Leila
Un nuevo día. Un hermoso día para perder para siempre a Xander.
—Leila, Leila. -Aileen entro a mi habitación sin tocar y me encontro hecha un desastre —Oh, cariño. Ya me he enterado. Ellos ya han de estar a punto de llegar.
—Lo perderé Aileen, perderé a Xander.
—Todavia hay tiempo Leila. Todavía estás a tiempo de contarle la verdad. Vamos... vamos a decirle la verdad.
Sollocé.
—Es que no te imaginas todas las veces que intente confesarle la verdad pero, al parecer el maldito destino quiere que él se entere por ellos, por la verdadera princesa.
—Yo puedo hablar con él. Obligaré a Xander a escucharme y no lo dejaré salir de la habitación hasta que esté enterado de todo.
—Dejalo Aileen. Si en el destino no está que la verdad salga de mis labios no hay que forzar para que sea como quiero.
Aileen negó con ala cabeza.
—Dejaré de llorar e hice a ver a Troyano, antes de convertirme en una persona no grata para tu hermano -trate de bromear y he de decir que me salió fatal. —Y él te pide una foto mía para lanzarle dardos no dudes en dársela.
—Mejor le doy una tus tangas...
—¿Y eso para que?
—Para que se le pase el enojo y valla a buscarte más rápido. ¿Cuál le cedo, la roja o la blanca?
—El rojo le sienta muy bien a mi piel.
—La roja sera entonces...
Me levanté de la cama para darle un afectuoso abrazo a Aileen.
—Gracias por hacer realidad el último deseo de mi lista Aileen, siempre estaré agradecida contigo.
La castaña me devolvió el abrazo.
—Gracias a ti por estar en mi vida, por ser mi mejor amiga y una eficiente asistente personal. Te quiero Leila. -ella sollozó y yo en separe levemente.
—¿Estas embarazada? -Aileen de quedó en silencio pero el color rojo se apoderó de su rostro. —¿Héctor volvió a hacerlo? ¿Cuántos son? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Seis?
—¡Por Dios Leila...! Solo son dos. Deja de exagerar.
—Casi nada... Es que tú todo lo tienes que hacer en grande. ¿Qué más quieres que te diga? -Aileen golpeó mi brazo. —Ya se lo dijiste a Héctor.
—No. Pensaba hacerlo esta noche pero con el drama que se hará es mejor posponerlo.
—Todo por mi culpa. Por mi gran culpa.
Aileen negó con la cabeza.
—Tú no tienes la culpa de nada Leila. No tienes la culpa de armar, nadie decide de quién enamorarse.
Ante estas palabras me mantuve en silencio.
—Ire a despedirme de Troyano y se su hembra.
—Troya. Qué ingeniosa eres.
—Aprendi de la mejor. -Aileen sonrió por mis palabras.
Juntas caminamos hacia la puerta de la habitación que había estado ocupado. Aileen tomó el picaporte entre sus manos y antes de que abriera la puerta la detuve.
—Aileen, me quedaré unos días en el reino hasta que cumpla una promesa que le hice a una pequeña.
—¿Donde te quedarás?
—En el orfanato, he llamado y la encargada de este, me dió el visto bueno. Prepare mis maletas y le pedí a Jeff que las metiera en la cajuela del auto. Ya tengo todo listo, solo falta que aparezcan los payasos a desatar el circo.
—Leila.
—Estoy bien Aileen.
—Hare como que te creo.
Aileen abrió la puerta y ambas salimos de la estancia.
Antes de cerrar la puerta escaneé la habitación por última vez, y tras hacerlo sentí un nudo en el estómago.
Es muy fácil entrar a un lugar y encariñarte, lo difícil es marcharte.
Cerré los ojos.
—¿Estas bien Leila?
—Estoy bien Aileen. No te preocupes por mí. -le di una sonrisa la cuál ha sido la más falsa que he dado en toda mi vida —Preocupate por como le dirás a tu futuro esposo que estás en la espera de sus hijas.
—¿Crees que serán niñas?
Asentí.
—Serán niña y el dolor de cabeza de su padre. Héctor pagará lo que no ah hecho con ellas.
—Oh Dios ya quiero ver eso.. -Aileen sonrió tras estás palabras y acarició su vientre.
—Pronto lo verás, Aileen. Pronto.
Después de estas palabras Aileen y yo caminamos hacia la escalera y sin perder tiempo empezamos a bajar los escalones.
Al pie de la escalera nos esperaba la reina quién al verme enfocó su mirada en mi.
—¿Madre, de casualidad has visto a Héctor?
—Esta en el despacho con tu padre.
—Ire a verlos.
Aileen se marchó dejándome a solas con su madre.
—Debe de estar feliz porque en unas horas llegará la verdadera princesa.
—Leila...
—No se preocupe reina, no al guardo en mi corazón.
—Yo.. lo siento. -hice una mueca luego de escuchar estás palabras salir de la boca de ella. —Se que mis palabras te dolieron pero lo hice para que..
—No tiene que explicarme nada señora. Usted dijo lo que sentía. Ya no tiene que decir más nada. -la reina aparto su mirada de la mía. —Si no le molesta iré a despedirme de los caballos antes de que el circo empieza y de que su hijo me quiera sacar a patadas de este lugar.
—Él nunca te sacaría de aquí Leila. No lo dudes.
Obvié las palabras de la reina y empecé a caminar hacia la puerta.
Salí del palacio y una lágrima salió de mis ojos.
Extrañare bastante este lugar, extrañare la compañía del príncipe, echare de menos sentir sus calidad manos tomar las mías, anhelaré escuchar de sus labios llámarme princesa.
—Te extrañe mi príncipe, lo haré con todo el corazón.
Luego de estas palabras me seque la lagrima que por accidente resbaló por mi mejilla y como si nada hubiera sucedido seguí caminando hacia las caballeriza.
Al llegar escuché la voz del hombre encargado de cuidar los caballos del palacio.
—Troyano deja de relinchar cada vez que me acerco a tu hembra. No le haré nada si eso es lo que te preocupa. Se que tanto tú como el príncipe son extremadamente celos por eso es que se complementan a la perfección, caballo y dueño tenían que ser.
El caballo volvió a relinchar.
—Tranquilo Troyano... Ya me ha quedado claro que Troya y la princesa son de ustedes, ya lo entendí.. ahora deja de morderme.
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Editado: 31.12.2023