—Señor...
—¿Qué pasa? Carl. Estoy ocupado.
Guarda silencio, tal parece que lo que tiene que decir es importante. A él le gusta dejarme en suspenso.
—Tienes dos segundos para hablar.
—La señora se fue de la casa y dejó a la bebé, no se la llevó.
¿De qué demonios habla?
—Carl, de que carajos hablas.
—Vino un señor por ella, no se quien era. Solo que tomo su maleta y se fue. El auto era color rojo, apunte el número de placa.
No estoy entendiendo nada.
—Voy ya mismo para allá.
...
—¿Dónde está mi hija?
—La niñera la está cuidando, señor. Hasta el momento su esposa no ha vuelto, han pasado dos horas y la bebé empieza a extrañarla.
—¿Le has marcado al celular?
—Sí, me manda a buzón.
Entro a la que era nuestra habitación, la niñera está intentando consolar a mi hija de cinco meses que llora a moco tendido.
—Ella dejó esto — me entrega una carta.
Rompo el sobre, saco la carta y después le doy una revisada.
"No puedo seguir mas, lo siento. No nací para ser mamá ni esposa, no es lo que siempre quise en mi vida. No me busques, Habbah."
Buscarte es lo que menos haré.
Desde hoy estas muerta para mi hija y para mi.
—Todas las cosas de ella las echan a la basura. No quiero ni una sola pestaña de ella en esta casa. ¿Entendieron todos?
—Sí, señor.
—¿Qué pasará con la bebe? Ella necesita de su madre.
—Su madre no necesita de ella. Encárgate de buscarle una niñera a tiempo completo, yo no puedo cuidarla porque no tengo el tiempo que se necesita. La paga será excelente, dudo que no encuentres a nadie.
Ambos se miran la cara, no quiero réplicas y menos ahora.
—Lo haremos, señor Habbab.