Una Navidad Con El Duque Amargado

Piano

─Vaya, mira la hora y él duque sigue con mi hija ─ expresó burlona Lady Delancy a las demás presentes, Lady Given y su hija por supuesto que pusieron amargas expresiones de envidia por su comentario.

Por otro lado, ya Abagail tenía autorización de su madre para salir de la cama y la habitación, pero debía estar muy bien cubierta para que no  enfermara de nuevo. Ella por su parte no estaban muy afectada por las palabras de Lady Delancy, aunque por dentro Esmeralda se sentía un poco preocupada, pero no le iba a dar la satisfacción de verla temer por su futuro.

─El tiempo es muy pasajero, cómo también puede ser, el interés del duque por Adelaida ─ comentó Abigail en tono distraído mirando por la ventana.

─Tonterías ─ nego Lady Delancy ofendida y Abigail la miro con interés encontrándome con una mirada molesta dirigida a ella.

─¿Lo he dicho en voz alta madre? ─ le preguntó.

─Si hija ─ contestó ella con una sonrisa que no se esforzó ni un poco en ocultar ─ ¿que tal si tocas para nosotras? ─

─Está bien ─ contestó levantándose para después acercarse al pequeño piano y sentarse.

Abigail tocó una delicada pieza, la favorita de su madre y también la de ella, esa pieza también le traía muchos recuerdos, recuerdos de su padre tocando la misma pieza para ellas, fueron momentos muy felices y pacíficos mientras él estaba con ellas, pero cuando lo perdieron todo fue cuesta abajo bajo lo contantes gastos de sus hermanos, pero ellas no se podían dejar caer tan facil debían seguir y aunque tampoco era que estaba muy contenta por donde estaba y lo que tenía que hacer ahí, lo haría, lo haría por su madre y porque ella ya había pasado por mucho para que en su edad tan madura pasarlas por ella de nuevo.

─Toca maravillosamente Lady Abigail ─ le felicito él duque junto Adelaida en la entrada del salón, ninguna de las presentes se dieron cuenta de que habían llegado, en cuanto lo vieron se levantaron resiviendolo.

─Gracias duque ─ susurro Abigail ─ bienbenidos ─ 

─Espero que la hayan pasado muy bien ─ dijo Lady Delancy. 

─Lo fue ─ dijo su hija con completa confianza, sintiéndose victoriosa.

─Duque, por favor acompañenos, mi hija ahora nos tocara un canción ─ dijo Lady Given apurando a su hija para que se levantara y apartara a Abigail del piano, pero no tuvo que hacerlo porque ella encuanto la escucho se levantó y sentó junto a su madre.

Franco acepto y se sentó junto con ellas mientras Lady Alicia tomaba lugar en él piano y empezó a tocar otra pieza un poco más animada, mientras ella tocaba la mente de Franco estaba ausente pensando en Abigail, necesitaba que Josehp regresara, necesitaba respuestas, respuestas de alguien de su completa confianza, no podía confiar en las palabras de cualquiera.

─¿Que le ha parecido duque?─ preguntó Alicia con ilusión. 

─Muy lindo Lady ─ contestó él, no había escuchado para nada, casi ni se daba cuenta de que ya había terminado.

Sus palabras tanto para Alicia, cómo para su madre fueron cuchillos, ¿muy lindo?, ¡muy lindo!, él había elogiado a Abigail y ella ella solo le decía muy lindo.

─Cariño, tocanos algo tu tambien ─ le dijo Lady Delancy a su hija, quién sonrio un tanto nerviosa, por todo él rato  que habían pasado fuera en wl frío sentía los dedos un poco entumecido.

─Ahhh...yo ...─ intengo hablar, pero su madre la interrumpió haciéndola levantar.

─Vamos querida no seas tímida, maravillanos con tu música ─ le dijo su madre apurandola para que se acercara al piano.

Llena de preocupación, porque no sabía si lo iba hacer bien o no, Adelaila se sentó en él piano y con dedos temblorosos empezó a tocar, sus dedos estaban un poco escogidos por lo que él esfuerzo de presionar las teclas era descomunal, así cómo también él esfuerzo por seguir sin fallar en ningún todo, se sentía en una tortura, pero no debía dejar que se reflejara en su cara tampoco, debía aguantar, estaba en medio de una guerra, una guerra por él duque y solo la más fuerte ganaria. Cuando por fin termino, porque ella lo sintió eterno, su madre le aplaudió, como.si hubiera interpretado la obra maestra de su vida.

─¿Tus manos están bien? ─ le preguntó Abigail con cierta preocupación al ver sus dedos un poco rojos e inchados.

─Si lo están ─ dijo ella con  seguridad, restandole importancia.

─La comida está lista ─ aviso Tania desde la entrada del salón.

─Damas ─ ofreció Franco cómo todo un caballero para que ellas salieran primero.

Quienes lo hicieron bastante apuradas Lady Delancy y Lady Given para asegurar sus lugares junto al duque, mientras que Abigail siguió en él otro extremo de la mesa y su madre a su lado.

─Se que eres de alma noble al igual que la de tu padre, cariño, pero no le debes mostrar piedad a la competencia ─ le dijo Esmeralda a su hija, en voz baja para que solo ella lo escuchara.

─No es piedad madre, miralo cómo una forma de quitar a la competencia, cómo la gripe me detuvl a mi, sus dedos lastimados a ella ─ le contestó tomando asiento.

─No, no, no, cariño ─ nego su madre en un susurro ─no hay nada que atraiga a un hombre que la sensación de ser él héroe ─

─No entiendo ─

─Que una doncella esté indefensa y vulnerable, él sale en su auxilio y es alavado por todos por sus cuidados ─

─Eso no paso conmigo ─ comento ella.

─Claro que paso, pero demanda diferente hija ─ le aseguro ella, pero no continuo ya que empezaron a servir su comida ─ hablaremos más adelante ─ le dijo su madre y la pelirroja solo asintio.

Él almuerzo paso fue tranquilo, por supuesto Alicia y Adelaila, intentaban llamar la atención del duque, mientras que Abigail hacia un cl.entario ocasional, lo que confundid a mucho a Franco porque contradecía lo que Adelaila le había dicho sobre ella, con quién hablaba era con su madre que estaba a su lado, ambas hablaban en voz baja, lo más seguro es que estaban haciendo bromas privadas por todas las muy poco disimuladas provocaciones de atencion de las demás  Lady, penso él.




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