Una Navidad Que Olvidar

Donde todo concluye

BRUNA DE OLIVEIRA

Salgo de la estación donde estaba detenida, salimos bajo palabra y ayer aunque cenamos con los oficiales y pasamos un muy buen rato con ellos, luego tuvimos que volver a la celda, sólo que nos pasaron unas mantas por el frío. Con Douglas hablamos bastante y resulta que somos parecidos y parece que por ello nos odiamos.

—Vamos a comer algo, yo invito.

—¿A dónde me invitas?

—¿Un Mcdonald es suficiente para ti? —sonrío y asiento con la cabeza—. Vamos.

Lo sigo divertida y nos vamos caminando al mcdonalds más cercano, avanzamos en silencio porque de seguro el frío podría congelar las palabras. Además es raro pasar de hablar por entre los barrotes y ahora hablar con libertad.

—Me congelo —digo parando para ocultar mi cabeza en la chaqueta, necesito aire un tanto tibio.

—Estamos igual. ¿Corremos la cuadra restante?

—¿Seguro que estará abierto?

—Vamos —me toma de la mano y me obliga a correr con él.

Llegamos corriendo y entramos riendo incluso, esto es raro. Los que nos están atendiendo nos ven un tanto raro, pero Douglas me obliga a ignorarlos y nos vamos a sentar a una mesa cerca del árbol de navidad. Vemos la carta que tienen sobre las mesas junto con las servilletas.

—¿Qué vas a pedir?

—El combo especial navideño —dice mirando lo más caro del menú y que trae mucha comida.

—¿Vas a comer todo eso?

—Sí, tengo hambre —se encoge de hombros y no puedo creer que de verdad coma tanto.

—Anoche comiste bastante.

—Da igual, tengo hambre.

Niego con la cabeza divertida, luego viene una chica a preguntarnos lo que vamos a pedir y pide dos de esos combos sin dejarme elegir, es algo que me molesta un poco.

—No te enojes, te va a gustar, además tiene galletas de jengibre y te gustan.

—¿Cómo sabes?

—Ayer sonreías y hacías un pequeño baile cada que comías una galleta —señala y realmente si mi piel fuera más pálida, se notaría mi sonrojo evidente.

—¿Me das las tuyas?

—¿Mis galletas?

—Obvio ¿Que mas si no? —sonríe de medio lado y entiendo en qué sentido hablaba—. No te pases con eso, aún no somos amigos.

—¿Todavía no? —niego viendo unos papelitos que señalan las tradiciones navideñas de algunos clientes de aquí— . ¿Qué tengo que hacer para que seamos amigos?

—No lo sé, dame tus galletas de jengibre.

—¿Segura que seremos amigos?

—Sí, yo creo que sí —sonríe y nos traen lo que pedimos.

—Aquí tienen, en este papelito pueden anotar cual es su tradición navideña favorita para que la cuelguen en nuestro árbol navideño —señala la chica sonriendo.

—Gracias —dice Douglas sonriendo con la cabeza inclinada y una sonrisa adorable, al parecer es algo particular de él.

Y si algo he aprendido que cada persona que tiene una sonrisa en su rostro en todo momento, es porque ha aprendido a maquillar su dolor o su punto débil. Anoche conocí ese lado que nadie espera de nadie, y lo entiendo bastante, el miedo a ser juzgado por tus malas decisiones, aunque para ti sean las mejores.

Además de que somos parecidos y evitamos las cosas de la misma manera, es genial y extraño a la vez. Por otro lado, es tan Grinch como yo, aunque anoche entendí que no es ser grinch porque uno quiera, es que no todos compartimos el mismo espíritu navideño y no podemos ser juzgados por ello.

—Yo tengo una nueva tradición —dice divertido—. Conocer a mi vecina en prisión.

—Qué divertido —digo de manera irónica, aunque en realidad si es divertido.

—Ya lo sé, comer un mcdonald, viendo series y películas en una habitación sólo iluminada por luces de navidad.

—Combinaste las tradiciones de ambos.

—Es una muy buena idea —dice todo emocionado y feliz—. Después de todo, es la primera navidad donde realmente me he sentido bien, luego de Leigh.

—Tienes razón, pero debes añadirle que tiene que ser en pijamas —digo escribiendo nuestra nueva y mejorada tradición.

—¿De verdad?

—Ha sido una muy buena navidad, de hecho, es bueno pasarla en compañía —sonrío con sinceridad cómo nunca antes.

—¿Te parece si luego vamos a patinar? —pregunta mientras escribe la tradición.

—Pero vamos a abrigarnos.

—Da lo mismo, vamos a patinar solamente —dice comiendo la hamburguesa.

—Nos vamos a congelar.

—No importa.

De pronto empieza a sonar mi celular y lo saco de mi bolsillo, es una llamada de mi mamá.

—Hola mamá.

Feliz Natal, Brunita!

—Gracias, familia. Feliz Navidad para ustedes también, los quiero mucho.

Nós também te amamos, irmã.

Como foi seu natal, filha?

Bien, mamá. Me llevaron detenida por no llevar mi identificación, ni mi licencia de conducir. Fue una noche buena en prisión con mi vecino.

Bruna De Oliveira, espero que estés jugando conmigo.

No mamá, pero ya salí bajo palabra y estoy comiendo. Por cierto, la cena navideña con los oficiales fue muy buena.

Bruna de Oliveira. Vini, ven a escuchar lo que dice tu hija. Se ha convertido en una delincuente.

—Chao, mamá. Te amo.

Corto y guardo mi celular. Douglas me mira divertido, y al momento suena su celular, pero esta es una video llamada. Contesta y yo tomo un poco de chocolate caliente.

—Hola familia —saluda Douglas y se escuchan muchas voces y todas diciendo algo distinto—. Son un caos, si no se deciden y organizan para hablar, les voy a cortar.

Douglas Hamilton, no me amenaces. ¿Qué tal esta navidad hijo? 

—Bien papá. 

¿Extrañaste mucho a Leigh, bebé?

Dylan, golpea a Landon por mi por favor. Gracias hermano. Y no, no extrañé a Leigh aunque sea difícil de creer. 

—¿Ya la superaste?




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