirando a la bella doncella que dormía plácidamente debajo de las grandes mantas.

 

—No mucha, espero que para la tarde ya no tenga — le contó ella con alegría, lo que más le interesaba es que su hija estuviera sana.

 

─Me alegra escucharlo ─ dijo él y Abigail empezó a despertar ─ me retiro ─ dijo él y se fue.

 

─Madre, ¿quién era? ─ preguntó Abigail aún muy somnolienta.

 

─El duque, vino a saber cómo seguías ─ le dijo ella con emoción.

 

─Te alegras mucho por pequeñas cosas madre ─ comentó Abigail frotándose él rostro.

 

─Me gusta celebrar nuestras pequeñas batallas, nos acerca más a ganar la guerra ─ contó ella.

 

─Yo no entiendo nada ─ dijo la pelirroja, su madre se sentó junto a ella en él borde de la cama.

 

─Tienes tanto que aprender sobre él amor y lo sabrías si leyeras más sobre ello si lo sabrías ─ le contó y su hija hizo una mueca de desagrado.

 

Abigail es una joven amante a la lectura, pero a las historias de aventuras, historias y relatos de mitos e historias, pero las historias románticas de amor no eran para nada de su agrado, así que no tenía mucho conocimiento del amor, su mayor referencia era él amor que había visto entre sus padres.

 

─Siiiiii, aun no me llaman la atención ─ dijo ella.

 

─Darle una oportunidad hija─ le dijo ella.

 

Mientras ella intentaba que su hija desayunara adecuadamente ya que en los últimos días no había comido adecuadamente, por otro lado Franco paso tiempo a solas con Adelaila.

 

─¿Está segura que no tiene mucho frío? — le preguntó había decidido que también salieran a pasear por los jardines, pero Adelalila había decidido y su madre también, no vestirse adecuadamente para ese paseo.

 

Su vestido era fino de manga abiertas y un pronunciado escote de corazón, además de que su abrigo era muy fino y ella no se lo acomodaba cómo debía para que él no perdiera la vista de sus atributos aunque él no les dio una segunda mirada en cuando se dio cuenta de cómo estaba vestida.

 

—Es….toy bien duque, gracias — dijo ella, aunque su voz temblorosa y él ligero temblor de su cuerpo decían otra cosa muy diferente.

 

—Bueno, si se siente mucho frío avíseme y volveremos — le dijo él entonces miró hacia atrás — su dama de compañía, ¿no está demasiado lejos? — le preguntó él con interés, ya que la joven estaba a más de diez pasos de ellos y por lo general  no debía estar a menos de cinco pasos.

 

—Ella está bien allí — dijo ella tranquila regresando sus pechos en su brazo. 

 

—No considero que sea adecuado que esté tan lejos ─ dijo Franco con seriedad deteniéndose — acérquese le dijo a la dama de compañía que dudo por un momento en hacerlo y miro a su señora buscando aprobación, Adelaida aceptó de mala gana.

 

—De verdad no lo veo porque debemos de ser tan formales Lord, solo estamos nosotros aquí — le dijo ella.

 

—Pero no por eso dejamos de ser quienes somos, soy un duque u usted una doncella — dijo él pero al decir eso algo parecido a un resoplido que vino de la dama de compañía que los seguía, algo que ya le había pasado antes y sabía que significaba eso, más hizo cómo si no lo noto — nunca está de más ser prudente — dijo él.

 

Estuvieron un poco más afuera hasta que él ya no lo aguanto más y dijo que regresaran por que él frío era demasiado para estar afuera e hizo que le sirvieran té caliente para ambos.

 

—Tómelo todo por favor, no quiero que otra de mis invitada enferme─ dijo Franco.

 

─Si, pobre Abigail, espero que esté mejor ─ dijo ella sin sentirlo en lo absoluto ─ su desagrado por estar aquí y no quién ella desea se manifestó en esa terrible fiebre ─ murmuró ella antes de tomar de su te.

 

─¿Qué? ─ preguntó Franco, claro que esperaba comentarios mal intencionados de alguna de ellas o de todas hacia quién se sintiera más amenazadas y Abigail era una gran amenaza para todas.

 

─Mi lord detesto por completo él chisme y estoy en completo desacuerdo con él porque las personas mal intencionadas lo usan para difamar a los demás y si no estuviera segura de mis palabras no lo diría ─ dijo ella, Franco solo asintió para que continuara ─ ella tiene un amor esperando la de regreso en la ciudad, Timoteo Adams ─

 

Otra vez ese nombre.

 

Su interés por saber quién era ese hombre aumentó en un cien por ciento, porque según lo que había escuchado, la madre de Esmeralda y la propia Abigail no parecía querer estar con ese tal Timoteo. Además de que se limitó él preguntarle, porque no podía confiar completamente en lo que ella le decía, porque era obvio que estaba dispuesta a mentir de la forma más descarada posible, aunque tampoco fue necesario que él preguntara.

 

─Timoteo es un comerciante que la embobo con historias de otros lugares, ella siempre ha sido alguien rebelde que siempre quiere tener ganas de volar y hacer comentarios inapropiados para una dama, siempre interviene en conversaciones de hombres, cómo la política o la economía ─ le contó ella.

 

─¿En serio? ─ preguntó sorprendido y con mucho interés eso le resultó muy interesante, era una mujer inteligente, le resultó bastante atractivo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.