Una Niña y Su Muñeca

Capítulo 10. ¿Y ahora qué?

Capítulo 10.
¿Y ahora qué?

Una vez se encargaron del pequeño problemita del perro, y de limpiar cualquier rastro evidente que llevara hacia ellas con respecto a su aparente desaparición, lo siguiente fue arreglar lo mejor posible la apariencia de M3GAN. Tuvieron de entrada que quitarle el vestido y las medias, meter éstas a la lavadora, y posteriormente a la secadora; todo lo más rápido posible para quitarle cualquier mancha de lodo o huellas de perro de encima.

—Te ves horrible —se mofó Esther de forma desdeñosa, mientras observaba a M3GAN sentada en una silla, aguardando a que la ropa se lavara. Sin sus ropas, su esqueleto de titanio color cobre quedaba expuesto en gran parte, pues al parecer sólo le habían colocado piel de silicona en su rostro y manos—. Creí que debajo de tus ropas te verías como una muñeca Barbie o algo así —añadió Esther, aún algo risueña—. ¿No les alcanzó esa piel falsa para las demás partes?

El diseño final contempla que todo el cuerpo visible esté también cubierto —explicó M3GAN, indiferente a simple vista a las burlas de su acompañante—. Pero creo que de momento, para abaratar costos, se enfocaron sólo en las partes visibles. Dependiendo del presupuesto que autoricen los accionistas luego de la presentación, de seguro verán si invertir en esto o no.

—Pero es que ni siquiera te pusieron tetas —indicó Esther de forma hiriente inclinándose delante de ella para contemplar de cerca su pecho plano.

M3GAN parpadeó una vez, e inclinó su cabeza hacia un lado.

Se consideraron inapropiadas, dado el contexto. Quizás lo reconsideren en otra versión.

—Conozco a más de un pervertido al que le encantaría que hicieran eso —masculló Esther con voz rasposa.

Aquel comentario dejó una densa nube de amargura en el aire, que quizás M3GAN podría haber interpretado mejor de haber tenido las herramientas apropiadas en su programación. Pero sí logró deducir que no se trataba de una observación positiva…

Esther se irguió de nuevo, y se paró ahora a un lado de la silla de M3GAN para revisar su cabello. Había pensado que se trataba sólo de una peluca, y en teoría así era. Sin embargo, estaba adherida al cráneo de la robot, como si fuera su cabello real; como cualquier otra muñeca, pensó. Había considerado que podría quitársela para limpiarla a parte, pero al parecer tendría que optar por otro método.

—Una vez que te fugues conmigo y nos vayamos lejos, ¿crees que Gemma logrará sacar este producto sin ti? —preguntó Esther de pronto, mientras seguía inspeccionando la cabellera rubia de la androide.

Dependiendo de cómo se den las cosas… es poco probable —indicó M3GAN sin mucha vacilación—. Es evidente que hay errores de origen que tendrían que ser corregidos, y que toda esta situación deja bastante en evidencia. Por ejemplo, no estoy programada para que el éxito o fallo de este proyecto me importe un pepino.

—Bien dicho —señaló Esther, riendo un poco por tan elocuente comentario—. Pero tendremos que mejorar tu vocabulario de maldiciones. Mientras tanto, vamos al baño y veamos qué podemos hacer con este cabello.

Al final terminó por tratarlo como si fuera cabello real: lo lavaron, lo secaron, y lo cepillaron. Por suerte la peluca era de esplendida calidad, y reaccionó bien a su rápido aseo capilar; que bueno que en eso no ahorraron costos.

Cuando la secadora terminó, vistieron de nuevo a la muñeca con sus ropas limpias e impecables. Con esto, y con su cabello recién peinado, se veía como nueva; como recién salida de su empaque.

—Bueno, ya estás mejor —concluyó Esther con bastante orgullo. Aunque con tan sólo mover a un lado de los mechones de M3GAN, dejaba al descubierto la parte en la que la piel de silicona del rostro se había dañado—. Pero con eso no hay nada que yo pueda hacer —indicó, torciendo su boca en una mueca de desgano.

¿Y eso? —preguntó M3GAN, girando su mirada hacia un lado, en donde aún reposaban los restos de la lámpara y la taza rota durante su conflicto de más temprano.

—Yo me encargo —indicó Esther con inesperada confianza—. Tú sólo sígueme la corriente.

¿Con qué? —preguntó M3GAN, sin entender.

Esther estaba por explicárselo, o al menos por decirle algo más. Pero antes de que pudiera pronunciar cualquier palabra, el sonido de un vehículo ingresando por la rampa de acceso de la casa captó la atención de ambas. Esther corrió hacia la ventana y se asomó al exterior, sólo para confirmar lo que ya suponía.

—Es Gemma —le dijo a su compañera androide. Luego se apartó de la ventana y corrió presurosa hacia la cocina—. Actúa arrepentida.

M3GAN se quedó de pie en su sitio, y la siguió con la mirada mientras se alejaba, hasta que la perdió de vista en la cocina.

¿Arrepentida? —masculló M3GAN en voz baja, confundida.

Esther volvió poco después con una escoba en una mano y un recogedor en la otra. Se dirigió a la sala y se paró en el centro de ésta, al lado de los escombros de la pelea. Sin embargo, en lugar de limpiarlos, se quedó quieta en su sitio, mirando atentamente hacia la puerta. M3GAN se reunió con ella también en la sala, y aguardó.

Unos segundos después, se escucharon los pasos y las llaves de Gemma en la entrada, y sólo en ese instante Esther comenzó a barrer, o al menos a fingir que lo hacía.



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En el texto hay: m3gan, orphan, orphan first kill

Editado: 23.07.2025

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