Esa mañana un helicóptero privado, propiedad del imperio Crawford, llegó hasta el área despejada de la propiedad de la familia que los acogió.
Zev, salió de la cabaña para recibir al hombre, quien lo abrazó entre lágrimas.
— Gracias a Dios, jefe. Cuando escuché su voz — empezó a decir entre lágrimas —. He temido lo peor, gracias a Dios está vivo.
— Estoy muy feliz de verte, estoy feliz de estar vivo — dijo Zev abrazándolo.
Una vez que el jefe de seguridad del empresario habló con este, le entregó una chequera.
— Espéreme, aquí no quiero intimidar a la familia.
— Aquí le esperamos.
Zev le entregaría un millón de dólares a la familia que le había salvado la vida. Antes de despedirse les preguntó su apellido, a lo que el joven Malcolm respondió;
— Claus, nuestro apellido es Claus.
Lexie, quien se mantenía alejada de todos en un rincón con el pequeñito en brazos, le extraño aquel apellido, ya que no conocía ningún Claus en el área de Berth.
Zev firmó el cheque y se lo entregó a la pareja, quienes al principio se pegaron.
— No necesitamos el dinero — trató de devolverle el cheque.
Zev se negó.
— Estos son mis teléfonos de contacto, quisiera mantener la amistad, hay tanto por agradecer — dijo dándole una de sus tarjetas personales.
— Dios te bendiga hijo, a ti, a Lexie y al pequeño. Aún les queda un largo camino que recorrer, pero estoy seguro de que solo es el comienzo de la felicidad — la voz del señor Nicholas empezó a parecerse a la de Andy Williams de la canción "It's the most wonderful time of the year"
Lexie agradeció a la familia Claus, por todo el amor, las atenciones y las alegrías que le habían brindado en esos pocos días, donde se sintió parte de una familia verdadera.
Los Claus observaron el helicóptero ascender con nostalgia.
— ¿Crees que lo lograrán? — le preguntó Mary a su esposo.
— Él no los dejará ir, estoy seguro.
Ella sonrió besando su mejilla.
— ¿Listo para otra aventura?
— Bueno, tenemos muchas cosas aún por hacer antes de navidad— dijo cerrando la puerta de aquella hermosa cabaña.
Condado de Berth
Un día después
El doctor dejó la carpeta sobre el escritorio y con una sonrisa dijo;
— El pequeño necesitará de algunos cuidados, pero por lo que puedo observar está en perfecto estado de salud, los análisis que le hicimos estarán listos mañana en la tarde y podremos descartar cualquier eventualidad.
— ¿Y ella está bien? — preguntó Zev, refiriéndose a Lexie.
— Sí. También le hicimos análisis, pero estoy muy seguro que está en perfecto estado de salud. A usted lo voy a referir a un terapista para que recupere el movimiento de su dedo.
—Muchas gracias, doctor — se despedía Zev y salía hacia el pasillo de espera del hospital general del condado de Berth.
Llegó hasta el pasillo donde la vio sentada con la cabeza cabizbaja.
— Los de servicios sociales se llevaron a bebé Noah — dijo con voz rota.
Él la abrazó para consolarla.
— Solo serán unas horas mientras investigan su caso.
Ella asintió limpiándose una lágrima.
—Lexie, soy un hombre muy poderoso, si te quieres quedar con él...
Ella negó con ímpetu.
—Jamás podría hacerle eso a una mujer — su voz se quebró —. Si hay alguien buscándolo allá afuera, deseo de todo corazón que lo encuentren, incluso si eso me parte el alma.
En eso, el Jefe de seguridad de Zev les interrumpe.
— Señor, su padre requiere su presencia en Manhattan — le dijo el hombre a Zev.
Este miró a la pelirroja y para luego mirarlo.
— Ahora mismo no puedo — expresó.
— El consejo pide su presencia, es un caos todo.
— Hablamos más tarde sobre eso — Zev, no quería ir al encuentro con su padre.
Pero tarde o temprano debía dar una respuesta no por él, sino por los trabajadores y los accionistas.
Cinco días antes de navidad.
En los últimos días, habían visto al pequeño Noah solo en las tardes, servicios infantiles seguía con la investigación sin mucho resultado.
Lexie y Zev, estaban ansiosos porque cada vez que tenían que despedirse el niño entraba en pánico, llorando mucho.
Una de las psicólogas había dicho que era una secuela a la separación forzada que había experimentado el pequeño, cuando había sido abandonado en medio de la nada.
Pero Lexie y el empresario pensaban diferente, en sus corazones bebé Noah los necesitaba, los quería a ellos y no a esos extraños.
Llegaron a la comisaría de la mano. Ella estaba muy nerviosa y él trataba de confortarla.
El agente Morrison les recibió.
— Señor Crawford, Señora Mitchell. Tenemos novedades del caso, pueden tomar asiento — les invitó el hombre de sonrisa agradable y robusto.
— ¿Qué novedades? — preguntó él y sintió como Lexie le apretaba la mano muy tensa.
— Servicios infantiles y la policía del condado, han llegado a la conclusión de que el niño no es buscando por nadie, no hay registros de nacimiento que coincidan con el pequeño, no hay denuncias, posibles sospechas, nada.
— ¿Y eso qué significa? — cuestionó Lexie angustiada.
—Significa que dadas circunstancias en que ustedes encontraron al pequeño, pensamos que es un caso de abandono, uno muy cruel, por lo que el niño será colocado en el sistema nacional, para su adopción — les informó.
— ¿Adopción?
— Sí, es muy pequeño. En estas circunstancias se les busca padres adoptivos lo más pronto posible.
Lexie se levantó de la silla y miró al oficial.
— Ustedes no pueden dar en adopción a bebé Noah, él me necesita.
— Lo siento, señora Mitchell, ni usted ni el señor Crawford son candidatos para la adopción, debido al intento de suicidio y las circunstancias traumáticas que pasaron junto al pequeño.
Zev lo sabía, ellos debían pasar por un largo proceso de terapia y para cuando estuvieran habilitados para ello, el niño ya estaría con su familia adoptiva.
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Editado: 03.01.2024