Una Niña y Su Muñeca

Capítulo 12. Tenemos un Problema

Capítulo 12.
Tenemos un Problema

Gemma se despertó sobresaltada, como si la hubieran sacado de golpe de algún mal sueño, aunque no recordaba en realidad haber estado soñando siquiera. Se sentó presurosa en su cama, mirando desconcertada hacia todos lados, desconociendo por un instante el sitio en el que se encontraba. Pero por supuesto que lo conocía: era su habitación, la misma de siempre, en su casa. Pero aquel sitio que siempre había sido un lugar seguro para ella, por algún motivo en esos primeros instantes posteriores a su despertar le causaba una gran ansiedad…

Por suerte, este se fue mitigando rápidamente, al igual que su respiración y los latidos de su corazón. Pero esa tranquilidad no duró mucho, pues cuando tuvo la mente más clara, pudo reparar en una serie de elementos que no concordaban del todo. Por ejemplo, se encontraba totalmente vestida, con la misma ropa con la que había ido a la oficina. Y, además, por las ventanas comenzaba para esos momentos a filtrarse el sol del exterior.

Era de día…

—¿Qué? —masculló desconcertada.

Se tomó la cabeza con una mano, y se forzó a intentar recordar qué había ocurrido. Llegó a casa y se sentó a cenar con Esther. Celia había venido a reclamarle sobre su perro perdido, y poco después de eso se había sentido cansada, por lo que decidió recostarse un minuto y… ¿Y luego?

—¿Qué hora…? —susurró aún bastante perdida. Buscó rápidamente su teléfono y lo encontró sobre el buró a un lado de la cama. Se estiró para tomarlo y revisó la hora en la pantalla. Eran un poco más de las ocho de la mañana—. No puede ser —exclamó incrédula, mirando fijamente hacia su pared, como si esta pudiera darle las respuestas que buscaba.

¿Se había quedado dormida? Pero no solo eso: ¿había dormido casi doce horas?

¿Qué rayos le había ocurrido?

Aun con el cuerpo un poco entumido por la soñolencia, se paró lo más rápido que pudo de su cama, y se dirigió al pasillo. En cuanto colocó un pie afuera del cuarto, lo primero que le llegó fue el distintivo y penetrante aroma a panques y café; un aroma que relacionaba más con restaurantes o cafeterías que con su casa.

Avanzó un tanto dudosa hacia la sala y luego hacia el pasillo. La armoniosa voz de Esther cantando le llegó desde la cocina.

—…You've got to win a little, lose a little. And always have the blues a little. That's the story of, that's the glory of love…

Gemma se asomó a la cocina, y distinguió de inmediato a la niña, de pie frente a la estufa, sujetando el mango de una sartén sobre el fuego, y en la otra mano una espátula. La imagen la confundió un poco, y tardó un instante en reaccionar. Pero antes de que pudiera preguntar algo, M3GAN surgió prácticamente de la nada a su lado, tomándola por sorpresa y haciendo que se sobresaltara.

Buenos días, Gemma —le saludó la robot con tono alegre—. ¿Dormiste bien?

El saludo hizo que Esther desde la cocina se girara en su dirección y reparara también en la presencia de su tía. Una amplia sonrisa se dibujó de inmediato en sus labios.

—Buenos días, tía —comentó la niña, agitando la espátula en el aire a modo de saludo—. Estoy preparando panqueques. ¿Quieres unos?

—Sí, gracias —respondió Gemma de forma automática. Dio entonces unos pasos torpes hacia la mesa y se dejó caer sin oposición en una de las sillas. Casi por mero reflejo, dejó escapar un largo bostezo en el mismo instante. Miró entonces pensativa hacia las ventanas, aún sorprendida de ver la luz del sol matutino entrar por ellas—. ¿En verdad es de mañana? ¿Me dormí toda la noche?

—Toda ella —indicó Esther con voz jocosa.

—¿Por qué no me despertaste? —le recriminó Gemma con ligera irritación acompañando a sus palabras—. Tenía muchas cosas que hacer.

—Lo intenté —se defendió Esther—. Pero estabas tan profundamente dormida, y te veías tan cansada, que no quise molestarte. Solo entré a dejarte tu teléfono, como me lo pediste.

Gemma miró por mero reflejo el teléfono en su mano cuando dijo aquello. Recordó en ese momento que, en efecto, se había ido a la cama sin él porque no lo encontraba.

¿Café? —escuchó que pronunciaba M3GAN, de nuevo apareciéndose a su lado con pasos demasiado ligeros. Al voltear a verla, la androide sujetaba una taza de café humeante entre sus manos, y se le extendía.

Eso explicaba los dos olores que le habían invadido la nariz hace un momento.

—Gracias —masculló en voz baja, aceptando la taza de café. Olía muy bien, en realidad. Y al dar su primer sorbo, se dio cuenta de que su sabor tampoco se quedaba atrás. Pero de todas formas se conformaría con que la despertara lo suficiente para ser funcional.

—Y aquí están tus panqueques —añadió Esther con entusiasmo, aproximándose hacia ella con un plato con tres bellos panques perfectamente redondos. Lo colocó justo delante de ella, dejando que el delicioso aroma de estos le impregnara la nariz, junto con el café.

Ni en una cafetería habría desayunado tan bien.

—Gracias, pequeña —masculló Gemma, sonriéndole a su sobrina con gentileza—. En verdad, no sé qué me pasó ayer. De repente el sueño me pegó y no pude mantener los ojos abiertos.



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En el texto hay: m3gan, orphan, orphan first kill

Editado: 30.07.2025

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