Una navidad secreta.

Capítulo 3: Secreto.

Leila

—¡Princesa, princesa...!

Escuché la voces de los niños tras  bajarme del auto.

Le regalé una sonrisa porque esto me hace feliz, ayudar a quien lo necesita me hace sentir plena.

—Al parecer has encantado a todos los niños princesa mía.

—¿Esta queriendo decir que soy una bruja?

—¿Lo eres? Lo pregunto porque me has encantado a mi caballo, a los niños y a mi. Princesa mía, ¿es usted una bruja?

Con una sonrisa en los labios respondía ante sus palabras.

—Oh mi príncipe, me ha descubierto. Temo que tendré que ir a buscar mi esposa y salir volando hacia otro reino.

Xander soltó una gran carcajada, y con esto logró llamar la atención de todos los presentes. Los cuales inmediatamente empezaron a cuchichear entre ellos.

“Se les ve muy cómodos juntos”

“Pronto tendremos la boda del príncipe, de eso no hay duda”

“La princesa es hermosa”

—Le prohíbo marcharse bruja hechizadora, su castigo por hechizarme será quedarse para todo la eternidad a mi lado.

—Acepto el castigo príncipe mío. -dije mientras entraba al orfanato.

Xander lo hizo después de mi y todo fue un revuelo.

—Principe, es un gusto tenerlo nuevamente por aquí. A los niños les encantará platicar con usted. -una mujer de avanzada edad dijo estás palabras con una gran sonrisa en sus labios. Y tras terminar colocó sus ojos en mi. —Oh, princesa. Para nosotros  es un honor contar con su presencia el día de hoy.

—Para mi es un placer que nos reciban. -la mujer me brindó una cálida sonrisa. —Hemos traído un refrigerio para los niños y varios juguetes. ¿Le molestaría si se los cedo?

—Claro que no princesa. Nunca me molestaría que nuestros futuros gobernantes compartan con nosotros, es más me siento agradecida por todo lo que han ustedes por nosotros, por todos  estos niños. -la mujer tomó mi mano entre la suyas. —Sin duda alguna usted será una excelente reina, mi señora.

Me quedé atónita ante estas palabras inquiridas por ella.

—Gracias por sus palabras. Las agradezco mucho.

—Solo digo lo obvió princesa. - luego de verbalizar estás palabras la mujer coloco sus ojos en Xander. —Sin duda alguna ella es la indicada mi señor. Veo en ella la excelente princesa y mujer que llegará a ser príncipe. Por nada del mundo la deje escapar, porque ella es la indicada. Su verdadera reina.

Tragué saliva por estas palabras.

—No la dejaré escapar, por nada del mundo la dejaré marcharse de mi lado.

La señora asintió.

—Princesa ya está todo listo para repartirlo a los niños. -escuche estás palabras justo detras de mi.

—Gracias Jeff. Yo misma me encargaré de repartirlo a los niños.

—No es necesario princesa. Yo puedo hacerlo.

—Déjeme hacerlo por favor.

La señora asintió con la cabeza no muy convencida.

—Disculpen que los dejé pero, el deber llama.

—No se preocupe princesa.

—Ve tranquila princesa mía.

Luego de escuchar estás palabras giré sobre mis pies para mirar a Jeff.

—Vamos a darle un poco de felicidad a estos niños Jeff.

—Vamos princesa.

Jeff me siguió los pasos y juntos empezamos a repartir le a los niños el chocolate y los panes.

Cuando todos estaban degustando del refrigerio, yo me dispuse a caminar por el alrededor de la sala de estar del orfanato.

Me siento plena al ver que todos los niños del lugar se encontraban degustando de un poco de chocolate caliente. Quisiera hacer más por ellos pero lastimosamente estoy atada de manos. Y eso no me gusta.

Desvíe mis ojos del salón luego de escuchar unos sollozos.

Me atreví a seguir el llanto y mi corazón se rompió al ver a una pequeña niña llorando en el frio suelo.

—Hey pequeña. ¿Qué sucede? -la niña levanto su cabeza y sus ojos me miraron fijamente.

—P-princesa. -dijo ella entre llanto.

Sin importarme los modales me senté al lado de la pequeña y me atreví a acariciar su cabello.

—¿Me puedes decir que te sucede? -la niña luego de escuchar mis palabras lloró más fuerte. —Tranquila pequeña. Si me dices que te pasa yo te puedo ayudar pero, primero tienes que calmarte.

La infante poco a poco fue disminuyendo el llanto. Y cuando estuvo lo más calmada posible habló.

—Yo quiero ser una princesa pero Nancy dice que nunca seré una. ¿Puedo ser una princesa? ¡Quiero ser una princesa! -la pequeña dijo estás palabras y posteriormente volvió a llorar

—Tranquila pequeña, tranquila. -me atreví a tomar a la pequeña entre mis manos para colocarla en mis piernas. —Pequeña tú ya eres una princesa. Yo te declaró princesa, la más bella de todas.

La niña se calmó considerablemente tras escuchar mis palabras.

—¿De verdad, ya soy una princesa?

—Si pequeña, ya eres una princesa.

—Pero para serlo necesito una tiara de princesa.

—Tendrás tu tiara pequeña.

—¿De verdad..? -asentí. —Gracias princesa, gracias...

La niña en su furor me abrazó con fuerza y yo con una gran sonrisa en los labios le devolví el abrazo.

—¿Como te llamas pequeña princesa?

—Laila. -dijo ella mirándome a los ojos.

—Tienes un nombre hermoso pequeña princesa.

La infante sonrió mostrando sus dientes.

—¿Princesa sabe tocar el piano?

—Si, ¿te gustaría que tocará algo para tí?

—¡Si, si....!

Coloque a la pequeña sobre sus pies para después hacerlo yo.

Laila se encargó de arrastrame hacia la habitación donde se encontraba el piano de cola.

Al ver el piano los recuerdos dolorosos de mi niñez inundaron por completo mi mente.

—¿Princesa puede tocar una canción navideña? ¿Puede?

—Claro pequeña.

Laila aplaudió luego de escuchar mis palabras.

Me senté en el banco y luego de un suspiro empecé a mover mis dedos sobre las teclas del piano. Inmediatamente empezaron a salir del pianos la notas musicales inundando la estancia.

Giré mi cabeza hacia Laila y está me sonrió.




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