Una Noche Como el Día

Capítulo 5: Conexión.

            Sin importar cuán lastimado pudiese estar, él solo buscaba protegerme. Su cuerpo estaba encima de mí; me cubría completamente. No sintió miedo al saber que podría morir si algún escombro llegara a golpearlo; simplemente quiso quedarse ahí, cuidándome.

         Inesperadamente comienzo a llorar en cuanto lo escucho pronunciar mi nombre. En él había una familiaridad absurda. En ése momento, mi cabeza comienza a doler un poco. Me dió la impresión de que ya había escuchado ésa voz con ésa misma expresión.

          Crucé su mirada con la mía. El dolor de cabeza se intensifica hasta el punto en que no puedo aguantar más y me desmayo.

...

          Despierto entre mucha bulla... Me levanté, caminé un poco y lo vi. De repente, veo que cae de rodillas. Me confundí un poco al contemplarlo de esa manera. Quería acercame y preguntar qué le sucedía pero no pude. Me quedé paralizada.

        Al verlo llorar tan desgarradoramente, mi corazón se conmovió. Esa frialdad que por mucho tiempo entregaba a las personas, desapareció. Sabía lo que era sentir soledad. Llorar sin que nadie te secara las lágrimas. Quería ayudarlo.

           Entendí en ese momento que, por más dinero que haya tenido, fama y un trabajo estable; no tenía la paz que necesitaba. Solo me hundía en un abismo sin retorno.

          Recordé como cada vez que me encontré con él, huía el orgullo. Simplemente sonreía. Su forma de hablar me hacía saber que todo lo que yo pensaba podía desvanecerse. Me dió la oportunidad de dejar a un lado todos mis argumentos; todas las barreras que, por años, construí dentro de mí. Necesitaba saber más de él. Todo lo que era; me atraía enteramente.

            Caminamos durante dos horas hasta salir de la ciudad. Permanecí en silencio en todo el camino.

            En medio de los escombros. En medio de tanta pérdida.

         Llegamos a una casa pequeña a las afueras de la ciudad. Se veía abandonada. Su aspecto era anticuado. Sus ventanas entreabiertas daban a entender que algunos niños habían lanzado piedras para romper sus vídrios.

Entramos.

          Todo se había derrumbado con el terremoto, excepto por una habitación cercana a la puerta de salida. Estaba intacta.

Quitamos los escombros cercanos a ella. Él se sienta en el suelo.

   —¿Estás bien? —pregunto mientras me siento a su lado.

   —Sí —responde con voz muy baja.

   —¿Puedes decirme cuál es tu nombre?

   —Me llamo James —lo dice susurrando.

   —¿James? Yo me llamo Holy. ¿Tú me conoces?

            Una vez más se quedó en silencio. Sin ganas de hablar, simplemente se quedó sentado en el piso, sin moverse. Estaba cabizbajo y muy cansado.

              Noté, mucho antes de llegar a la casa, que su camisa estaba llena de sangre.

   —¿Puedo tocar tu brazo? —tomo el borde de su camisa.

   —No tengo nada; déjalo así —sacude mi mano tan fuerte que varias gotas de sangre caen al suelo.

   —¡Déjame verlo por favor! —lo tomo de nuevo pero con más fuerza.

   —No es nada grave... —deja de luchar

   —Es grave cuando hay tanta sangre en el piso —digo en forma de regaño.

            No le importaba. Su rostro estaba decaído.

   —Haz lo que quieras —suspira.

            Rompí la manga de su camisa. Quedé atónita al ver que su herida era realmente profunda.

            Rasgué un pedazo de mi blusa. Una parte de mi brasier podía verse.

          Cerca de donde estábamos sentados caían un par de gotas de agua; llovía fuertemente. Mojé el pedazo de blusa con agua que caía del techo; lo acerco con cuidado a la herida para limpiar el exceso de sangre.

   —¡Agh! Duele —se queja.

   —Está muy profundo ¿Qué hacemos ahora? —digo asustada.

   —No lo sé...

           Ya en él no estaba ese brillo cuando lo vi por primera vez. Su tono de voz era bajo, sus hombros caídos y mirada opaca. Sentía ganas de abrazarlo.

   —¿Qué sucede conmigo? Debo dejarme de ilusiones —susurro mientras golpeo mis cachetes.

          Revisé el lugar. Veo una habitación y un baño. Lo demás está cubierto de plantas y árbolas caídos. Entro al baño y entre escombros y desorden consigo una botella de alcohol. La tomo y regreso a donde está james.

   —Voy a desinfectar tu herida con un poco de alcohol que conseguí. Debes aguantar un poco, ¿Si?

   —Como quieras —su voz es de indiferencia.

            Echo el alcohol poco a poco en su brazo.

   —¡Ah! ¡Rayos! —se queja con fuerza.

          Rompí un pequeño extremo de la parte trasera de mi camisa.

   —Si sigues así te quedarás desnuda —dice mientras muestra una sonrisa falsa.




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