Una navidad en Reus

Capítulo cuarto

ESCRIBE VÍCTOR


 

EXTRACTO DE LA LIBRETA

 

– ¡Vamos, Rick! – Hombre arrastraba el cadáver de su padre, que a su vez tenía atadas a su cintura las cenizas de la mejor empleada del cementerio de Reus.

A su alrededor la ventisca era gélida y provocaba pesadillas en la dimensión onírica de todos cuanto conocían verdaderamente la historia.

Un corredor apareció haciendo footing expirando simpáticas nubecillas de vapor por la boca.

– Resolución, ¿Puedes parar? Estoy interpretando... – El ceño de Resolución se frunció mientras se desnudaba para ducharse con la intensa nevada y sacar, desechando su contenedor, una elegante mochila, un smoking Massimo Duty, que se puso en un momento.
– Ahora te jodes y caminas descalzo. – Experiencia se rió como Nunca Jamás.
– Hijos de puta.


Cuando Anciano abrió la puerta de la cabaña, la niña ya había hecho que se bañasen todos en agua bien caliente, durmiesen tres o cuatro horas y tomasen cola-cao, café y té.

– ¿Un croisant y al lavabo? – Dejó ir Anciano mientras servía un par de copas de Jack Daniel's frente a una gran hoguera, donde tanto Hombre como él tomaron asiento.



Joel por fin se quitó la capucha, la sudadera arremangada y su vaso de agua le ayudaron a sonreír a los presentes solicitando un jazz tranquilo a Experiencia.

Agarró la pluma que una mujer tatuada le había dejado con la pequeña putilla de Ilusión haciendo las veces de dama de honor...

 

"Tanto de en la Luz del Faro que en la taberna,

Las dimensiones nos gobiernan 

En la partida de los dioses

De la que hay que dejar de ser peones."

 

 

ESCRIBE BEATRIZ

 

¡Su puta madre!

Dafne miró a su alrededor y solo quedaba lo que estaba anclado a las paredes.

Tanto Tylerskar - aquel ya no era Joel- como Rick, habían sido engullidos por la energía, oscura como la noche cerrada, que parecía atraer hacia sí todo lo que no era lo bastante fuerte para agarrarse a algo. Podía oír los gritos de Lara producidos por el dolor mientras unos relámpagos plateado restallaban inundando el espacio y el tiempo.

Miró instintivamente hacia el lugar donde se encontraban sus compañeros.

Marcos y Lara se agarraban a una de las vigas de madera del techo que, poco a poco, se iba resquebrajando y cediendo por el peso y la atracción incesante hacia lo desconocido que trataba de engullirlo todo.

Ella había conseguido sujetarse a una de las columnas cercanas pero, a pesar de que su cuerpo era ligero, los brazos empezaban a ceder. Clavó las uñas en la madera vieja y notó como se le rompía un pedazo de la del dedo índice, produciéndole un dolor insoportable. Gritó de forma desgarradora, se le saltaron las lágrimas y cerró los ojos con fuerza deseando morir.

En ese preciso instante se hizo el silencio. La fuerza gravitacional que los empujaba se detuvo y Dafne abrió los ojos. A pesar de que ella seguía suspendida, el suelo de la taberna había vuelto, así como sus agradables visitantes. El camarero sonreía y saludaba animosamente a unos clientes sentados al fondo de la barra y a una pareja, madre e hija, que entraban cogidas de la mano para resguardarse del frío.

- Quiero chocolate, mami.

- Chocolate no puede ser, mi vida, pero vamos a pedir a este señor tan simpático algo mucho mejor.

- ¿Ah, sí?

- Sí, ya verás. Disculpe, ¿podría darle a mi hija aquella bebida mágica de la que me habló el otro día?

Dafne era pequeña y no pudo verlo, pero su madre guiñó con complicidad al hombre detrás de la barra, que le devolvió el gesto.

- ¡Pues claro que sí! Pero es una bebida muy poderosa, solo pueden beberla aquellos niños que son especiales. ¿Tú eres especial, cielo? - Le preguntó a la niña de coletas con el abriguito remendado.

- Sí, yo soy muy especial. Ya sé sumar y restar. ¿Qué bebida es?

- Ahora lo verás -le dijo su madre- siéntate en aquella mesa.

Desde las alturas, Dafne notó que el dolor por la uña rota había desaparecido. Se dio cuenta de que la niña se distraía con un hilillo que se le había salido de la bufanda mientras el camarero llenaba una taza de color azul con leche caliente y unas puntas de canela.



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En el texto hay: amistad, taberna

Editado: 19.12.2018

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