Una Niña y Su Muñeca

Capítulo 03. ¿Nuevo Hogar?

Capítulo 03.
¿Nuevo Hogar?

En los siguientes días, Gemma tuvo que enterarse para su pesar de que morir implicaba bastante papeleo. Cuando su padre falleció, su madre se encargó de todo, y Tricia hizo lo mismo tras morir su madre. Pero ahora le tocaba a ella lidiar con esa mala experiencia. Por suerte Erick, el abogado de Tricia y Allen, la apoyó en gran parte de los trámites pertinentes.

Allen y Tricia habían contratado hace un par de años un paquete funerario, así que eso facilitó bastante las cosas también; aunque de seguro ninguno se esperaba que tendría que usarlo tan pronto, o los dos al mismo tiempo… o que el ataúd de su hijo mayor acompañaría a los suyos.

El funeral fue algo extraño. Fueron muchas personas, conocidos, amigos y socios de Tricia y Allen. Y aun así, Gemma sentía un extraño vacío que la rodeaba, incluso con la presencia de tanta gente a su alrededor. Era como si en realidad no estuvieran ahí. Sus cuerpos estaban sentados en la iglesia, o parados alrededor de los tres ataúdes mientras el padre pronunciaba sus palabras hacia los muertos, o estrechándole su mano y abrazándola para darle el pésame. Pero en el fondo, sus almas y sus mentes no estaban presentes. Eran sólo sombras que venían, cumplían con su requisito, y luego se iban satisfechos consigo mismos.

Claro, no faltaron los “estamos para lo que necesites”; y los “si en algo podemos ayudar, avísanos”; y no olvidar los “no están solas en esto”. Pero para Gemma todas eran sólo hipocresías. De nuevo, eran cosas que sentían que debían decir para sentirse bien consigo mismos, pero al final todos estaban felices de no tener que tomar responsabilidad alguna en el asunto.

Terminado el funeral, quedaban por resolver algunas otras cuestiones: testamentos, seguros de vidas, la venta de las propiedades, regalías por las obras de Allen… Éste nunca retiró a Esther de ninguna de estas cosas, pues era obvio que aún guardaba la esperanza de que volviera algún día. Y como única sobreviviente directa, Erick el abogado estaba seguro que no tendrían problema en manejar la herencia de forma efectiva y rápida.

Realmente Gemma no tenía cabeza para nada de eso, y le pidió a Erick que se encargara de todo. Y a reserva de lo que Tricia y Allen hubieran dejado especificado en sus testamentos, acordaron que todo el dinero que se sacara de esos movimientos, fuera poco o mucho, lo pondrían en un fideicomiso al que Esther podría acceder cuando cumpliera la mayoría de edad. Erick no pudo darle un estimado de cuánto estaban hablando, pero le aseguró que sería más que suficiente para pagar la educación universitaria de la pequeña, y más que eso. Por Gemma estaba bien que Esther hiciera lo que quisiera con él llegado el momento; estudiar, viajar, gastarse todo en zapatos… Ya sería decisión suya. Por su parte, a Gemma no le interesaba tocar ni un centavo del dinero de su hermana.

En todo caso, Erick quedó de avisarle una vez todo quedara concluido, así que de momento no se preocupaba por eso.

Y tras más de media semana en Connecticut, y con todos esos asuntos arreglados, o al menos delegados a alguien más, a Gemma sólo le quedaba volver a casa; con una compañía adicional, claro.

Esther y Gemma no hablaron precisamente mucho durante esos días. Gran parte de ellos la niña estuvo en el hospital o bajo el cuidado de protección infantil, hasta que quedara el papeleo de la custodia. Y las pocas interacciones que llegaron a tener esos días, se limitaron principalmente a conversaciones cortas, con respuestas de cada una que oscilaban entre una, dos, o quizás tres palabras cuando se sentían más atrevidas. Gemma se dijo a sí misma que era algo normal, pues ambas estaban intentando procesar a su propia manera lo ocurrido, y no se podía forzar. Pero ese tiempo de “procesamiento” terminaría tarde o temprano, y entonces ambas tendrían que enfrentar la realidad.

Casi todas las pertenencias de Esther se perdieron en el incendio, por lo que Gemma tuvo que comprarle algo de ropa nueva, y algunos accesorios para salir del apuro; ya le compraría más cosas cuando estuvieran en Seattle. Le resultó un poco extraña la fascinación que la niña tenía por los vestidos, las faldas, y la ropa holgada, todas con diseños un poco más… infantiles, a su ver. Gemma recordaba que ella incluso desde antes de los diez ya estaba harta de los vestidos, pero quizás ella no era el mejor ejemplo de un comportamiento aceptable. Como fuera, Esther parecía sólo interesada en ese tipo de ropa, y nada más, y Gemma tampoco tenía humor para discutir sobre eso. Ya en Seattle vería qué otra ropa comprarle.

Y con las pocas cosas de Esther empacada, las dos se subieron una mañana a un avión directo y sin escala hacia Seattle.

Gran parte de ese viaje de seis horas lo pasaron en silencio, y Gemma no se quejaba. Esther se la pasó leyendo un libro o dibujando (era bastante buena en esto, en realidad; debió heredarlo de su padre). Y Gemma, bueno ella disfrutaba bastante de la quietud, para así descansar un poco la mente de tantas cosas… y de paso aprovechar las bebidas de cortesía que le daban por sus millas acumuladas, que nunca estaban de más.

Y de hecho, fue justo cuando estaba dando el primer trago de una pequeña botellita de vodka, cuando Esther repentinamente dio pie a la que fue su conversación más larga hasta entonces, soltando de la nada una pregunta:

—¿Mami y tú no se llevaban bien?

Gemma casi se ahogó con el licor, producto de la repentina impresión que le causó tal cuestionamiento. Tuvo un pequeño ataque de tos, que intentó apaciguar lo más rápido posible. Mientras tanto, la niña la observaba, esperando pacientemente su respuesta.



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En el texto hay: m3gan, orphan, orphan first kill

Editado: 30.07.2025

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