Una Noche Como el Día

Capítulo 14: Decisiones difíciles, final inesperado.

PRESENTE:

   ¡Holy! ¡Holy! ¡Reacciona, debemos correr!

           Volvió en sí.

   —James... su tono estaba tembloroso.

           Toma mi mano.

   —Yo... Te conozco.

          Su mirada estaba estupefacta. Me quedé atónito por lo que me dijo, ¿será posible? Las mejores cosas suceden en el peor momento...

   —¿Qué es lo que dices? —finjo confusión.

          Comienza a llorar.

   —Tú... Tú...

   —No es el momento adecuado.

          La halo del brazo; necesitábamos llegar al barco. Miré alrededor y me preocupé. Las personas se veían desesperadas; corrían en dirección a los barcos. Andar entre tanta gente se hacía más fácil que asumir que Holy posiblemente recordara quién era yo. No pensé en la decisión que había tomado; no había seguridad si el haber corrido al barco nos mantendría vivos.

            Los barcos zarparon con cientos de personas cada uno.

...

            Se activan los megáfonos y escuchamos:

   —“Señoras y señores tripulantes, por favor estén atentos pero tranquilos. Se tomó la decisión de ir hacia el origen de la alerta de tsunami detectada con la esperanza de atravesar la ola antes de que se levante y nos golpée, por favor, tomen sus precauciones y vayan a un lugar seguro. Dentro de unos minutos se les harán llegar salvavidas. Mantengan a los niños alejados de los pasamanos”.

         Nos sentamos en una banca cerca de un pasamanos; Holy se quedó con la cabeza abajo. Lloraba sin detenerse.

   —¿Estás bien, Holy? —intento mirarla a los ojos.

             No sabía qué más podía decirle. Me sentía la peor persona del mundo.

   —¿Te puedo preguntar algo? —dice con voz temblorosa.

          Me quedé agachado; intento levantar su rostro. Sus ojos ya no miraban los míos. Estaban llenos de lágrimas que no paraban de salir.

   —¿Tú me llevaste al hospital? —suelta mi mano.

            Me quedé en silencio y comencé a sudar sin parar.

   —¡No, no! Te conocí en el restaurante, ¿recuerdas?

   —¡No es así! —grita.

   —Holy, quizás me has confundido con otra persona; no conocía nada de ti antes del restaurante.

   —¿De verdad no eres tú quien me dio este collar hace muchos años?

           Sacó de su bolsillo el collar con la mitad de un corazón que le había obsequiado.

   —No, estoy seguro que no —me volteo y le doy la espalda.

   —¡Voltéate y mírame! ¡Dime la verdad, por favor!

          Ocultar las cosas para no lastimar a una persona no es lo correcto; pues al descubrir la verdad, solo se pierde confianza.

           Qué idiota había sido, era mi oportunidad de decirle la verdad. Holy lloraba encarecidamente. ¿Cómo podía ser tan cínico y seguir mintiendo? No me atrevía a decirle la verdad. Aun cuando por mucho tiempo deseé que ella me recordara.

            Me acerco a secar sus lágrimas.

  —¿Por qué me tratas como si estuviese inventando todo esto? Lo recordé todo... Vivíamos cerca... Mi papá, mi hermana...

         ¿Qué debía hacer? Ahora no solo tenía que cuidarla de lo que estaba por venir, sino también de esos apresurados recuerdos que llegaron si avisar.

          Mi corazón se aceleraba y, con el, se estremece el barco.

          El mar rugía. Las olas se abrían paso a los lados del barco; el barco se inundaba.

       Me levanté para analizar la situación, Holy se quedó sentada sin importarle nada. Podía ver como poco a poco la ola se comenzaba a formar.

   —Holy, debemos cubrirnos, vamos adentro.

       Tomé su mano y la levanté de la silla sin que ella quisiera. No tenía ánimos de moverse. Vi a muchas personas exasperadas; se golpeaban unas con otras por un pedazo de madera con el que sostenerse.

          Corrimos hasta llegar a un lugar que parecía ser el cuarto del capitán.

   —Sostente con esto, Holy —la acerqué a un tubo de hierro, que daba al extremo de la puerta de salida.

   —Está bien.

           Tomé su rostro.

   —Te prometo que, en cuanto salgamos de esta, te diré toda la verdad.

          Se quedó mirándome, esta vez con esperanza.

          Había una pila de salvavidas cerca así que decidí tomar un par.

  —Mira, Holy, aquí tenemos salvavidas, ponte uno.

   —Bueno... —lo toma y comienza a ponérselo.

   —Saldré a buscar al capitán. Por favor, quédate aquí, ¿si?




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