Una Dulce princesa, una princesa de tan solo 14 años, una princesa que no es tratada igual que sus hermanas, ella es la hija de la reina, y sus hermanas de concubinas, ella era tratada peor que una sirvienta, hacia la limpieza de su cuarto y el de sus hermanas, a pesar de su tan corta edad, ya había sufrido más que cualquier persona en el reino, tratada tan mal, siendo golpeada por el mínimo error que cometiese, su padre, él era el causante de todo, el dejo que la tratasen así, él permitió que su madre muriera, bueno que fuera asesinada por una de las concubinas. La única forma de escapar era muriendo, pero por ahora esa opción no era posible, -no me iré de aquí, no hasta que haya asesinado a toda la familia real-
Los años pasaban y ya cumplía los 20, ya era una adulta, pero igual que de pequeña, siendo tratada de la peor forma. Gracias a un soldado que servía a la antigua reina pudo entrenar para poder protegerse, con el paso de los años, fue agarrando más fuerza, a los 18 ya era mejor que los soldados del imperio, -estoy orgulloso de usted, princesa Camile, ha logrado hacerse mucho más fuerte que los demás- limpiando su sudor sonrió, su venganza estaba cerca, muy pronto no habría familia real. Dentro del dormitorio de su madre, estaba intacto, todo lo que tenía seguía ahí, agarro un anillo valioso para ella, y salió. Los gritos en el castillo eran muy fuertes, su espada estaba manchada de sangre, dentro del estudio de su padre, se acercó lentamente y con una muerte rápida su cabeza salió rodando. –QUE SEA BIENVENIDA LA NUEVA REINA.-