Una navidad secreta.

Capítulo 7: Nuestra canción.

Leila

Deslice mis dedos por las teclas del piano ante la mirada de todos los niños. Quienes me miraban atenta.

En cuanto finalice mi interpretación escuché los vítores de los niños. Y poco después la señora Roma se acercó a mí.

—Princesa su interpretación fue espléndida.

—Señora Roma, le he dicho que en llame Leila. Nada de princesa.

—Oh.. se me había olvidado.

—No se preocupe. Pronto se acostumbra.

La señora asintió.

—Prince... Leila tiene visita en el salón.

Me levanté del banco del piano.

—¿Quién me busca?

—El rey Leonal McAleister.

Fruncí mi seño.

¿Qué podría querer de mi ese hombre?

Ante de marcharme le di una pequeña sonrisa a al señora Roma. Y ella como una persona dulce me la devolvió.

Cuando en marché sin duda alguna extrañare este lugar.

Solté un suspiro ante de empezar a caminar hacia el salón.

Espero que ese hombre no me traiga más problemas. De los que ya tengo.

Cuando estuve al frente de la puerta tomé una corta respiración antes en entrar.

Aquí voy.

Empuje la puerta y entre con la cabeza en alto al salón.

El hombre al verme llegar se colocó sobre sus pies.

—Por Dios.. eres igual a tu padre. Te pareces tanto a él.

—Disculpe señor, ¿me conoce?

—Claro que te conozco Leila. Han pasado muchos años pero aún así puedo reconocer a la hermosa niña que un día cargue entre mis brazos.

—No estoy entendiendo nada de lo que dice señor. ¿Puede explicarse?

El hombre camino hasta quedar frente a mi.

—Leila, eres hija de Leonardo McAleister. Eres a quien le pertenece el trono que hoy ocupo, tú eres una princesa. Nuestra futura reina.

Esas palabras me dejaron en shock.

¿Yo hija de un rey? ¿Una futura reina?

Ver para creer...

—Creo que está equivocado señor. Yo no soy la hija de ningún rey y mucho menos seré su reina. Siga buscando porque esa princesa que busca no soy yo.

El hombre negó con la cabeza.

—Eres esa niña Leila. Eres lo único quedo de mi hermano, eres tú. Su heredera, la futura reina.

—¡Qué no le digo.....! Mi madre se llama Lois Blandet.

—Querrás decir que tu tía se hace llamar así, Leila.

Esta situación me está llevando a tener una leve cefalea.

—Esa mujer luego de la muerte de tus padre te saco del país de manera ilegal, cambio de nombre y te mantuvo encerrada para que no te pudiéramos encontrar. Ella es la culpable de que estuvieras alejada de tu hogar. Pero hoy está pagando un precio muy caro por ello.

Me mantuve en silencio porque una parte de sus palabras es cierta.

Esa mujer la cual se hacía llamar mi madre siempre me mantuvo encerrada. Solo podía salir a tomar el sol cuando ella se marchaba de casa y me dejaba al cuidado de las criadas.

Ante esto solo existía algo que no entendía.

Y es, ¿por que lo hizo? ¿Qué la llevo alejarme de mi hogar?

—¿Por qué ella lo hizo?

—Para que sufrieramos. Para que no quedará ningún rastro de mi hermano. -él hombre cerró los ojos. —Ella siempre estuvo enamorada de tu padre pero, él al ver a Laila, tu madre, quedó perdidamente enamorado de ella y al poco tiempo se casaron. Fue amor a primera vista.

¡Esa mujer me alejo de mi familia por celos! Para hacer sufrir a todos en esa familia.

—¿Como murieron mis padres?

El rey volvió sus manos puños.

—Un grupo de rebeldes acabaron con ellos cuando regresaban de celebrar su tercer aniversario de bodas. Los mataron a sangre fría Leila. Cortaron la cabeza de ambos y la enviaron al castillo en una caja de regalo.

Cerré los ojos con fuerza y las lagrimas empezaron a brotar de mis ojos.

Mataron a mis padres. Les arrancaron la vida.

—Capture a todos los hombre que se atrevieron a hacerle algo como eso a los gobernantes.  Ordené que los decapitaran, luego de una semana larga de castigo. Eso era lo menos que podía hacer por la memoria de los reyes.

—No quiero reinar. No quiero la corona. -dije tras abrir los ojos. —Si mis padres murieron por causa de ella, yo la rechazo. Puedes quedarte o dársela aquí quiera. Yo no reinare porque esa corona está manchada con la sangre de ellos, de mis padres.

—Leila.

—Ya tomé una decisión y nadie en este mundo me hará cambiar de parecer.

El rey asintió.

—Si no le molesta me retiro.

—¿Podré volver a verte?

Me encogí de brazos.

—Quien sabe..

—¿Te irás?

—Probablemente.

—Pero, ¿que harás con el amor que sientes por el príncipe?

Me quedé en silencio por un momento. Mientras reflexionaba la pregunta que el rey Leonal me había hecho.

¿Qué haré con el amor que siento por Xander? ¿Qué haré para olvidarme de él?

Abrí mi boca para responder pero Leonal se adelanto.

—No te vallas Leila. Lucha por tu amor. Habla con él y solucionen las cosas.

—Ya todo esta dicho señor. Y no creo que el príncipe quiera hablar de ese asunto conmigo.

—Te sorprenderás Leila. Si que lo harás.

El rey dio un paso hacia mi cortando cada vez más su distancia de mi.

—Te enviaré todas las joyas de tu madre y algunas cosas de tu padre. Por favor recíbelas.

—Esta bien las aceptaré.

—Otra cosa Leila.... ¿Te gustan mucho los finales románticos?

—Si, ¿por que?

—Pues tendrás el final más  romántico que podrías imaginar. -fruncí mi seño y ante este Leonal pareció disfrutarlo —Nos volveremos a ver sobrina, pero tú siento una verdadera princesa y futura reina.

¿De que está hablando este señor?

¿Será que se le cruzaron los cables y está haciendo corto circuito?

Genial, lo que me faltaba.

Antes de que pudiera preguntarle a Leonal a que se refería, él se marchó. Dejándome con las palabras que me había verbalizado dándome vueltas en la cabeza.

¿A que se abra querido referir con  el final más romántico que me puedo imaginar?

—Leila, ya todo está listo. -la voz de Roma logró sacarme de mis pensamientos. —Las jóvenes estaban muy emocionas por su noche de karaoke.




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