Una Niñera para Tres

CAPÍTULO 6

Capítulo 6

Grace

—¡¡Más fuerte, Grace!! –gritaba Alice cada vez que empujaba su columpio.

—No, Alice. Así está bien. Si te caes el golpe también será fuerte.

Era sábado y, como Lycia estaba castigada y no tenía permiso para ir al parque, decidimos, con su hermanita, que nos quedaríamos en casa y jugarían en los juegos del patio.

Y allí estaba yo empujando a las niñas en el columpio, rogando que ambas eligieran el mismo juego o se me podría complicar cuidarlas.

Entonces apareció Noah.

—¡Acá está el tío para ayudar a Grace! –dijo acercándose con una sonrisa y haciéndose cargo de Alice.

—¿Entonces tú me empujarás fuerte? –inquirió entusiasmada la pequeña.

—Claro que no, salvo que Grace me autorice –le respondió él.

—¡Uf! –exclamó ella, al ver que yo le dirigía a su tío una negativa con la cabeza.

Cuando las niñas se cansaron de columpiarse y comenzaron a correr tras las mariposas, me senté en un banco, y Noah se sentó a mi lado.

—¡Cuéntame de ti, Grace!

Lo miré de soslayo y luego continué controlando a las niñas.

—Mi vida no tiene nada de interesante, señor Noah.

—Deja el “señor" para mi hermano. Sólo “Noah”.

—Él puede enojarse.

Y no agregué que podía volver a acusarme de coquetear, esta vez con su hermano. Y que no quería volver a pasar por eso.

—Si se enoja, yo me encargo. Dime: ¿eres de aquí, de Flagstaff?

—No, soy de Sedona.

—¿Y qué haces en Flagstaff?

—Vine a estudiar, al terminar la preparatoria.

—¿Tienes familia en Sedona?

—Mi madre.

—¿La extrañas?

—Sí, mucho. Y me preocupa porque está sola, pero le gusta estar ocupada en su negocio.

—¿De qué rubro?

—Una tienda de artesanías.

—Interesante… Y dime, ¿tienes novio?

Su pregunta me tomó por sorpresa y me hizo sentir incómoda. No podía permitir que ese hombre continuara indagando en mi vida privada. Debía tratar de detenerlo, aunque no podía imaginar cómo, por lo que tardé en responder.

—Tuve…

—¿Por qué terminó?

—Eso… es algo privado, Noah –dije intentando cerrar el tema sin sonar irrespetuosa.

Él respondió algo que ya no escuché, porque Alice y Lycia acababan de dejar de correr y comenzaron a adentrarse en el bosque.

—¡¡Al bosque no!! –les grité mientras me levantaba y corría hacia ellas.

—Deja que yo las acompañe –dijo Noah corriendo a mi lado y superando mi carrera con sus largas zancadas.

Me detuve y regresé a mi banco, ya que las niñas serían felices compartiendo tiempo con su tío.

A los pocos minutos alguien se sentó a mi lado. Aaron.

—No tuve oportunidad de pedirte que me disculpes, Grace –dijo bajo, casi con timidez.

Lo miré interrogativamente.

—Por lo del martes –continuó–. Mi padre te retó sólo y exclusivamente por mi culpa.

—Olvídalo, Aaron, ya pasó. No estabas solo estudiando en la biblioteca –le dije con una sonrisa–. Debí saber que tu padre se molestaría, ya que no era ése el trato que me hizo al contratarme.

Aaron era un chico tan bueno, tan dulce, tan franco, que al igual que sus hermanas, daba prueba del padre extraordinario que tenía. Aunque como jefe fuera terrorífico.

—Aún así, discúlpame. Quería decirte que esa misma noche hablé con él y le expliqué que quien estaba coqueteando contigo era yo…

Hizo una pausa durante la cual supliqué en mi interior que no continuara, ya que esa plática se estaba tornando muy incómoda.

Pero él continuó.

—Porque me gustas, Grace. Aunque ya me dejaste en claro que no quieres nada conmigo.

—No se trata de ti, Aaron –le dije en un intento de no herir sus sentimientos, aunque la situación en sí misma me resultara bizarra.

—¿Se trata de ti? –dijo con una sonrisa triste.

—Sí. Tuve una relación con un final traumático, y un padre que marcó mi vida y mi confianza –me atreví a confesarle, ya que consideré que él lo merecía–. Estoy en un período de pausa sentimental y no estoy segura de cuánto va a durar.

»Por otra parte, no me parece apropiado desarrollar una relación en mi lugar de trabajo, ¿no lo crees así?

Aaron no respondió, se mantuvo en silencio mientras ambos veíamos regresar a las niñas acompañadas por su tío, los tres con una amplia sonrisa feliz.

Las pequeñas traían algo en las manos.

Al llegar a mí, me entregaron un ramito de flores silvestres recién recogidas del bosque.



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En el texto hay: romance, amor, diferencia de edad

Editado: 05.11.2025

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