¿ Una noche? ¡jamás!

Capítulo 9 ❈Bienvenida a casa esposa❈

Marcellus

Durante toda la semana me sentí impaciente, con un nudo en el estómago que no lograba deshacer, sería la primera vez que me casaría, con Grace solamente se quedó en una promesa incumplida, no avanzamos en nuestra relación y fue mejor así, hubiese puesto la torta. Una especie de tormento me envuelve, a diferencia de mi hija, que parecía estar tranquila y emocionada por la llegada de nuestra nueva huésped, se portó excelente después que Luna conversó con ella hasta que se durmiera, esa noche la invite a cenar, no hable, estaba inseguro y no quería crearle expectativas erróneas.

No pude evitar sentir cierta aprensión. Debí investigar exhaustivamente a Luna, efectivamente su historia es real, no estaría dispuesto a meter a cualquier mujer en mi casa, después de lo que había pasado con Grace. Aunque Luna solo sería una empleada, debía asegurarme de que no se convirtiera en alguien que no era o se confundiera con alguien que no soy.

Ante todo el mundo será mi esposa, será respetada como tal, sé que la investigación proveniente del departamento legal de extranjería es inevitable eludir, si la ayudaría a mentirle al estado, debía saber quién era realmente Luna. Deje de creer en las mujeres y no podía confiar únicamente en los documentos que había presentado ante el abogado de mi padre. Me puse en contacto con Fernando, el cuñado de mi amigo, que dirige una agencia de investigaciones. Aunque estamos en países diferentes lo hará. Fernando extendió su negocio a esta ciudad y había dispuesto a uno de sus mejores empleados a seguirle la pista al maldito que engañó a Luna.

Le proporcioné toda la información que ella había dado al abogado, desde el supuesto nombre completo hasta sus rasgos físicos. Sabía que no sería una tarea fácil, pero confiaba en que Fernando y su equipo lograrían descubrir algo que nos sirviera. Después de todo, ningún crimen es perfecto y un miserable que se atreve a robarle un hijo a una persona inocente e indefensa merece mínimo quedarse sin dientes y yo haré parte de eso.

Firme el documento que papá me había dado y formalmente éramos marido y mujer, le pedí a Magda que fuera con uno de los chicos a la casa donde se quedaba por algunas de sus cosas, decidí que era hora de recibir a Luna en casa.

No pude evitar sentirme tenso. Aunque había decidido darle una oportunidad, no estaba dispuesto a permitir que entrara en mi casa y en nuestras vidas sin antes dejarle claro cuál era su papel. Ella era, ante todo, una empleada, la niñera de Astra y solamente eso.

Alimento a Astra mientras camino con ella de un lado a otro. —¿Estás nerviosa? —Me mira fijo. —No quiero que la defiendas. Te lo advierto, señorita defensora. —Como si entendiera dibuja una sonrisa, la fórmula escurre, por un lado. —Traviesa, ya lo vi todo, serás una vendida. —Se carcajea llenándose toda de fórmula. —No podemos enamorarnos, ella... —Continúa risueña —Apenas tenga su hijo se irá de nuestro lado. No soportaríamos un segundo abandono, hija mía. —Esto lo susurro para mí. —Tendré que ducharte nuevamente. —La regaño y me hace un puchero adorable, beso su frente y terminó de darle su biberón, me encanta conversar con Astra, mi hija es adorable y también me reta.

Sin más, la poso en mi hombro, los golpecitos en su espalda hacen lo propio, pero terminó vomitando, se llenó demasiado, cada día aprendo algo nuevo y los vómitos han sido muchos, así que no me alarmo. —Vamos por una ducha, falta poco para que tu adoptada y la mía… —Sonrió al decir esto. —Llegue.

Camino con ella y me adentro a su habitación, se la preparé nuevamente, entro al cuarto de baño y llenó su mini ducha con agua tibia. —Hueles muy feo, seguro me dejaste una sorpresa en el pañal. —Astra cierra los ojos confirmando mis pensamientos.

Al destapar esa bomba de olores desagradables hace una mueca, ni ella misma aguanta su olor. —Fuchi, fuchi nena, prefiero darte de comer que limpiar tu pañal. —Se carcajea al recibir cosquillas en su pecho, corte mi barba para no lastimarla. Tengo empleados que podrían hacer esto por mí, pero ¿Qué clase de padre sería? No seré irresponsable, ni desapegado, suficiente tiene mi estrella con una madre que la abandono, aunque está muerta para todos y espero que sea así de por vida.

La ducho con paciencia y sus ojos se van cerrando, decido sacarla del agua, seco la humedad de su cuerpo, la visto con un enterizo rosa, le colocó medias, un gorrito, va a dormir y aunque quise dejarla en su cama cuna no pude, la llevo a mi habitación donde la acuesto en su otra cama, la acuesto de lado y su brazo rodea un peluche.

Ahora es mi turno de adentrarme en la ducha. El olor a vómito es terrible, Astra es tremenda, siento que lo hace para divertirse. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, amo a mi pequeña. Me apresuro, debo recibir a mi esposa.

Rodeo mi cintura con la toalla, voy a mi armario con algunas gotas recorriendo mi piel expuesta, en ese momento la puerta se abre, es Luna, nuestra nueva huésped. Su mirada se encontró con la mía, y aunque pude notar cierta incertidumbre en sus ojos, también vi determinación. Aquello me sorprendió, pero no me hizo bajar la guardia.

Me quedo inmóvil, mirándola fijamente, sus mejillas se tornan carmesís, esperando a ver cómo reacciona. Su respiración se vuelve agitada, puedo notar cómo una mezcla de miedo y confusión se reflejan en sus ojos.

Sé que está mal, pero lo haré, mi rostro se tornó serio. —Bienvenida a tu nuevo hogar esposa, que bueno que me encontraste así en nuestra habitación, ven y cumple con tus deberes maritales, planeaba nuestra luna de miel, pero creo que llego una Luna más dulce a mí. —Luna abre los ojos en demasía, traga grueso al mirarme de arriba abajo, ver sus mejillas rojas encendió algo dentro de mí, me fui acercando poco a poco.




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