¿ Una noche? ¡jamás!

Capítulo 6 ❈Oportunidad de Oro❈

Luna

¡No debí venir! ¡No debí venir! ¡No debí venir!

Repetía una y otra vez en mi mente mientras caminaba con paso rápido por el oscuro pasillo de la mansión de los Schneider. El miedo me invade por completo, aunque sabía que mi presencia en aquella cena sorpresa tenía un propósito bien definido.

El señor Faber, en su afán de mantener mi estadía en el país, había ideado esta cena para ayudarme. Es un hombre amable y generoso, muy paternal, temía por la reacción de su hijo Marcellus, el gruñón no es hueso fácil de roer.

Al entrar a la sala de la cena, me sorprendió encontrar a la señora Schneider sentada elegantemente en la mesa. Su amabilidad disfrazaba la incertidumbre, y no pude evitar sentirme vulnerable ante sus sospechas sobre mi relación con su esposo. Decidí ser honesta y contarle mis verdaderas intenciones.

Respiré hondo. —Sé que piensa que soy la amante de su esposo, pero le aseguro que no es así. —Escuche una conversación que no debía, donde ella le reclamaba por las atenciones —Estoy aquí porque tengo un motivo importante: recuperar a mi hijo.

La mujer me observó con sorpresa, y pude notar cómo su expresión pasaba de la incredulidad al entendimiento. Había despertado su curiosidad y, tal vez, su compasión. —Vine a este país y fue un error, que ahora pago con creces. —Dije entre llanto y la mujer acarició mi rostro.

—Lo lamento, yo me moriría si quitaran algunos de mis hijos de mis brazos, Marcellus es terco, pero un buen hombre, si hablas con la verdad, te ayudará, lo sé, pido disculpas si te juzgue mal.

—Me vio como una amenaza, pero el señor Faber me rescató, salvó mi vida, se lo agradezco, es como mi padre alemán —Sonreímos a la par. — Solo deseo tener a mi hijo a mi lado, cargarlo por primera vez. —Estas últimas palabras salieron en un susurro doloroso.

—No voy a juzgarte, pero recuerda que este camino es arriesgado. No solo estás poniendo en juego tu estadía en el país, sino a mi nieta, porque al cuidarla se encariñará contigo. Iré a esperar a mi hijo, es puntual, está por llegar.

Desaparece y el señor Faber entra. —Ya vendrá, es puntual

Asiento en silencio, nerviosa y colapsada, soy una interesada, porque con este matrimonio obtendré un beneficio.

Asegurar mi estadía en el país.

Sin embargo, tengo un motivo, recuperar a mi hijo, si no juro por Dios que estuviera de regreso a mi país con mi bebé en brazos.

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Mi estómago se contrae al ver su mirada fría, sus ojos tienen la misma tonalidad de los de Copito. Sin embargo, este hombre no transmite ternura en su lugar veo reflejada la rabia, dolor y ¿Fascinación? Tal vez, pero no sé. Sinceramente, mis piernas tiemblan, pero no he caído de rodillas porque sostengo a la pequeña en mis brazos. Dejaría que todo este peso me venciera, pero ella me necesita, no puedo dejar de sentir mi corazón apretado, su llanto me desgarro el alma, recordé a mi hijo cuando fue arrebatado de mis brazos, por eso mis lágrimas recorrieron mis mejillas.

A pesar de lo intimidante que resulta, alzó la mirada y lo retó en silencio. Su mirada penetra mi alma y puedo sentir cómo su ira se adueña del ambiente. Mi corazón late rápidamente, bombeando adrenalina a través de mis venas. Estoy asustada, sí, pero no permitiré que mi miedo me paralice.

Con voz firme y segura, logró articular algunas palabras —¿Podemos conversar? Sé que no te quieres casar conmigo, pero… —Me quedo en silencio tratando de mantener la calma a pesar de la incertidumbre que me embarga. —Necesito quedarme en este país.

El hombre lanza una carcajada sarcástica antes de responder, llenando la habitación con su burla. —¿Eres Luna? Lo que me faltaba, eres un mal doble. —Es un grosero. —Entrégame a mi hija. —Quizás un día de estos me provoqué hablar contigo, hoy no será.

Reuniendo mi coraje, lo enfrentó una vez más. —¿Ser desagradable viene incluido en el manual de astronautas? O naciste siendo un gruñón. —El toque de sus dedos se intensifica, mi piel arde, retrocedo logrando soltarme.

Extiende sus manos, su silencio es más aterrador que en tono varonil de su voz. —Te dije que no pienso lastimar a tu hija, copito de nieve, se ganó mi corazón. —Dije sincera. Sin más se la entregó, pero comenzó a llorar nuevamente.

—Princesa de papi. ¿Qué pasa? No me digas que te encariñaste con la roba niños. —Susurra esto, ese tono tosco desaparece, su hija desarma todos sus muros. Es admirable, derrocha amor y se ve más bonito con los hombros relajados hablandolé a su hija. —Es una desconocida, no la adoptes. 

Intenta hablar sin ser escuchado por mí, pero escuché perfectamente, intentó no reír. Quisiera no acercarme, pero lo hago. —No soy roba niños, me llamo Luna. ¿Podemos conversar? —Volví a preguntar, al acariciar las mejillas de la beba, suspira y calma su llanto.

—No creas que porque Astra te adoptó, lo haré yo. —Qué hombre tan insoportable. En ese momento, la pequeña se remueve, quiere estar en mis brazos, ya que abrió sus ojos y alza un poco los suyos, como si entendiera lo que sucede. Sus pequeños ojos me miran buscando seguridad, y encuentro en ellos la fuerza para desistir, pero su pequeña manito sostiene mi dedo con fuerza.




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